martes, 11 de mayo de 2010

La Ceremonia de LA ESCLAVITUD vista por la esclava

Quiero estar tranquila; nunca pensé que llegaría hasta aquí; la situación que se me presenta siempre había sido una fantasía hasta que a mi Amo, al Sr. Txiria, Le ha dado por convertirla en realidad.
Me dirijo a la habitación que utilizaré de vestidor después de que nos hayamos preocupado de que todo lo necesario para el desarrollo de la Ceremonia estuviera preparado y en su lugar para usarlo en el momento adecuado.
Entro en una habitación grande, doble; una de las dos que componen el piso en el que se va a llevar a cabo la Ceremonia. La miro y voy de un lado a otro por un momento intentando centrarme en lo que me toca hacer. Suspiro y me digo “maría, venga que hay que ponerse en marcha ya”.
De la maleta correspondiente extraigo las diversas túnicas recamadas en oro que llevarán mis compañeras en la sumisión como traje en la ceremonia.
Cojo la blanca y la llevo al salón dejándola al lado del sillón donde se sentará mi Señor a esperarme. No lo veo, supongo que estará vistiéndose en la otra habitación. No me ha dicho como se va a vestir a pesar de que Él si sabe como iré Yo. “Quiere sorprenderme” pienso mientras una sonrisa ilumina mi cara.
Vuelvo a mi punto de partida y empiezo a extender las cosas que vestiré encima de la cama cuando suena el timbre de la puerta.
Voy a abrir y me encuentro con el Caballero LORDVAGO y Su niña. Sonrío (me alegra que hayan podido venir pues sé el esfuerzo que les representa y son dos de nuestros mejores amigos) y les abro la puerta mientras les saludo y les doy dos besos a cada uno.
Hola, maría, preciosa.- me dice el Sr con una sonrisa.- dinos donde vamos a cambiarnos, por favor.
Caballero, Ud. pase a la habitación que está al otro lado del salón; mi Señor ya se encuentra allí, vistiéndose. Tu niña sígueme que te doy tu ropa para que te vistas.- Le contesto satisfecha.- Por cierto, ¿Le importaría que Su niña se ocupara de abrir la puerta a partir de que esté vestida???
Por supuesto que no, maría. Mi niña estará encantada de hacerlo porque además será la primera en estar preparada… o casi.- dice mientras ríe con una alegre carcajada. Lo dice porque sabe que a Su niña la gusta ir muy bien maquillada y que no acabará tan pronto.
Según entramos en la habitación enseño a suzzy la túnica morada que llevará como vestimenta.
Que preciosidad.- me dice con una sonrisa en su cara preciosa.- no te preocupes, mary (ella siempre me llama así) que, en seguida estoy preparada; solo echarme el pelo para atrás y ya está que me he maquillado del todo antes de subir.
Nos vestimos charlando alegremente y se peina rápidamente; mientras tanto yo me voy arreglando y comprobando que todo está correctamente. Me he duchado antes y todo mi cuerpo, especialmente mi coño, está completamente depilado tal y como gusta a mi Amo; pinto mis uñas, tanto las de las manos como las de los pies, cuando me dice:
Bueno mary, me voy al salón a esperar que lleguen los demás.- la poca charla que hemos tenido demuestra mi concentración, la emoción con la que vivo el momento en el que, sin sentir nerviosismo, sí que sé que mi vida va a dar un paso adelante importante en el que no quiero fallar; deseo que todo sea perfecto.
Justo sale y suena el timbre de la puerta. Les oigo entrar y charlar un momento; creo que no se conocen pero, para mi alivio, escucho la voz de mi Dueño haciendo las presentaciones. Parece que sean el caballero AMOBILBO y su niña better de AMOBILBO.
Efectivamente, esta última entra casi seguido en el cuarto vestida de calle.
Con una sonrisa cómplice en su cara extiende sus brazos y me da un fuerte abrazo.
¿Qué tal estás, preciosa? ¿Va todo bien?.- me pregunta en rápida sucesión.
Sí, claro todo está bien.- la contesto.- mira tu túnica es esta la negra; si quieres vete poniéndotela y así cuando llegue nalai ya estarás vestida que veo que ya vienes preparada por lo demás.
Bueno, sí.- me responde.- solo me resta retocarme el pintalabios porque para lo demás ya vengo preparada; ¿tu vas a necesitar ayuda???
No, no lo creo.- la digo mientras me lo pienso mejor.- o quizá sí; luego cuando vaya a acabar de vestirme si puedes entrar… será un placer que me ayudes a ceñirme el velo y a ponerme la falda.
Pues… perfecto, así lo haré.- asiente mientras acaba de retocarse el pintalabios ya una vez vestida.- ¿me ves guapa??
Estás preciosa.- digo mientras una sonrisa ilumina mi cara.
Según acaba de decir eso, vuelve a sonar el timbre de la puerta “ya es hora” pienso para mi misma. Por un lado este llegar con cuentagotas me hace añorar a las personas que no han podido venir; por otro… no acaba de dejar que me centre en lo que estoy haciendo.
Entra nalai y se desarrolla una conversación similar a la anterior mientras se pone la túnica azul.
Sale de la habitación y yo miro el reloj que he dejado encima de la mesilla. Rápidamente me quito los anillos, pendientes, colgante y pulsera que llevo mientras me digo el poco tiempo que me queda y aún tengo que maquillarme.
Sin apresurarme pero lo más rápidamente posible, me pinto los pezones, luego maquillo mi cara, pinto mis ojos y acabo pintándome los labios. Me miro al espejo de cuerpo entero que hay en la habitación y me digo “perfecta, estoy segura que a mi Señor Le va a encantar”.
Me vuelvo hacia la cama y tomo el tanga que voy a llevar puesto; luego empiezo a enfundarme en la falda y, a continuación, me siento para calzarme las sandalias. Las miro con una sonrisa; son unas sandalias muy bonitas (a mi Amo Le encantan) de alto tacón y plataforma de tiras negras que se entrecruzan formando como el enrejado oblicuo de una jaula.
Me las calzo empezando a tener problemas para acertar con el agujerito de la hebilla, cuando entra better después de tocar suavemente en la puerta.
No me dice nada pero, con una sonrisa de comprensión, se agacha y me las abrocha.
Bueno, ¿qué?? ¿ahora que es lo que te tienes que poner???
Ayúdame a colocarme el chal bajando desde el cuello, que me tape las tetas y me lo atas a la espalda..-Dicho y hecho; en un plis-plas estoy vestida.- Y ahora el viene el pañuelo con las moneditas para ceñirme la cintura.
Estás guapísima.- me dice better con una sonrisa.- ¿Cuáles son las bandejas que tenemos que llevar??
Son esas dos de ahí.- la contesto señalando dos bandejas blancas decoradas con motivos de plata.- tu lleva la que tiene la cuerda blanca; yo llevaré la que tiene la rosa.
¿Dónde las tenemos que dejar??
Tenemos que dejar las cosas en la mesita auxiliar que está al lado del sillón en el que estará sentado mi Señor.
Muy bien, pues ya está todo preparado.
Suena un ligero toque en la puerta y entra el caballero AMOBILBO
¿Qué??? ¿ya estáis preparadas???.- nos dice ligeramente nervioso.- tu Señor está que se sube por las paredes, maría, cielo
¿Tan nervioso está?? .- digo con incredulidad pues suele ser una persona tranquila
Sí, aunque trata de disimularlo, lo está.- tercia better
Y tu, ¿cómo te encuentras??? .- me pregunta AMOBILBO
Estoy bien.- respondo.- responsabilizada y preocupada de que todo salga bien, pero preparada para este paso tan importante.
Bueno, pues no te preocupes, que el ambiente es muy bueno y estoy seguro que todo va a salir bien.
En ese momento, oímos la campana que suena en la sala y, rápidamente, AMOBILBO nos coloca en el orden correcto; Él al frente, detrás better con su bandeja y yo la última con la mía.
Abre la puerta y salimos con rapidez pero de forma controlada.
Lo primero que impacta en mi retina es la tenue iluminación del salón; me percato de que está iluminado por una docena de velas.
Doy mis pasos con cuidado pues las sandalia son altas y lo que menos deseo es tener un tropezón en este momento.
Casi sin darme cuenta, como en una nube, llegamos delante de mi Señor; del Dueño de mi alma y de mi vida entera. Va vestido enteramente de negro, con el chaleco y el pantalón de cuero que estrena para esta ocasión; por supuesto, lleva la pulseara de plata y Su sello luce en Su mano derecha. Para mi representa la elegancia que debe presidir en un Señor, en un Amo.
Me dirijo rauda a colocar la bandeja y, casi, me tropiezo con better que va a hacer lo mismo. Nos sonreímos y colocamos las bandejas; yo, la primera, ella espera a que termine de hacerlo.
Al acabar de colocar la bandeja, AMOBILBO me toma de la mano y me hace arrodillar en el extremo del cojín blanco situado frente a mi Dueño. Quisiera levantar mi mirada y sonreírle de forma abierta pero, la solemnidad del momento, hace que agache mi cabeza y lo mire solo de abajo arriba con media sonrisa en mi boca.
La voz de AMOBILBO interrumpe el silencio que imperaba en la escena. Lo cierto es que no escucho demasiado de lo que dice pero oigo que habla de mi capacidad de entrega y de mis otras virtudes. Sin poderlo evitar siento un gran orgullo y una gran decisión de entregar esa capacidad de servicio a mi Dueño para siempre jamás.
Inesperadamente un silencio sepulcral se apodera de la escena; me inquieto ligeramente pero, antes de que esa inquietud pueda crecer, oigo la voz de mi adorado Amo.
Se dirige a mi; pregunta por mis votos por la libertad de mi decisión, por mi decisión de servirlo indefinidamente, por…
yo levanto mi mirada y contesto con voz firme, entregada y decidida; asiento a Sus preguntas con la mayor firmeza de la que soy capaz aunque mi voz se empieza a quebrar y solo estamos empezando con la Ceremonia.
Menos de medio segundo de silencio y habla mi Señor, mirándome con teatral severidad:
¿Qué ofrendas ha traído ante nuestra presencia como expresión del servicio que desea ofrecer?
Traigo mi cuerpo, mi moral y mi mente que ofrezco a mi AMO – respondo desnudando mi pecho del chal que lo cubre con el auxilio de better de AMOBILBO. Una vez mi pecho con sus pezones pintados se eleva expreso como traigo mis votos, la inocencia de mis intenciones, mi deseo de atarme a Él, mis elementos que demuestran como Él se sobrepone a mí, los que representan su guía, etc.
Mientras desgrano estas expresiones y agacho mi cabeza para leer los votos, mi voz se trompica en varias ocasiones, pero sigo adelante; mi decisión de entregarme y ser Suya es mucho más importante que el nerviosismo que me embarga.
Termino, levanto la cabeza y siento como la mano de mi Dueño acaricia mi cara para darme ánimos; esta cara que ya no me pertenece que es Suya; Suya para siempre. Él me mira y me dice:
Repita después de Mí. - empiezo hablando.- Soy su Amo, Dueño y Señor.
Desgrana de uno en uno todas las afirmaciones que confirman mi nuevo status; esas que hacen que delante de todos estos amigos demuestran que soy Suya y solo Suya. Qué será Él el que decidirá loque va a ser de mi de ahora en adelante.
Acaba y me hace levantar con tranquilidad; me mira a los ojos; sonríe y, sin mediar palabra, toma el pañuelo que ciñe mi cintura y me lo arrebata. Esta parte de la ceremonia no la conocía y me sorprende; es evidente que, cosa extraña en Él, me va a desnudar delante de todos los presentes.
Acaba; me deja vestida únicamente con el tanga y las sandalias y se dirige hacia la mesita auxiliar; entreveo que el caballero AMOBILBO también se acerca. Toman una pulsera y ciñen mi muñeca izquierda con ella. mi Amo dice:
Con esta pulsera grabada que nunca se uitará mientras Me pertenezca, renuncia a su nombre a favor del de “maría de Txiria”; no será conocida de otra forma.
No puedo evitar echarla un rápido vistazo, es plana de plata y lleva grabados el triskel del BDSM, mi nuevo nombre para siempre (maría de Txiria) y Su símbolo. Mi alma se eleva, esa soy yo: maría de Txiria para siempre; es lo que deseo, lo que anhelo y estoy logrando; lo que mantendré con mi entrega y con mi dedicación.
Lo cierto es que mi dueño no me deja regocijarme mucho en este hecho, casi sin dejar que respire me hace arrodillar, extender los brazos al frente y colocar el culo en pompa. Noto como dice que me marca con Su sello y algo que presiona en mi nalga derecha y como me rocía con un perfume floral muy agradable.
Me hace sentarme sobre mis talones; toma mi brazo derecho y coloca un brazalete en forma de serpiente (muchas veces la han comparado con ella por la propensión que tiene a evitar las situaciones complicadas); se inclina y coloca dos pendientes en forma de rayo que indican la capacidad de reacción rápida que posee; coloca en mis dedos dos anillos uno en forma sinuosa que Lo representa y otro de anillos superpuestos que define la preeminencia que, sobre mí, Le es ofrecida por mi misma en este acto.
Toma el collar de cuero negro triangular que, con las letras “T X I R I A” en plata y cristalitos brillantes, he decorado y lo coloca en mi cuello que lo recibe con una infinita alegría.
Toma unas muñequeras y unas tobilleras de charol que posee y las coloca en mis muñecas y tobillos para simbolizar aún más mi esclavitud a Él.
Vivo toda esta escena como en un sueño como si fuera algo que no me sucede a mi sino a otra persona pero con la emoción de saber que me está sucediendo a mi; con la incredulidad de haber llegado hasta aquí pero con la decisión de mantener y mejorar mi servicio y mi entrega.
Sin tiempo para respirar mi Dueño toma mi pelo por el cogote y, con un fuerte doloroso e inesperado tirón, hace que tome la posición anterior de nalga en pompa y brazos extendidos al frente.
Serás levemente azotada para tu placer y el Mío.- oigo que dice mi Señor y, sin casi esperarlo, recibo una leve y excitante azotaina que hace que todo mi cuerpo vibre.
O serás severamente castigada.- escucho repentinamente; antes que mi cerebro haya procesado esas palabras llega el primer azote inesperado y fuerte. Así recibo 12 de los mismos que siento que se han tenido que marcar en mi piel como lo han hecho en mi alma.
Así como con los primeros mi cuerpo ha reaccionado favorablemente, con los segundos ha reaccionado sintiendo que esos no deben volver a llegar a mí. Sé que será inevitable; fallaré es inevitable, pero… no los deseo, no solo no me llenan sino que sé que a Él también Le hace daño en Su alma tener que castigarme.
Mientras estoy dejando que se apoderen de mí estos sentimientos, noto como mi cuerpo es cubierto por algo suave, algo tremendamente delicado; un pétalo cae delante de mis ojos; mi inocencia, la que pudiera quedar, está en Sus manos, puede hacer con ella lo que desee esparcirla, cubrirme con ella o…lo que decida.
Su mano toca mi barbilla y levanto la cara; Lo miro, sonrío y aguanto las ganas de tocarme el culo aún dolorido.
Una de Sus manos toca mis brazos para mantenerlos a los lados de mi cuerpo mientras con la otra empuja mi cabeza para ponerme en posición de adoración, postrada ante Sus pies; mientras me dice de forma autoritaria y firme:
Ahora póstrese ante Mí
me arqueo hasta que mi frente toca el suelo ante Él, mi Vida, mi Dueño, mi Señor; pone Su pie sobre mi cabeza, pisándola pero sin hacer fuerza; Él me explicó que ese era el rito medieval en el que los Señores tomaban posesión de los esclavos que los iban a servir de por vida. Oigo como proclama y mi alma vuela:
Soy tu Amo, Dueño y Señor. Y no serás de ningún otro mientras Yo te posea.- toma aire y continúa.- He hecho que despiertes de tu sueño y te he traído al reino de Mi voluntad. Es por ello que voy a darte nueva vida y nueva presencia.
Con está túnica blanca te visto simbolizando el nuevo empiece en esta vida en la que no te perteneces.- recoge la que dejé en la mesa; hace que me levante de mi posición hasta la posición de torre, arrodillada pero con el cuerpo erguido; me viste con la misma.
No puedo hablar, estoy volando, solo que la ilusión que siento, el placer que me traspasa y el castigo recibido en mi culo son diferenciales respecto de cualquier ceremonia que se pueda hacer en el mundo convencional.
Nunca pensé que llegaría este nivel; Él es mi Dueño, puede hacer lo que desee conmigo pues soy Su esclava. Lo confirmo, nací para servirle, para hacerle feliz pues esa es mi propia felicidad.
El Sr. Txiria, mi Amo confirmado, me toma a mí, Su esclava, ya maría de Txiria para siempre, de las manos y me levanta del suelo. Pone Su mano en mi mandíbula y, con una caricia y un beso, hace que mire Sus ojos hasta que mi mirada entregada y feliz baja ante la Suya intensa y posesiva, finalizando de esta forma la Ceremonia.
A partir de aquí, la tensión presente en el salón se disipa y todos los presentes se dirigen a felicitarnos a ambos con alegría y emoción ya no contenida, mientras ya puedo frotarme el culete de los azotes que he recibido.

sábado, 8 de mayo de 2010

Garinoska - Los errores se pagan

Los errores en la vida de una sumisa tienen un precio y siempre se pagan...

Miro fijamente la pantalla del monitor y espero, espero que aparezca su ventana en el Messenger como todas las mañanas. Pero no, hoy no es como siempre, hoy es diferente. Hoy hay en mí una sensación de ansiedad, de nervios y miedo que me invade; sí, miedo, miedo de pensar que he dado un paso hacia atrás en mi sumisión.

Mis pensamientos se interrumpen por zumbido de un mensaje en el ordenador. Ha llegado la hora esperada y temida. Suspiro profundamente. En el monitor comienzan a aparecer los mensajes:

Eva dice: -Hola, ¿cómo estás?

Patricia dice: -Hola mi Señora, bien y usted, ¿qué tal su día?

Eva dice: -Bien, tranquilo.

Patricia dice: -Me alegro.

Eva dice: - ¿Y tú?, ¿sigues con ansiedad?

(¿Mentir? No. Vuelvo a respirar despacio y llenando los pulmones, como si fuera a zambullirme en el mar. No puedo esperar, no decirlo, no está pensado y Ella lo sabrá de todas formas, Ella ya lo sabe.)

Patricia dice: -Tengo que contarle algo mi Señora.

Eva dice: -¿Te has masturbado sin mi consentimiento, no?

Patricia dice: -Sí.

Eva dice: -¿Y ahora qué?

Patricia dice: -Discúlpeme mi Señora por no obedecer su no de ayer, pero es que no me pude resistir.

Eva dice: -No es momento de disculpas, has desobedecido y has sido incapaz de controlar tu cuerpo y tu cabeza.

Patricia dice: -Lo sé, sé que no valen mis disculpa, se que debí controlarme, pero era mucha la ansiedad que tenia.

Eva dice: -Tu cabeza controla tu cuerpo, has de controlar tu cuerpo, no me interesa alguien que no sabe controlarse.

(Se me hace un nudo en la garganta, casi no puedo respirar… no lo puedo creer, siento su dominio aun frente a través del monitor, puedo sentir su disgusto, su mirada dura, fuerte...)

Patricia dice: -Sé que no hay excusas pero se me fue de las manos, no pude controlarme y sé que debía hacerlo, tengo que aprender a auto-contralarme, de verdad, discúlpeme mi Señora.

Eva dice: -No, no valen las disculpas, eso merece un castigo, un castigo doloroso que te haga recordar.

Patricia dice: - Soy consciente de ello. No es disculpa pero es que llevaba más de nueve día en abstinencia mi Señora.

Eva dice: -Eso no me importa, como si llevabas un mes, te dejo follar, cuando estés apurada folla, como si lo haces con el primero que te encuentras, no me importa.

Patricia dice: -Lo sé mi Señora, sé que me ha concedido ese permiso para aliviar mis necesidades, pero por más que folle necesito sentirme suya y eso no me lo dan otras.

Eva dice: -Te has comportado como una loca sin control, tu coño antes que nada, no te has controlado.

Patricia dice: -Tiene razón, fue mi error.

Eva dice: -Los errores tienen un precio en la vida.

(En este momento soy consciente de lo que he hecho, todo lo que he avanzado en mi sumisión lo he retrocedido, no compensa en nada lo que estaba sintiendo en este instante y eso me daba miedo, mucho miedo. Un nudo en mi garganta me ahoga y las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, siento que la he defraudado. Por primera vez tengo miedo, pero esta vez no es un miedo a la sorpresa, esta vez el miedo no tiene morbo, tengo miedo aunque no sé a qué exactamente, al castigo, a perderla, no lo sé.)

Patricia dice: -¿Qué me quiere decir con eso mi Señora?

Eva dice: -Que este error deberás de pagarlo y caro.

Patricia dice: -Lo merezco mi Señora y acepto cualquier castigo que usted me imponga.

Eva dice: -Es humillante para un Ama que su sumisa la desobedezca y no en algo extremo, no en la prueba de un nuevo límite, no, simplemente en no saber controlar su coño.

Patricia dice: -No fue mi intención humillarla mi Señora, no supe controlarme y sé que debería haberlo hecho, lo sé, pero discúlpeme mi Señora, por favor.

Eva dice: -Me has defraudado mucho, necesito una señal de algún tipo que me haga volver a creer en ti.

(El miedo de nuevo está en mí, mis palabras no son más que de disculpas que repito una y otra vez, no hay otra palabra, otro sentimiento, me sentía tan pequeña. Pero sí, he humillado a mi Señora, la he desobedecido. El miedo deja paso al dolor, un dolor que se ha apoderado de mi, el dolor de haber defraudado a alguien que confiaba en mí, pero no, no a alguien, no he defraudado a cualquiera, he fallado a mi Señora, y puedo perderla.)

Patricia dice: -Esa no fue mi intención, no pretendía humillarla ni defraudarla mi Señora, pero sé que he fallado y la he decepcionado. Haré lo que me pida, lo que sea, pero, por favor, discúlpeme mi Señora, no volverá a ocurrir.

Eva dice: -Cuando hayas pagado tu error te disculparé, no antes.

Patricia dice: -Estoy dispuesta a pagar por mi falta.

Eva dice: -Lo pagarás. Tengo que pensar la manera, de todas formas, con independencia del castigo, habrás de suplicar mi perdón y pedir tu castigo, tú decides la forma.

(En este momento mi arrepentimiento era del tamaño de mi dolor. Coloco la cámara web para que Ella me vea, me levanto de la silla y me arrodillo con la cabeza y miraba baja y lagrimas en mi rostro. Como la más humilde sigo escribiendo.)

Patricia dice: -Arrepentida estoy mi Señora, de rodillas pido su perdón, ruego por una nueva oportunidad, sólo le pido una oportunidad, aunque no sea merecedora de ella, permítame ganarme su confianza de nuevo mi Señora.

(Solo espero escuchar el zumbido de su respuesta en la pantalla mientras permanezco de rodillas.)

Eva dice: -Siéntate, te comunicaré el castigo cuando lo haya decidido.

Patricia dice: -Bien mi Señora, esperare.

No hago preguntas, me limito a esperar. Espero. La noche es larga cuando no duermes, la mía ha sido eterna. Amanece y por fin recibo un correo. El correo es escueto, me da la orden de prepararme para recibir mi castigo. El miedo se hace de nuevo presente al leer que mi piel sabrá el precio por mi error. Eso significaba una sola cosa, la fusta… ella será la encargada de transmitirme la decepción de mi Señora. Es cierto que muchas veces soñé con ella sobre mi piel, sentir su contacto en mi cuerpo, pero también siento miedo; miedo al dolor, a las sensaciones que produzca en mi cuerpo, en mi piel, en mi mente, miedo a no estar a la altura.

Apago la computadora y me limito a cumplir sus instrucciones, estoy dispuesta a recibir mi castigo, mi miedo al dolor es menor que mi miedo a fallar de nuevo. Su orden es firme, mi Señora me está dando una segunda oportunidad y no hay nada que pensar. Estoy segura.

Comienzo a prepararme. Lo primero es el aspecto de mi cuerpo, debo depilarme completamente, en especial mi sexo, siempre le ha gustado perfectamente depilado, sin rastro de vello. Dedique un par de horas en asearme, quiero asegurarme de cumplir perfectamente cada instrucción de mi Señora sin pasar nada por alto. También he de preparar mi atuendo, aunque no es mucho lo que vestiré, su orden es precisa: medias negras sobre los muslos (me gusta ver mis piernas con ellas) y los zapatos negros de alto y fino tacón; ajusto mi cabello en una cola alta, sencilla, así puede ver mi cuello (siempre ha preferido verlo despejado), acabo con mi maquillaje, algo suave, un poco de brillo en los labios y por último coloco el collar sobre mi cuello, eso me llena de alegría mientras sonrió y me miro al espejo, me emociona ver su collar sobre mi garganta, sigue siendo mi Dueña y Señora, sentirme abrazaba por el collar que Ella me ha otorgado es un privilegio, un orgullo, le pertenezco, es una sensación que todavía no me es fácil de describir, es alegría, pero también es calma, tranquilidad. La seguridad que siento cada vez que lo pongo sobre el cuello es absoluta, es la seguridad que me da el poderoso sentimiento de saberme su propiedad, una seguridad que me acompaña desde ese día que me lo coloque frente a ella en la Cam y me supe suya.

Pero ahora también me siento decepcionada de mí misma, de mí como sumisa; la había defraudado a Ella. Siento que todo lo que había logrado en mi sumisión quizá lo había deshecho con mi falta.

Soy un manojo de nervios, sé que si aún llevo este collar en mi cuello es porque me ha dado una segunda oportunidad. Pero voy a pagar por esta oportunidad. Eso me hace estremecer de pies a cabeza, en mi interior se acumulan los nervios, el miedo, el ansia, el morbo, la seguridad, el deseo, la excitación, y todo eso coctel agitándose como un cóctel dentro de mí.

Respiro profundamente y me miro complacida ante el espejo. Ya sólo queda cumplir sus últimas indicaciones. Me arrodillo en medio del salón, la espalda recta, los brazos atrás, la cabeza baja y mirando al suelo. Sólo me queda esperar.

Espero, en silencio, paciente, el tiempo que tú dispongas, segundos..., minutos…, horas… no importa. La espera es parte de mi castigo, la espera es una de las experiencias más duras, en ella siempre comienzan a nacer sensaciones de ansiedad e incertidumbre. Espero. Espero. Trato de mantener mi postura, lucho con el deseo intenso de mi cuerpo, con mis pensamientos, allí de rodillas espero, ese es mi deber.

Has llegado, sí, escucho la puerta, el sonido de tus tacones. ¡Sí, es mi Señora! Grito en mi interior pero permanezco inmóvil, callada, quieta, en medio del salón, ocultando el temblor de mi cuerpo, firme en la misma posición en la que te he esperado un tiempo que se me ha hecho eterno. Continúo en mi sitio, arrodillada, el cuerpo erguido, la cabeza baja, sin mirarte, te mueves por el salón, te siento, trato de buscarte con la mirada aún baja pero no logro distinguir nada. Más miedo, mas ansiedad, tiemblo intensamente, no digo nada, tú no me lo has autorizado. Verificas que todo está como has pedido, el salón está totalmente iluminado, los muebles los he cambiado como has pedido, he despejado la mesa dejándola a tu disposición en un extremo del salón, no sé lo que preparabas para mí…pero yo sigo esperando. Ese es mi deber.

Espero tus órdenes. Mi castigo. Mi ansiedad crece y crece a cada minuto, sé que mi castigo comenzó desde que recibí tu correo o quizás antes.

Los pensamientos golpean mi mente, siento fuertes latidos en mis sienes, la tensión de mi cuerpo, la excitación entre mis piernas, mi sexo mojado. Sólo tengo la certeza de que deseo entregarme, sentir su poder sobre mí, que deseo estar aquí, sintiéndome suya, que usted me sienta suya, que le entrego mi cuerpo para ser castigado como usted mi señora desee. Dolor sólo de su mano.

Te paras frente a mí y siento como una descarga eléctrica me recorre completa. Te veo por fin. Veo tus tacones, tus piernas y no puedo evitar sentirme excitada, dibujar en la comisura de mis labios una sonrisa, son tan sensuales. Es un sueño cuando me permites estar así, a tus pies, arrojada a ellos como una perra fiel. Me sujetas fuerte de la correa de mi collar, tiras y levanto mi cabeza hacia ti, te miro sumisa, dócil, humilde, solicitando tu perdón en mi mirada. La tuya dura pero también morbosa, llena de deseo. Está preciosa, siempre tan elegante y esa elegancia no sólo está en tu vestimenta, también en el porte de tu cuerpo, en lo que transmites, te ves tan Segura. Señora. Sensual. Dueña. Ama. Mujer. ¡Me excita! Te complace la imagen que ves, humillada, suplicante, deseosa y entregada. A mí también me gusta.

-Bien, sabes por qué estás aquí y sabes también cuál es el precio que tienes que pagar por tu falta. -dices.

-Sí mi Señora. -digo ya sin mirarte a los ojos.

-Con tu falta, no sólo me has defraudado, sino también humillado. Pero te aseguro que aprenderás a obedecer mis órdenes y sobre todo a controlar tu cuerpo y mente de ahora en adelante.

El nudo en mi garganta se hace más grande, no por saber el dolor físico que me esperaba, sino por el dolor que siento al saber lo defraudada que te encuentras conmigo. Y no sé que puede doler más que eso…

-¿Estás prepara?

-Sí, mi Señora.

De pie. Intento clamar mi ansiedad, mi miedo, temo no soportar lo que has preparado para mí. Miro hacia la mesa que he despejado para ti y que tú has dispuesto con lo necesario para mi castigo. Lo que observo me hace sentir un escalofrío. La veo a ella, a la fusta que esta noche será mi verdugo, también un arnés, consoladores, pero además entreveo un látigo corto de cuero sobre la mesa, ¿látigo? ese es un instrumento nuevo en nuestras sesiones. Tiemblo. Me mojo. Te miro mientras me ordenas enderezar mi cuerpo. En tu rostro no hay el más mínimo signo de haber dado importancia a la interrogante que se ha dibujado en mi cara. Tú no tienes que darme explicaciones. Coloco las manos a mis espaldas y abro las piernas completamente. Mi sexo queda expuesto, accesible, igual que mi pecho, mi cuerpo exhibido y erguido ante ti.

Te sitúas a mi espalda y atas mis muñecas a mi espalda con una cuerda. Más miedo, me siento indefensa, pero también me siento más tuya. Sonríes provocadora, altiva, complacida, no te veo pero sé que sonríes, lo sé.

Te colocas frente a mí, me tomas de la barbilla y besas mis labios, juegas con ellos, tu lengua invade mi boca rincón por rincón con pasión, mi lengua busca la tuya, siento que me hipnotiza, me domina. Te separas de nuevo.

Tomas de la mesa el látigo, es la primera vez que vas hacer uso él. Mi rostro transmite miedo de nuevo.

-Tranquila. –dices mientras sonríes

Acaricias mi rostro con él, me estremezco, recorres mi cuello, bajas por mis hombros, escote, mi pecho, mi vientre, un poco más abajo… ¡me excito! Tiemblo. Subes de vuelta, mi vientre, te detienes en mi pecho me electrizo ante la sensación que las tiras de cuero crean en mi piel.

-Disfrutaras del castigo te lo aseguro -dices.

Lo sé, pienso. Sonrió. Siento placer de saber que me usas, que estoy a tu disposición, a tu servicio, que me humillas a tu antojo y voluntad, que el dolor me entrega más a ti.
El primer latigazo cae sobre mi pecho, mi cuerpo se tensa de dolor ante el primer latigazo certero. Cierro los ojos y grito producto de la sorpresa y el dolor que siento. Inmediatamente cae otro latigazo, más intenso. Mi rostro se humedece las lágrimas que ya corren sin que pueda contenerlas. El dolor se hace más intenso, me aterra el sonido del látigo en el aire.

No puedo moverme a pesar que sólo estoy atada con las muñecas a la espalda, mi deber es mantenerme aquí, de pie, sin moverme, hacerlo significaría una indisciplina. Los gemidos se escapan de mi garganta sin poder ahogarlos ya. Cuántos van ¿4…5…? No importa, éste es mi castigo, estoy aquí para recibirlo, para pagar por mi error. Las lágrimas siguen y los latigazos son más rápidos, con más destreza, ya se ven las marcas de los azotes en mis pechos. Te gusta, te complace cómo los surcos se dibujan en mi piel, cómo los pezones se endurecen, crecen al contacto del látigo, como crece mi placer con la mezcla de miedo, sorpresa y dolor.

¡Sí! estoy húmeda, por momentos el dolor se vuelve excitación, me siento con en una montaña rusa entre el dolor y el placer, lo sabes, usted lo sabe, usted conoce cada sensación de mi cuerpo, de mi mente, cada pensamiento, cada reacción, pero no sé si soportare más… "Dolor, placer, placer, dolor sólo de su mano mi Señora" pienso. Parece que has leído mis pensamientos y te detienes, los latigazos cesan.

-Veo que lo estás disfrutando- sonríes.

Absorbida por el dolor y el placer pienso que el castigo ha terminado. Pero no. Rápidamente me sacas de mi equivocación.

-Y lo disfrutaras mucho más, apenas está comenzando. Has de aprender de tus errores, esa es tu lección, de ahora en adelante pensarás en esto que estás sintiendo cuando te vuelvas a ver tentada a desobedecerme-me dices.

- Por ello estoy arrepentida mi Señora- digo casi en un susurro.

-Veremos si lo suficiente.

Bajo la cabeza y asiento mientras te paras frente a mí. Acaricias con tu mano mi pecho, palpas suave con tus dedos los surcos que han delineado las tiras del látigo sobre mis senos.

-¿Te gusta?- preguntas pasando tu legua por ellos, aprietas ligeramente mis pezones entre tus labios, los prensas entre tus dientes, tiras…

Yo solo asiento, callo, y me abandono al placer de tu lengua aliviando mi dolor… de repente paras.

Me rodeas, te pones a mi espalda, acaricias mi sexo desde atrás, metes un dedo entre mis labios, me agito, lo abandonas complacida, suspiro intensamente…

-De rodillas – ordenas.

Me arrodillo de frente a ti quedando entre tus piernas.

-Sabes que no estás aquí para tu placer. Estas aquí para pagar por un error y tu único objetivo es proporcionarme placer a mí de la forma que yo desee. No te correrás a menos que yo te lo permita o considere que eres merecedora de un orgasmo. ¿Entendido?

Asiento con la mira baja. Sé lo que tengo que hacer.

Aún permanezco con mis muñecas atadas, así que levantas tu falda y abres las piernas de manera que tengo total acceso a tu sexo. No puedo traducir el placer que me da estar ahí arrodillada, con mi rostro entre tus piernas, pudiendo ver tu sexo depilado, desnudo, sentir su calor, oler el aroma que desprendes, degustar con mi lengua tu sabor.

Acerco mi boca deseosa abrazando con ella tu sexo, sintiendo mis labios unidos a los de tu vagina. Esa humedad, ese olor que destila excitación me electriza, los succiono, muerdo, tus gemidos comienzan a ser audibles. Hambrienta introduzco mi lengua mientras comienzo a recorrer los pliegues de tu sexo con ella, por adentro y por afuera, arriba y abajo, entre ellos. Succiono saboreando a mi antojo, tomo tu clítoris entre mis labios, rozándolo con la punta de mi lengua para luego chuparlo, hago presión provocándote un escalofrió. Tomas entre tus manos mi cabeza empujándome más entre tus muslos, apretando mi rostro a tu sexo, intento seguir con mi lengua el ritmo de los movimientos de tus caderas, conectarme a ellos, me aprisionas más, más adentro, yo penetro, entro, salgo, siento tu líquido en mis labios, mi boca no deja de darte placer, es mi único deber.

Las rodillas comenzaban a dolerme por la posición en que me encuentro, lucho por mantener el cuerpo erguido mientras batallo con la mezcla placer, dolor, deber.

Penetro, chupo, siento las paredes de tu sexo ardiente, tus jugos empapando mi cara, llenando mi boca, me encanta el sabor de su sexo, de mujer, hembra, no hay mayor delicia para mí. Chupo, lamo, absorbo, apretó tu clítoris, lo mordisqueo, noto como crece entre mis labios, sigo mamando, chupando golosa, con hambre, sed, mi boca no para. Coloco mi cabeza bajos su cuerpo y llevo mi lengua delante hacia atrás, hacia el orificio de tu culo que tú me brindas separando tus nalgas con las manos, lo lamo deseosa, haciendo presión con la punta de la lengua ese orificio que me incita, penetrándolo con mi lengua, es exquisita tu humedad, esa tibieza. Me aferras intensamente más contra tu sexo, abro más mi boca intentado penetrarte más profundamente con mi lengua, sintiendo tus movimiento sobre mi cara mientras escucho como gimes; tiemblo casi incapaz de controlar la excitación. Mi coño mojado, palpitante, me grita una y otra vez en mi cabeza "mi único objetivo es el placer de mi Ama", sólo es el placer de mi Señora el que importa, no importa el dolor de las rodillas, la posición, mi placer, la humillación al no poder correrme, nada.

Me toma de la cabeza, de mi cabello, mi ritmo se va acelerando, puedo sentir como arde, su calor, su aroma ligado con mi aliento, mi saliva mezclaba con su humedad, escucho sus jadeos que comienzan a llenar el salón con más fuerza, a inundar mis sentidos, trato de adherir mi cara más a tu cadera, mi boca más su sexo, siento ya tu cuerpo temblar intensamente, agitado, las piernas cada vez me aprisionan más, me ahogas, siento que pierdo la conciencia pero yo sigo con mi labor, no me detengo, abro más mi boca, mi lengua sigue, sigue lamiendo toda tu vagina, chorreante… Quiero verte, deseo mirarte, busco con mi mirada la tuya, veo placer en tu rostro, tienes los ojos cerrados, tu expresión de gozo me llena, mi Señora está gozando, la veo, siento. Entonces percibo cómo llegan tus espasmos, cómo el cuerpo se empieza a tensar, tus muslos me apresan más y más adentro, me asfixian, escucho tus gemidos fuertes, gritas, lamo con mi boca intensamente "prémieme con su néctar en mi boca, déjeme saborearlo mi Señora" grito en mi interior.

Sí, arqueas la espalda mientras tu orgasmo se vacía en mi boca dándome de beber toda tu esencia… es tan delicioso, saberme ahí arrodillada, atada, usada para tu placer, sentir tu señorío en ese acto tan maravilloso de dominio sobre mi cuerpo, mente y alma… Gracias, gracias mi Señora. Sigo entre sus piernas bebiendo, lamiendo, limpiado todo lo que me regalas mi Señora, siento cómo tu cuerpo vuelve a la calma aún sobre mi cara. Sonrío complacida.

-Bien, me has servido y complacido –me dices.

-Soy suya, gracias por dejarme servirle mi Señora.

Me ayudas a levantarme mientras tu boca va en busca de la mía, tu lengua me penetra con ímpetu, la mía penetro igual la tuya, siento de nuevo la proximidad de un orgasmo cuando tus dedos se abren paso entre los pliegues de mi vagina, estoy tan caliente que mis flujos resbalaban por mis muslos. Me sonroje.

Te ríes complacida mientras desatas mis manos. Suspiro con alivio, llevas de nuevo tu mano a mis senos. Todavía duelen y son visibles en la piel las marcas del látigo (tardarán bastante en quitarse recordándome siempre el porqué están ahi). Advierto esa sonrisa picara de nuevo, esa que me seduce y envuelve; me tomas de la mano y me llevas a la mesa que se encuentra al otro extremo del salón. Me ordenas que me tumbe sobre ella y obedezco aunque en mi rostro se dibuja una mueca de reserva. No dudo, sólo pienso lo próximo que has preparado para mí… pero no digo nada. Callo, no pregunto, mi único deber es obedecerte, satisfacer tus deseos.

Así que me echo sobre la mesa de tal forma que mi cuerpo queda tendido, dispuesto completamente sobre la superficie plana y fría de la mesa que hace erizar mi piel. Coloco los brazos a los costados de mi cuerpo, las piernas completamente abiertas, mi sexo completamente expuesto ante ti, como tú me lo has ordenado. Me estremezco y no creo que sea por el frio de la mesa, pero tampoco tengo miedo, estoy tremendamente excitada.

Ahora tu mano empuñaba la fusta, mi siguiente verdugo. Sé que quieres llevarme al límite, por eso me has desatado, quieres comprobar hasta dónde llega mi arrepentimiento, mi entrega, mi sumisión ante ti. Me sacudo, es una sensación indescriptible entre mi cuerpo y mi mente, nervios, miedo, seguridad, deseo, entrega, placer, ¿limites? o no.

Estoy aquí, entregada, sumisa, sometida a ti, dispuesta a pagar por mi error. Pero más allá del castigo, del dolor que produces en mi cuerpo, de que lo uses o me humilles al no permitirme que me corra, me duele más el saber que mi Señora se ha sentido defraudada por su sumisa. No había experimentado hasta ahora mayor sensación de dolor que esa. Pero la preguntan es: ¿hasta dónde llegan mi entrega? Y te miro a los ojos y allí, en ellos, tengo mi respuesta, veo en tu mirada dominio, deseo, cariño, confianza, seguridad, complacencia, orgullo; me veo tuya y esa es mi respuesta, mi seguridad, eso que veo en tus ojos, eso es lo único que necesito para calmar mis temores, saberme aún tuya mi Señora, eso es lo único que deseo, eso es lo único que me hace feliz, permanecer así expuesta, dispuesta a tus deseos, entregándome, sintiéndome más tuya. Eso y tu sonrisa.

Me rodeas, te paseas alrededor de la mesa, de mí. Te sigo con la mirada. Me inquieto. Disfrutas. Espero. Te complaces. Te veo acercar tu mano a mi sexo, comienzas acariciarlo suavemente, me gusta, notas mi humedad, sientes el calor, los latido de mi clítoris mientras recorres mis muslos, entre ellos, subes, rozas la vagina y el clítoris con de la fusta ¡en mi sexo NO! pienso. Me agito. Tú sonríes. Sí, ese es tú deseo.

Otra vez ese silbido en el aire, mi corazón se acelera y la fusta cae entre mis muslos. En mi sexo siento un escalofrió que me recorre el cuerpo entero, que me sacude. Aprieto mis labios ahogando el gemido que se produce en mi garganta, instintivamente cierro los ojos, pero al instante los abro en búsqueda de tu mirada, la necesito y la he encontrado atenta sobre mí, directa a mis ojos. Al momento, un segundo fustazo me golpea. Un dolor seco, ardiente, un cosquilleo se aviva intensamente en mi sexo y siento el impulso de cerrar las piernas, pero no puedo, no debo… La sensación de agobio de mi cuerpo por la mezcla dolor y placer, placer y dolor, el sentimiento de entrega de mi mente es sofocantemente placentero.

No pienso, solamente siento. Gimo mientras mi cara se humedece de nuevo con mis lágrimas. Me abandono, me entrego, no al dolor, me entrego a mi Señora como hasta ahora no lo había hecho.
Sólo siento, tiemblo, gimo, no grito, sólo escucho el golpe, siento el fustazo sobre mi sexo desnudo una y otra vez, sobre mi sexo ya empapado, punzante, ardiendo, palpitando, excitado, convulsionado. El dolor comienza a llegar de nuevo más y más intenso, muerdo mis labios para aguantar los gemidos, trato de no cerrar mis ojos, deseo ver, sentir tu poder sobre en mi cuerpo, mi mente, mi alma.

Ya cada vez es más fuerte el ardor punzante en mi sexo, mi clítoris late más y más intensamente…y una vez más el fustazo cae, seguido de otro, otro punzada sobre mi sexo; pero el impulso de cerrar las piernas se ha desvanecido, ahora siento la necesidad de abrir más mis piernas. Y las abro más, ofrezco mi vagina a mi Señora, a la fusta, estoy entregada a este doloroso placer que mi Señora me causa. Mis labios arden, siento hinchados los pliegues de mi sexo, duele, pero el clítoris crece, palpitaba como los latidos mi corazón, lo puedo sentir en mi oído como un galope.

Estoy nuevamente a las puertas del éxtasis, siento próximos miles de orgasmos. Lo adviertes, cómo no hacerlo si soy una extensión de ti mi Señora. Pero no, no vas a detener el castigo y yo sé que debo que controlar mi cuerpo, no, no puedo correrme, no me lo has permitido, aunque yo estoy a punto de explotar. Siento tu poder, veo tu satisfacción, tu placer en cada fustazo, en saberme en el vértigo del orgasmo una, otra, otra y otra vez sin poder correrme.
No importa mi turbación o el cansancio, tampoco el dolor, siento en mi mente las ganas de dar más, entregarte más, ya no importaba el dolor, las marcas, la vergüenza, el miedo, siento que no existen límites en este momento. Usted está haciendo eso posible y yo sé que eso me hará más tuya. Cierro los ojos y me abandono. Lloro. Disfruto. Sirvo. Obedezco. Me entrego a ti, a usted mi Señora Eva.

Me deje hacer ante el sentimiento de entrega que profesa mi alma, más allá de mi cuerpo, de mi mente, de esas ganas de correrme y no poder. Ese es mi castigo y me hace sentir más tuya, estoy siendo castigada por mi indisciplina; usada, humillada, sometida, azotada para tu placer. Y también sé que en ese acto me estoy entregado más a usted mi Señora, me siento la sumisa más feliz.

Los fustazos cesan, no sé cuánto tiempo ha transcurrió, me siento aturdida entre las sensaciones de mi cuerpo y los pensamiento que me golpean sin cesar. Estoy exhausta en la mesa, sin moverme, no escucho nada, siento aún los vestigios de todas esas sensaciones dentro de mí. ¿Cuánto tiempo ha pasado? No sé con exactitud.

Sin palabras te acercas a mi cuerpo convulsionado, siento tu mano descender hacia mi sexo, acariciarlo despacio, con destreza, palpar con tus dedos sobre los labios hinchados, pulsar su ardor, sientes su humedad, excitado, sigues descendiendo hasta mis muslos, acaricias mi entrepierna, despiertas mi excitación. Subes por mi vientre muy despacio hasta mis pechos, tiemblo a percibir el endurecimiento de mis pezones entre tus dedos como sólo usted lograr hacerlo mientras depositas tus labios en los míos con lujuria, disfruto del exquisito sabor tu boca, tu sabor, tu humedad.

Estoy al límite del éxtasis cuando abandonas mi cuerpo otra vez, siento entonces como me ayudas a incorporarme. Pero no tardo mucho en volver a estar arrodillas, humillada, como una perra, como tu perra, mientras te sitúas a mi espalda haciéndome ponerme a gatas, con mi culo y vagina expuestos ante tu mirada. Metes tu mano directamente en mi sexo, suspiro de excitación, es increíble cómo sigues provocando sensaciones mi cuerpo ya casi desfallecido y sin fuerzas. Siento dos dedos penetrando en mi sexo, hundiéndose dentro de mí… empujas, metes, sacas, gimo suave. Los dedos salen de mi vagina y repentinamente los llevas a mi culo, el contacto me estremece mientras comienzas a tantear mi orificio trasero, lo acaricias en círculos, lo humedece con mis jugos empapados en tus dedos, siento como se va dilatando y comienzas abrirte paso poco a poco en él.

Yo solo me dejo hacer por ti, soy tu objeto. Siento en ese momento como algo más grande, grueso, comienza hacerse camino entre mis nalgas. No, ya no son tus dedos, me digo, cuando un espasmo me recorre completa mientras empujas el objeto desconocido penetrándome. Una lágrima resbala por mi rostro. Ahora lo sé. Te has atado a tu cintura un arnés, es él quien se ha apoderado de mi culo casi sin obstáculo, provocando infinitas sensaciones en mi cuerpo. En mi desconcierto no vi cuando te lo colocaste. Ahora lo empujas dentro de mí, gimo, puedo sentir como mi culo lo recibía abriéndose completamente a él, poco a poco, mientras tú sigues empujando, metiéndolo entero, con más fuerza en cada movimiento de tu cadera.

Yo muerdo mis labios, tratando de no pensar en el dolor que el pene de goma me produce. Tú te mueves dentro y fuera de mí, entras y sales, yo gimo ahogadamente para no gritar de placer. Me siento usada, sí, me usas para tu placer, no pienso en el mío, no importa, en este momento no soy más que ese pene atado a tu cintura y que me penetra. Mi objetivo es tu placer, tu gozo y satisfacción mi Señora. Ese es mi placer.

Continúas penetrándome, marcando el ritmo cada vez más rápido, más fuerte, más adentro, yo permanezco inmóvil, a gatas en el frio y duro piso, con las rodillas y el cuerpo dolorido, pero qué importa, yo solo soy el instrumento, el objeto que usas para tu satisfacción, mis piernas tiemblan, mis rodillas duelen, la piel arde, mi cuerpo sufre, se estremece, suda, convulsiona, aguanta. Sigo quieta, callada, ahogando dentro de mí los gemidos de gozo siento, el vértigo de los miles de orgasmos que han azotado mi cuerpo, sé que no puedo correrme mientras siento los movimiento de tu cadera golpeando contra mis nalgas, tus manos aferrada a mi cintura, tirando de ella, procurando unirte más y más a mi cuerpo, tus uñas enterradas en mi piel, escucho tu respiración pausada pero profunda, siento las arremetidas, como entras y sales, más rápido, más adentro, como se va dilatando más mi orificio, abrazando más y más el pene ¡me llena! ¡Sí!
Me usas y me gusta, siento tu respiración, tus jadeos cada vez más fuertes, disfrutas de tu juguete, de tu perra, siento que estoy más allá de mis límites, me usas, me humillas al no dejarme que me corra mientras tú disfrutas de mi cuerpo y yo disfruto al someterme a tu voluntad y antojos. Me da placer, siento tantas emociones que no sé si mi mente y mi cuerpo siguieran soportándolas, quiero darte más, darte todo, entregarme a ti, a mi Dueña. Ama y Señora, como nunca.

Ahora sí me estoy entregado a mi Señora, ahora sí son sus deseos, su sed, su lujuria, su hambre la que se satisface y no la mía cuando desobedecí su orden.

Percibo como los espasmos comienzan a llegar, los tuyos, los míos, sí, gimo ante su placer, su gozo, gimo al sentir su orgasmo. Gimo mientras una corriente eléctrica contenida en mí quiere explotar, mientras tú sigues bombeando, lloro ante lo que me regalas a pesar de mi falta. Inmediatamente, al abandonar mi culo, me lanzo como gata en celo mamando tu sexo aun con el pene atado a tu cintura, limpio con mi lengua tu vagina, tu culo, mientras saboreo tu néctar y penetro la entrada de tu vagina con la lengua, sintiendo como las paredes de tu coño se contraen aún por el orgasmo de hace segundos. De repente siento venir tu próxima corrida en mi boca ¡gracias! trago con ansias todo tu liquido ¡exquisito! bebo gota a gota, relamiendo tus labios, los míos, succionaba tu vagina en búsqueda de ese bálsamo de hembra que me encanta y que usted mi Señora me ha obsequiado.

El castigo cesa. Le serví mi Señora y además me premió usándome para su placer, azotándome, humillándome al no dejarme correr ni una sola vez, dejando mi cuerpo deseoso y ardiente. Estoy agotada, dolorida, humillada, excitada, no puedo correrme y no puedo sentirme más feliz, orgullosa sabiendo que he servido a mi Señora.

Te miro agradecida, sonriente.

Me besas.

-Te has ganado mi perdón y has comenzado a aprender a controlar tu cuerpo. Ah, la última fase de tu castigo es que tienes prohibido masturbarte durante un mes, a no ser que yo decida aliviarte cuando lo crea oportuno.

domingo, 25 de abril de 2010

La ESCLAVITUD de maría (vista por el Sr Txiria) por Txiria

Me encuentro en el salón de un piso de dos habitaciones (con sus cuartos de baño) y cocina. Voy vestido enteramente de negro y, esta vez sí, llevo todos los aditamentos que no siempre suelo portar; es decir, visto como lo haría un militar en una ocasión de gala, con todos sus galones y complementos.
Llevo puesta una de Mis camisas negras (la más espectacular de ellas) con la corbata de lazo de raso negro, el chaleco negro, Mi pantalón de cuero (por supuesto, negro) y zapatos negros. Mi muñeca izquierda está adornada con una pulsera de plata de eslabones entrelazados y en Mi dedo anular derecho luzco un sello de plata con Mi símbolo grabado en él; si me miro concluyo que voy vestido acorde a lo que requiere la ocasión.
Miro a Mi alrededor y observo a las personas que Me acompañan, 3 hombres y 3 mujeres. Ellos, los tres, van vestidos de negro completo, más clásico AMOBILBO, con una gorra militar y chaleco Fire-brand-Vit y con una camisola negra suelta que resalta aún más su maciza figura el Señor LORDVAGO. Las niñas, por su parte, llevan túnicas tipo árabe recamadas en oro de diversos colores excepto el blanco.
Deambulo ligeramente por el salón acercándome a ellos y a la espera de que llegue la hora en la que hemos decidido empiece la, para Mi al menos, importante e impactante ceremonia. Tengo Mi pelo en-trecano cortado y peinado de forma clásica con la raya a la derecha, y Mis ojos brillan con su gris azula-do.
Tranquilo Amigo, que todo va a salir estupendamente;.- Me dice LORDVAGO con Su característico gesto en la cara mientras la niña que Lo acompaña sonríe alentadoramente.- además, acuérdate de que luego nos esperan una buena cena, jajajaja
Sí la verdad es que todo va a salir bien; estoy seguro de ello.
Caballero que, como siempre, lo tendrás todo controlado.- remacha Firebrand-Vit mientras nalai{Ft} parece querer transmitirme tranquilidad con su gesto.
Sí, sí; que estoy seguro.-vuelvo a indicar.- Por cierto, LORDVAGO, ¿qué Me has dicho de la ce-na????
Los dos sonríen con amplitud al darse cuenta de que Mi aparente tranquilidad es solo eso, apariencia. Además, y para confirmar más su opinión, se diría que estoy evitando de forma consciente a AMOBILBO y a Su preciosa better de AMOBILBO por la parte sustancial que toman en la Ceremonia a punto de co-menzar aunque nada más próximo a Mi intención real.
Con el rabillo del ojo noto que AMOBILBO se Me acerca mientras Su niña sale del salón y, sin poderlo evitar, Me pongo en tensión.
Ya solo faltan 5 minutos, better va a ver si maría necesita algo.- Me susurra Él al oído con contenida emoción.- y Yo Me iré para allá en dos minutos más.
Hago un esfuerzo para que Mi cara refleje la tranquilidad que estoy lejos de sentir y que soy cons-ciente de que todos saben que no existe pero, también sé, que es lo que debo lograr.
De acuerdo, Amigo.- le contesto mientras agarro Su brazo.- en cuanto vayas nos sentaremos y según note el aviso haré sonar la campana. ¿Estás seguro de que la oirás???
Sí, hombre por supuesto que la oiré; que ya hemos hecho la prueba y se oye perfectamente desde la habitación del fondo.
Según AMOBILBO sale del salón indico a los otros 4 invitados que se sienten en los dos sillones de dos plazas que están preparados al efecto; veo que LORDVAGO saca la cámara de fotos y sonrío ner-viosamente en Su dirección. Yo, por Mi parte, Me dirijo hacia un sillón solitario adornado por un paño entretejido en plata que se encuentra situado en el centro del salón.
Me siento en él apoyando indolentemente el codo izquierdo en el apoya brazos. Me siento inquieto pues estoy deseando que todo pase ya, que finalice cuanto antes. Esto es así pues entiendo a la perfec-ción la importancia que tiene el desarrollo de este tipo de ceremonias en éste nuestro mundo y, a Mi entender, la que vamos a celebrar hoy es una de las más importantes que se pueden llegar a efectuar… sino la más importante.
De hecho, Mi inquietud viene de que considero que es el acto más importante de todos en los que he tenido la suerte de intervenir de alguna manera. Quizá esta importancia venga derivada de Mi papel pro-tagonista.
Ya sentado, dirijo Mi mirada alrededor para constatar que todo está en orden mientras Mi pierna de-recha cruzada sobre la izquierda se mece en el aire con suavidad. De un rápido vistazo, compruebo que la colocación del cojín, blanco rematado en ganchillo del mismo color que se halla en el suelo frente a Mí, es la correcta; como al lado derecho tengo una mesa baja en la que se encuentran depositados diversos objetos entre los que llaman la atención una campanilla de plata, un sello, un látigo de colas, un collar y unas tobilleras y muñequeras pero con espacio suficiente para que quepan más cosas.
Sonrío y asiento; LORDVAGO apaga las luces y la iluminación del salón queda encomendada a la luz, más que suficiente, de una docena de velas. Las voces de los 4 que hasta ese momento sonaban en tono normal van descendiendo hasta los murmullos acabando por silenciarse pues llega el momento esperado.
En ese momento se escucha la vibración de la alarma de un móvil puesto para que se sepa la hora pero que no suene. Mi mano se dirige rauda hacia la campanilla de plata colocada en la mesita, tropiezo con ella, evito que caiga y la hago sonar una, dos y tres veces; este sonido es una llamada a la atención para que nos aprestemos a lo que va a ocurrir. Me resisto a dejarla en la mesita mientras miro intensa-mente a la puerta del fondo del salón y, cuando veo que se abre y entra por ella la procesión que estaban esperando, la devuelvo, con un sonido metálico, al lugar donde debe permanecer, mientras apoyo Mi mandíbula en Mi mano.
La procesión entra solemne pero emocionada en el salón y Yo contengo la respiración. A la cabeza de la misma entra el Señor AMOBILBO; Él viene con las manos juntas marcando el paso delante de better de AMOBILBO y de maría, Mi maría. Al verla, el ritmo de Mi respiración se incrementa ligeramente por la cercanía del momento que vamos a vivir.
better de AMOBILBO, porta en sus manos una bandeja decorada en níveo y plata lleva una serie de objetos entre los que podemos destacar una cuerda blanca y una correa. Va con un cuidado casi religioso pues se ve que desea llevar a cabo la labor encomendada con una precisión y una exactitud que transciende desde el menor de sus gestos.
Por su parte, maría de Txiria (Mi niña y Mi sol) porta en sus manos otra bandeja en la que, en este caso, destaca una rosa roja entera.
Viene diferenciada respecto de las demás no solo en el vestido que la adorna (de bailarina árabe con un cinturón color rosa fuerte; el pecho cruzado por un chal en negro y una falda también negra llena de aberturas laterales) sino en la honda emoción que la embarga. Además, por las aberturas de que por su falda van saliendo alternativamente cada una de sus piernas calzadas con unas altas sandalias negras de 13 cm de tacón; el velo que enlaza su cintura hace que las pequeñas monedas plateadas tintineen en su avance, en cada paso que da, marcando más la solemnidad del mismo.
Destaca en su atuendo el hecho de no llevar ni una sola joya o adorno añadido a su belleza.
La procesión se detiene justamente delante del cojín colocado en el suelo. De esta forma, llegan ante Mí, y mientras separo Mi cabeza de la mano con un pequeño esfuerzo, veo que el caballero AMOBILBO se ha parado esperando una señal de Mía para empezar la ceremonia.
Ante Mi asentimiento, el Caballero se desplaza ligeramente hasta la derecha del cojín mientras better de AMOBILBO y Mi niña maría van a colocar las cosas que traen en las bandejas en la mesita auxiliar donde están el resto de los elementos; vacilan (no han quedado de acuerdo en quien las pone primero), se sonríen y las colocan seguido a un apresurado susurro; este pequeño suceso se atribuye, sin decirlo, a la emoción existente.
Acabadas de colocar ambas bandejas, better de AMOBILBO se coloca al lado izquierdo del cojín; mientras que el Señor AMOBILBO toma a maría de la mano y la sitúa arrodillada sobre el cojín, frente a Mí pero en el extremo más alejado; Él mismo se sitúa al lado derecho de Mi niña permaneciendo de pie.
Hasta el momento todo se ha desarrollado en un sepulcral silencio; en ese instante, el Señor AMO-BILBO Me mira, sonríe y toma la palabra como Amigo, que lo es, tanto de la esclava ofrecida, a la que va a presentar, como Mío; toma la palabra para hablar en beneficio de la sumisa dando un testimonio de la misma (un testimonio que no es necesario pues conozco las virtudes de Mi sierva tan bien o mejor que cualquiera pero que entra profundamente en Mi alma como parte de la Ceremonia, del camino sin retorno que se va a concretar en la misma) con las siguientes emocionadas palabras:
“Queridos Amigos, querido Sr. Txiria:
Te presento a maría, Mi amiga, nuestra amiga, pero sobre todo y ante todo, Tu sumisa, una sumisa formada y capaz, cuya vida está orientada hacia el modo de vida reflejado en las siglas D/s; es decir que está decidida a servir con orgullo a el AMO que sirva para dominarla. Y por eso, hoy, 18 de noviembre, cuando se cumplen tres años de su entrega a Ti, quiere dar un paso más en su esclavitud, esperando tengas a bien aceptar su ofrecimiento.
Y para convencerte nada mejor que recordarte sus méritos y virtudes. Sus méritos se reflejan en una vida dedicada en los últimos años a profundizar en todos los aspectos del BDSM; sus virtudes en su capacidad de servicio y entrega que la hacen ideal para el AMO que sea capaz de captar el fondo de su alma, que la hacen ideal para Ti.
¿Acaso hay que decir algo más? ¿Importa su aspecto físico o su edad? No, como en todo los aspec-tos de este modo de vida nuestro lo que importa es lo que se encuentra en el interior no en el exterior. Y en este sentido es mucho lo que ella tiene que ofrecer.
Sin más os ruego que prestéis atención a su ofrenda.”
El Sr AMOBILBO ha hecho Su presentación con voz firme pero emocionada; Su cabeza ligeramente ladeada mientras leía el texto que traía preparado y que representa uno de los secretos de la presente ceremonia. Al finalizar, Me mira con media sonrisa esperando que el mismo haya sido de Mi agrado.
Lo ha sido pero… Mi gesto delata la contradicción entre lo que deseo hacer y lo que logro hacer, pues revela el esfuerzo que preciso llevar a cabo para aparentar la calma que creo debería sentir.
Pasa un segundo de emocionado y profundo silencio y, al percatarme de la mirada interrogadora de AMOBILBO, doy un paso ligeramente precipitado al siguiente momento de la Ceremonia.
Miro con una sonrisa a maría y, con un asentimiento leve de Mi cabeza, Me dirijo de forma directa a ella con estas palabras:
¿Ha venido ud. libremente y sin coacción a someterse a Mi servicio, el del Señor Txiria?
Mi esclava, maria, responde fijando la mirada, una mirada entregada y sentida que llega al interior de Mi corazón, de forma modesta pero decidida en Mis acuosos ojos:
Así es, Señor
¿Acepta libremente que la duración de su servicio es indefinida a partir de hoy día 18 de Noviembre de 2006?
Gustosamente acepto, Señor
¿Renuncia ud. a partir del día de hoy a cualquier apariencia de libertad ficticia tanto física o mental como moral en beneficio de su AMO?
Renuncio con agrado, Señor
¿Usted jura solemnemente que usted llevará a cabo su servicio lo mejor posible, que se dará comple-tamente a su AMO, sin poner ningún obstáculo a su voluntad, durante la duración de su servicio?
Así lo juro, Señor
¿Qué ofrendas ha traído ante nuestra presencia como expresión del servicio que desea ofrecer?
Traigo mi cuerpo, mi moral y mi mente que ofrezco a mi AMO – responde desnudándose su pecho del chal que lo cubre con el auxilio de better de AMOBILBO.
Traigo mis votos que representan la condición de esclava de mi Dueño.
Traigo una rosa que representa la inocencia de mis intenciones.
Traigo la cuerda con la que deseo representar mi atadura a Ud.
Traigo este anillo en el que una de sus partes se sobrepone a las otras como Ud. se sobrepone a mí.
Traigo esta correa que representa Su guía y Su dirección en mi viaje por la vida
Lea ud. los votos a los que se compromete con su AMO
maría agacha su cabeza hincando la mirada en el pergamino con los votos y leyendo con voz temblo-rosa que llega bien dentro de Mi alma:
Me comprometo solemnemente a obedecerle inmediatamente, sin reserva y sin vacilación en todo lo que usted pida de mí.
Me comprometo solemnemente ser hermosa a Sus ojos, y sonar graciosa a Sus oídos.
Me comprometo solemnemente a servirle de la forma que UD. desee con todo mi cuerpo y mi alma en todo lo que usted desee de mí.
Me comprometo a que no habrá en este mundo, para mí, nada ni nadie más importante que llevar a cabo Su servicio.
Recibo tus votos y acepto examinarte para confirmarte como Mi esclava.- contesto, con voz que creo firme.
Acaricio ligeramente la cara de Mi prometida esclava, con delicadeza, pues sé que va a suceder el hecho glorioso, algo especial y único que solo sucede cuando la comunión entre las personas es real e intensa; maría, Mi niña, Mi esclava, se Me va a entregar incondicionalmente y lo va a realizar pública-mente, ante testigos para que nadie pueda tener la más mínima duda que dicha entrega es voluntaria y decidida por ella misma.
La caricia no es, pues, más que una muestra del aprecio que siento por ella pues se va a hacer evi-dente lo que es; aquello en lo que se ha convertido con el tiempo, en Mi joya preciada; en Mi mayor po-sesión; en Mi única posesión realmente importante.
Sin embargo, las ceremonias tienen su propia lógica y, para llegar a esa evidencia ante los ojos de todos, el hecho debe de ser evidenciado mediante un pequeño reconocimiento en el que se confirmará la aceptación libre y gozosa de la nueva situación por parte de la misma.
Para llevar a cabo esta parte de la Ceremonia Me propongo mantener Mi voz lo más firme posible, in-tentando (sin conseguirlo totalmente) controlar Mi emoción y nerviosismo; considero el momento de gran trascendencia de cara a la vida de ambos pues Yo nunca había considerado necesario llevar a cabo semejante confirmación con las otras personas que habían estado a Mi servicio previamente.
Cierro los ojos y rebusco en Mi cabeza las fórmulas que harán que, en este momento, la entrega de maría sea aún más evidente ante todos los presentes; que el reconocimiento del servicio de maría sea público y notorio.
Repita después de Mí. - empiezo hablando.- Soy su Amo, Dueño y Señor.
Usted es mi Amo, Dueño y Señor.- contesta ella
Usted es Mi esclava.
Soy Su esclava
su cuerpo y su mente son Mías.
mi cuerpo y mi mente son Suyas
No tendrá otra voluntad que la Mía.
No tendré otra voluntad que la Suya
Obedecerá Mis palabras y Mis deseos.
Obedeceré Sus palabras y Sus deseos
Dicho esto y, con exquisito cuidado, tomo las ropas que quedan sobre el cuerpo de maría poco a poco; desnudo su cuerpo con la misma emoción con la que lo hice la primera vez y aparto de ella esas prendas que la tapaban hasta que queda vestida únicamente por un tanga y sus sandalias.
El hecho de que el silencio de la sala sea sepulcral demuestra que todo el mundo presiente, sabe en su interior, que la ceremonia se dirige hacia su clímax; hacia el momento más importante de todos.
Miro a AMOBILBO solicitando Su ayuda para tomar los elementos de marca e ir imponiéndoselos por importancia descendente en el cuerpo de la renacida esclava; el precioso cuerpo que he dejado al des-cubierto y Me pertenece.
Desnuda viene a mí, su voluntad también estará desnuda. Reciba sus símbolos de esclavitud. – Con estas palabras inicio esta importante parte de la ceremonia.- Con esta pulsera grabada que nunca se quitará mientras Me pertenezca, renuncia a su nombre a favor del de “maría de Txiria”; no será conocida de otra forma.
Mientras digo estas palabras coloco con un solo movimiento (un movimiento más prolongado de lo debido y ensayado pues, por la emoción, Me cuesta llevarlo a cabo) en la muñeca izquierda de la esclava una pulsera grabada con el triskel del BDSM, el nombre de “maría de Txiria” y Mi propio símbolo. Dedico todas Mis fuerzas a centrarme en lo que estoy llevando a cabo abstrayéndome de los gestos y caras del resto de los presentes.
Y así poco a poco, con la emoción contenida pero exudando por los poros voy imponiendo los dife-rentes símbolos del asumido nuevo “status” de la esclava “maría de Txiria”, acompañados de la corres-pondiente letanía:
- marco a la esclava en su nalga derecha con Mi sello.
- la rocío con un perfume nuevo.
- la adorno con joyas en brazos, orejas y dedos.
- coloco en su cuello un collar de cuero negro triangular decorado con las letras “T X I R I A”.
- coloco las muñequeras y las tobilleras en sus muñecas y tobillos.
- por último, defino, con una leve azotaina, los límites del placer y el castigo que podrá llegar a recibir.
Cuando acaba la imposición de las marcas, Me vuelvo despistado hacia las ofrendas que han traído las sumisas en las bandejas. Con cuidado, con cariño, con emoción y comprensión deshojo la rosa en-cima de ella; la ato el cuerpo con delicadeza, uno la correa que simboliza la guía que Me entrega a su collar…
Percibo como todo el mundo entiende que el momento es solemne; que lo que está sucediendo ahí no sucede todos los días ni en cualquier forma de relación; que lo que se presenta ante los ojos de los-presentes es la entrega de forma libre, sin ningún tipo de coacción, del absoluto de la vida de la esclava (mente, cuerpo y alma) al que desea que sea su Amo y la aceptación voluntaria y responsable de la misma por parte de este Último con la conciencia de lo que dicha aceptación conlleva.
Se palpan en el ambiente los sentimientos de los presentes; sentimientos de alegría, de tensión, de complicidad, de emoción,…
En este instante, tomo una ligera distancia de Mi esclava mientras hago una pequeña pausa para ob-servar mitad interesado, mitad emocionado a la preciosa mujer que se Me entrega.
Ahora póstrese ante Mí. .- digo de pronto de forma autoritaria y firme; he recuperado Mi voz.
La renacida esclava se arquea hasta que su frente toca el suelo ante Mí, y Yo pongo Mi pie sobre su cabeza, pisándola, en el viejo rito de la toma del esclavo.
Soy tu Amo, Dueño y Señor. Y no serás de ningún otro mientras Yo te posea.- digo, con la voz ya fir-me y tranquila aunque presa de la emoción.- He hecho que despiertes de tu sueño y te he traído al reino de Mi voluntad. Es por ello que voy a darte nueva vida y nueva presencia.
Con está túnica blanca te visto simbolizando el nuevo empiece en esta vida en la que no te pertene-ces.- comento mientras tomo una nívea túnica recamada en oro (similar a las que llevan el resto de las sumisas presentes) y la visto.
A continuación, el Sr. Txiria, Yo mismo, como Amo renovado, toma a la esclava, ya maría de Txiria para siempre, de las manos y la levanta del suelo.
Pongo Mi mano en su mandíbula y, con una caricia y un beso, hago que mire Mis ojos hasta que su mirada entregada y feliz baja ante la Mía intensa y posesiva, finalizando de esta forma la Ceremonia.
A partir de aquí, la tensión presente en el salón se disipa y todos los presentes se dirigen a felicitarnos a ambos con alegría y emoción ya no contenida.
Lo que luego sucedió……… no es un tema que se incluya en la presente narración.

lunes, 5 de abril de 2010

TARDE DE TRABAJO por rahab de AmoF

Perdida en una montaña de papeles y absorta entre ellos, Soul estaba concentrada en su trabajo, ese que tanto le preocupaba y tanto le tensaba últimamente. Esa tarde había decidido irse a casa, buscando esa calma que tanto ansiaba y que no era capaz de encontrar. Como ya era costumbre, cuando entraba en su casa se quitaba toda la ropa y se ponía su collar, ese que su Amo le había entregado unos meses atrás. Había días que no se ponía nada, y otros, como ese, que se había puesto un kimono de seda, que tapaba lo justo.

El sonido de su teléfono le hizo volver a la realidad. Descolgó sin mirar:

- Si? – contestó con el piloto automático mientras escuchaba la respiración del que estaba al otro lado, que tardaba en contestar
- Con quien hablo? - dijo Él
- Soy su puta mi Amo
- Voy de camino a tu casa
- Sí, mi Amo, gracias.

En el momento en que colgaba el teléfono, todo su cuerpo se aceleró, no lo esperaba, pero estaba sumamente emocionada. Hacía días que no se veían y ella necesitaba que la calmara, que le quitase ese bloqueo mental de los últimos días, y sobre todo, necesitaba sentir el poder que Él tenía sobre ella.

A toda prisa, recogió todos los papeles del trabajo y los guardó en su maletín. No sabía cuánto tardaría en llegar, podían ser diez minutos o dos horas, y ella debía estar preparada para Él. Subió las escaleras mientras se atusaba su larga melena, entró en su habitación y se puso delante del espejo, se pintó los labios “rojo manzana de caramelo” y se quitó el kimono, para observar su cuerpo desnudo.




Ahí, frente al espejo, recordó su última visita… Él le había colocado ese espejo, para que ella aprendiera a mirarse, para que explorara su cuerpo, ese cuerpo que ya no le pertenecía. Y en ese mismo lugar, le hizo ponerse de rodillas, con las piernas separadas, mientras Él se sentaba en una butaca a su lado. Soul se quedó mirando a su Amo a través del espejo, esperando que le diera instrucciones, pero Él le respondió con una media sonrisa, pícara y juguetona (sabía de su timidez) que ella supo interpretar. Estaba nerviosa, pero a la vez excitada, notaba como se humedecía y como se endurecían sus pezones.

Comenzó a tocarse los pechos, cogiendo uno con cada mano, al principio suave y poco a poco subiendo su intensidad, apretándolos y juntándolos, para seguir con sus pezones. Los frotaba, jugaba con ellos, haciendo círculos alrededor, los pellizcaba y estiraba mientras su excitación iba en aumento y su lujuria mojaba su ingle. Su cuerpo comenzaba a balancearse levemente. Aunque mantenía sus ojos en su cuerpo, en sus gestos, en su placer, podía sentir la mirada de su Amo, y esperaba que apreciara esa necesidad latente de bajar sus manos hacia su coño. Soul se le quedo mirando, buscando su aprobación, mientras Él asentía con la cabeza.

Terminó de apretar sus pezones y bajó sus manos lentamente, deleitándose en su cuerpo, pasando con cierta intensidad por su cintura y su vientre, para colocar cada una de sus manos en sus labios mayores. Los cogió y los abrió, enseñando todo su coño a su Señor, que la miraba complacido. Con todos los dedos de su mano derecha, comenzó a jugar con sus labios, con su clítoris, presionando y moviéndolos en círculos, subiendo y bajándolos, mientras su humedad aumentaba y su respiración era más agitada. Sus dedos eran cada vez más incisivos y buscaban introducirse dentro de ella, mezclarse con sus fluidos y rendirse a la pasión. Empotró sus dedos anular e índice, con cierta violencia, para ir metiéndolos y sacándolos, en un ajetreado vaivén, mientras con su dedo pulgar presionaba su clítoris. Aumentaba el ritmo y sus gemidos estaban cada vez más presentes, más sonoros, más intensos, su piel se erizaba y su cuerpo se estremecía, no podía resistir:

- Amo, da permiso a su puta perra para que se corra?
- Si perra viciosa, da salida a tu lascivia

Soul siguió moviendo sus dedos, entraban y salían de su coño a un ritmo frenético, fuerte, hasta que comenzó a tiritar y sus ojos se cerraron para que su cuerpo fluyera, mientras un escalofrío acompañado de un intenso gemido recorría su columna desde el coxis hasta la nuca. Sacó sus dedos y se los metió en la boca, para chuparlos y lamerlos, apreciando el sabor de su vicio, mirando agradecida a su Dueño. Se dejo caer hacia delante, colocándose a cuatro patas, agachó la cabeza y dijo:

- Gracias mi Amo

El reloj del campanario dio las seis de la tarde y le hizo volver en sí, volvió a verse en el espejo recordando, con una amplia sonrisa en su cara. Revisó que todo estaba en su sitio, se puso el perfume que Él le había regalado y los zapatos de tacón rojos acharolados. Bajó las escaleras y se colocó desnuda, con su collar y sus zapatos, a la entrada de su casa, a esperar a que Él llegara. Estaba en la posición karta, que dirían en la Contratierra, con la frente apoyada en el suelo y no podía ver nada, de manera que su oído estaba de lo más afinado, y con el más mínimo ruido su cuerpo se alertaba. Estaba nerviosa, ansiosa, caliente, deseosa…

No sabía el rato que había pasado, cuando oyó las llaves girar en la cerradura. Su cuerpo se tensó mientras se aceleraba su respiración. Estaba emocionada de poder estar a su lado otra vez.

- Buenas tardes, como esta mi perra?
- Bien mi Amo, muy agradecida por su presencia.
- Perra, incorpórate, sube al cuarto y colócate mirando a la pared
- Si mi Amo

Soul se levantó, manteniendo la cabeza agachada y mirando al suelo y subió con la máxima celeridad a la habitación que Él había preparado como mazmorra. Era una habitación mediana, tenía mucha luz, pero habían colocado unas cortinas rojas que creaban un ambiente de lo más sugerente, dejando una iluminación tenue. Encendió unas velas y se coloco frente a la pared, puso cada unos de sus pies a un lado de los topes y con sus manos se agarro a las argollas, quedando su cuerpo es aspa.

Que estaría haciendo su Amo? Cuando iba a subir? Que le iba a hacer? Empezaba a sentir un ligero cansancio en sus brazos y piernas, cuando escuchó como subía por las escaleras. Entró en la habitación sin hacer demasiado ruido, y se fue acercando a ella, hasta que Soul sintió su respiración en la nuca.

- Confías en tu Amo, perra?
- Si mi Amo, estoy en sus manos
- Bien – dijo El.

Se separo de ella y se colocó unos pasos atrás. Soul estaba a la merced de su Amo, en sus manos, su mente había parado y solo sentía. Sentía esa intensidad, esa complicidad que tanto le calmaba y que solo Él era capaz de provocarle, esa excitación. De repente, oyó como algo rozaba el parquet, era un ruido seco, grave, algo arrastraba… Era su látigo, Soul apretó sus nalgas inconscientemente, esperando a recibir en cualquier momento el primero de los pasos que le llevaban a la libertad, a la calma, a esa paz interior que necesitaba…

“Zasssss”, su cuerpo dio un respingo mientras recibía el primer latigazo en sus nalgas.

- Gracias mi Señor – dijo Soul, en un tono lo más tranquilo que pudo
- Gracias mi Señor – volvió a repetir con el segundo latigazo, y así, tras cada uno de los que recibiría en sus nalgas, en sus muslos y en su espalda.

Con cada golpe que recibía, sentía dolor, sentía placer. Notaba como su cuerpo estaba cada vez mas dolorido, más frágil, como su fuerza se iba debilitando con cada azote, como su alma se salía de su cuerpo, como su excitación aumentaba, hasta ese punto de inflexión en el que dejaba de sentir dolor y su lujuria la envolvía, ese punto en el que era libre y se podían escuchar gemidos cada vez más fuertes, ese punto en que el placer de entregarse a su Amo, de demostrarle que aguantaba por Él, la embargaba.

- Date la vuelta zorra
- Si mi Amo

Soul se giró, apoyó su espada en la pared y subió sus brazos, pero le quedaban pocas fuerzas, así que su Amo le tiró unas muñequeras y tobilleras para que se las pusiera. Las recogió del suelo y se las puso rápidamente, para que su Dueño la atara a las argollas, volviendo a ponerla en aspa. Soul agacho la cabeza pero pudo ver como su Dueño cogía la cola de gato y se acercaba a ella.

- Estas cachonda puta?
- Si mi Amo

Su Dueño empezó a golpearle el coño, primero más suave y cuanto más se humedecía, más fuerte. Soul sentía un calor terrible, bien por la pasión, bien por los azotes continuos que recibía. Su vicio hacía que chorreara, que sus muslos brillaran, así que su Amo se acerco y le metió un plug en el culo y un vibrador en el coño.

- Ni se te ocurra correrte perra
- No mi Amo – dijo ella suspirando

Soul aguantaba como podía, haciendo verdaderos esfuerzos porque su excitación no fuera más allá, mientras Él azotaba su cintura y sus pechos, con gran violencia, marcando el ritmo al que su cuerpo se mecía, marcando el ritmo de sus gemidos, de su respiración. Cuando su cuerpo estaba rojo, marcado, ligeramente hinchado, y sus piernas y sus brazos de lo mas doloridos, en ese punto de éxtasis total entre placer y dolor, su Amo la desató y ella cayó directa al suelo. Se puso a cuatro patas como la perra que era, y fue gateando para colocarse a los pies de su Amo. Él la cogió por el pelo y la incorporó, quedándose de rodillas y su cara a la altura de la entrepierna.

Soul se dispuso a desabrochar el botón y la cremallera del pantalón de su Amo, y ya pudo notar como su verga estaba dura. Retiro el bóxer y la cogió con la mano para sacarla. Empezó a lamerla, intentaba ir con calma pero entre la situación y los vibradores, no conseguía controlar su excitación y estaba sucumbiendo a sus instintos más básicos. Se metió la polla en la boca para chuparla, y así lo hizo, jugando con su lengua, saboreándola, succionando. La metía y sacaba de su boca profundamente, apretando sus labios, notando como llenaba su boca, como le faltaba el aire cuando rozaba su garganta. De repente, su Amo la cogió del pelo y la acerco a Él hasta que estuvo pegada a su cuerpo, y así, comenzó a follarle la boca, rápida e intensamente, para correrse dentro de ella. Soul apretó sus labios para ir sacando lentamente la verga de su boca, mientras iba tragando el regalo que su Amo le estaba haciendo. Cuando la saco de su boca, su polla estaba limpia, Soul pasó su lengua por sus labios, buscando los últimos restos de su lefa para saborearlos, esperando ansiosa a que su Amo le diera permiso para correrse…

Este es un relato creado por rahab de AmoF.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ;)
Mi blog: http://www.pantera-de-las-nieves.blogspot.com/

miércoles, 3 de marzo de 2010

La aceptación definitiva por T Cabot

Esta semana la sumisa debía pasar unas pruebas antes de ser aceptada definitivamente en la cuadra y estaba nerviosa pues no sabía cuáles serían las pruebas pero deseaba superarlas y poder tener el placer y el premio de pertenecer a su Dueño.
Pasé por la estación a buscarla, se bajó del tren con una maleta pequeña, me buscó con la mirada ansiosa y al verme una amplía sonrisa se dibujó en su rostro para bajar la cabeza de inmediato.
"Hola, mi preciosa sumisa, ¿cómo ha ido el viaje?" "Bien, mi Señor, gracias por preguntar, mi Señor, su esclava le pide perdón por haber levantado la vista" "No te preocupes, no lo tendré en cuenta por esta vez, que llevas en la maleta?" "Lo que el Señor ordenó a la esclava, un par de faldas, dos blusas, unas braguitas y sujetador y las cosas de aseo" Sin añadir nada más nos dirigimos al coche, al llegar a aparcamiento, me quedé parado para ver la reacción de la esclava, la esclava se quedó parada haciendo el gesto de abrir la puerta pero se dio cuenta a tiempo de su error y se quedó quieta esperando órdenes, le indiqué que colocara la maleta en el maletero y se colocara delante, tras dar las gracias y acomodar su escaso equipaje, se colocó en el asiento delantero con las piernas ligeramente abiertas, me acomodé y nos fuimos, durante el trayecto comprobé que obedeciendo mis órdenes no llevaba ropa interior, acaricié su coño que se empapó casi al momento y pasé mis dedos por su pubis mientras ella se arqueaba y subía su falda para facilitar mis movimientos y gemía suavemente. "¿Cuánto lleva mi esclava sin tocarse?" "Desde hace un mes, mi Señor, como mi Dueño indicó" "Estás muy caliente, ¿verdad?"
"Sí, mi Dueño, su esclava está como una perra en celo deseando que su Amo la use como desee" Paré en una cafetería para tomar un bocado y la esclava se quedó de pie delante del coche esperando permiso para bajarse la falda, se lo di y entramos en el local, me senté y mi esclava lo hizo a continuación sin esperar mi permiso, se dio cuenta y, con un gesto asustado, se levantó y bajó la cabeza, le di permiso para sentarse y pedí las consumiciones sin que ella abriera la boca; mientras tomábamos las consumiciones en una mesa retirada aproveché para jugar con mi pie con el coño de la esclava y observar sus esfuerzos para no gemir ni correrse, al cabo de un rato nos fuimos para gran alivio de la esclava que se notaba que no lo soportaría mucho más, llegamos a casa sin más contratiempo y en el garaje de la casa mi esclava se quedó quieta y de pie mientras yo le colocaba su collar y correa y levantaba su falda y abría su blusa y la llevaba así al ascensor mientras ella sujetaba su equipaje y temblaba ante la posibilidad de ser vista por los vecinos. Llegamos al piso sin ser vistos por los vecinos, entré en casa y la esclava esperó en la puerta el permiso para pasar, tras recibirlo entró, dejó su maleta y se desnudó totalmente, se quedó de pie, piernas abiertas, mirada baja y manos en la espalda, la tomé por la correa y la llevé al salón y me senté

"esclava, colócate en posición sumisa"

"sí, mi Señor"

.Al momento la esclava se colocó de rodillas frente a mí, con la frente tocando el suelo y los brazos cruzados delante de la cabeza, me entretuve admirando su pose y acercando mis pies a su cabeza para jugar con su pelo y ver como besaba los zapatos de su Amo.
"Ve por la fusta mi obediente perrita, la tienes en su sitio, el armario de los juguetes"

Se levantó e hizo ademán de ir al armario

"¿tu Amo te ha dado permiso para levantarte, perra torpe?" "No, mi Señor, la perra torpe pide disculpas a su Dueño por ser tan torpe y estúpida"

Se puso a 4 patas y se acercó al armario donde se quedó quieta

"Puedes usar las manos para abrir la puerta, perrita torpe, pero debes aprender a hacerlo con la boca, para eso tu Dueño pone las cosas en lugares accesibles" "Gracias por ser tan comprensivo con esta perra torpe, mi Señor" Tras coger la fusta y ponerla en su boca se acercó gateando y la depositó en mi mano al tiempo que las lamía para compensar su fallo

"Ponte en posición de inspección, tu Amo debe examinar la mercancía antes de comprarla"

De inmediato se colocó de rodillas, piernas bien abiertas, mirada baja y las manos entrelazadas tras la nuca y la espalda ligeramente arqueada para ofrecer mejor los pechos, con la fusta recorrí todo su vientre, el contorno de los pechos, su pubis, brazos y muslos mientras la esclava gemía por la excitación

"Da la vuelta, perra torpe"
Se giró rápidamente sin perder la postura y arqueó hacia delante la espalda para ofrecer mejor su culo, con la fusta fui dando pequeños azotes por su espalda, hombros, muslos y culo. "¿La esclava ha limpiado sus orificios?" "Mi Señor, la esclava ha aseado su coño pero por los nervios del viaje se olvidó limpiar su ano, la esclava ruega disculpas a su Dueño". "Debería echarte a la calle, sucia perra; ¿acaso esperabas que tu Dueño usara el asqueroso culo de la esclava y ensuciara su polla con su mierda?". "No, mi Señor, su perra torpe sabe que debe aprender mucho y ruega no la eche de su lado, mi Dueño, la perra torpe se esforzará para complacer a su Señor y espera el justo castigo por su torpeza y suplica una oportunidad a la Luz que le guía y no ser repudiada como merece". "Bien, perra, tu Amo desea enseñar a la perra a comportarse como tal, debería ponerte como nombre "sucia perra estúpida" y grabarlo en tu collar, más adelante decidiré el castigo, entre tanto, ponte de pie para continuar la inspección y te quedas con ese nombre". "Sí, mi Señor, la sucia perra estúpida agradece a su Dueño su bondad y el honor de recibir el nombre que su Amo sabiamente ha escogido para la torpe esclava". Tras palpar bien todo su cuerpo, pellizcar sus pechos, muslos y culo, metí tres dedos en su coño y me entretuve masturbando a la esclava, ésta comenzó a gemir y adelantar el coño para facilitarme el movimiento, se mordía los labios intentando mantener la compostura y no correrse, cuando noté que estaba a punto, paré y metí mis dedos pringados en su boca, lamió con avidez sus jugos hasta limpiar totalmente mis dedos. "Bien, sucia perra estúpida, basta por el momento, vamos a dejar tus cosas"

Recogió su maleta y me siguió a la habitación donde le indiqué que la colocara en un rincón y me siguiera a la cocina, donde tenía las cosas de la cena preparada. "Ahora tu Señor desea ver si la sucia perra estúpida es capaz de preparar y servir la comida, tienes 10 minutos para presentarte con la cena ante tu Amo en el salón"

Sin añadir nada más la dejé en la cocina y me fui al salón, a los 10 minutos justos se presentó en la puerta, se quedó dudando si entrar y sin levantar la mirada pidió permiso

"mi Señor, la sucia perra estúpida solicita permiso para pasar y servir a su Dueño"

"Puedes pasar y comenzar a servir, sucia perra estúpida". La cena transcurrió sin contratiempos, la esclava se quedaba con los platos en la puerta hasta recibir permiso, tras completar la cena, se quedó a mi lado esperando, la miré mientras acariciaba su culo

"esclava, ¿cuánto llevas sin comer?"

"mi Señor, la sucia perra estúpida lleva sin comer desde la mañana"

"¿Deseas comer, sucia perra?"
.
"Sólo si mi Señor lo desea, la sucia perra estúpida sabe que no merece el premio de la consideración de su Amo y que no es más que un estúpido animal al servicio de su Dueño". "Muy bien, sucia perra estúpida, me ha gustado la respuesta, una estúpida perra no merece más que humillaciones, no te has ganado aún ser considerada esclava pero puedes comer las sobras que tu Amo te ha dejado en tu bol y beber el agua mezclada con la orina de tu Señor"

Tras agradecer el permiso la perra se abalanzó sobre su comida y la terminó sin usar las manos, como le había enseñado.

Tras recogerlo todo, como le ordené, regresó al salón y se colocó a mis pies con su cabeza apoyada en ellos y la correa en mis manos mientras reposaba.

Tras unos minutos, la miré, tiré de la correa y levanté ligeramente su cabeza

"sucia perra estúpida, ahora tu Amo debe higienizarte antes de acostarte a los pies de su cama"

"Sí, mi Señor, la sucia perra estúpida agradece a su Amo que pierda tiempo con este estúpido animal que no merece tanta consideración"

Nos dirigimos al baño y la coloqué en la bañera, a 4 patas y me entretuve dirigiendo el chorro de agua templada por todo su cuerpo y pasar una esponja jabonosa por todas partes, luego desenrosqué el telefonillo de la ducha y con la manguera introduje medio litro de agua tibia en su ano, le coloqué un tapón anal y le dije que contrajera su esfínter para que no se escapara nada puesto que le haría lamer cada gota que escapara; con gran esfuerzo soportó todo el proceso. Al cabo de unos minutos, le permití evacuar todo el contenido, con gran alivio soltó todo el agua mezclada con sus heces y también se le escapó un pequeño chorro de orina.

"mi Señor, la sucia perra torpe agradece ser higienizada por su Amo y pide disculpas por orinar sin Su permiso"

"Bien, perra, esto se suma al castigo por no ponerte el enema antes de venir"

"Sí, mi Señor, gracias por corregir a la sucia perra estúpida". Tras secarla nos trasladamos al salón, cogí mi fusta y le ordené ponerse en la posición de castigo: piernas bien abiertas, manos entrelazadas encima de la cabeza: até sus manos a una argolla del techo y trabé sus piernas con una barra. Tras recorrer su cuerpo suavemente con la fusta, le indiqué el castigo

"¿Cuántos azotes cree la sucia perra que merece?"

"La sucia perra estúpida merece todos los azotes que su Amo desee y en la forma y lugar que la Luz de su vida desee"

Comencé suavemente con las nalgas, 10 en cada una mientras aumentaba la fuerza

"Uno, gracias mi Dueño por educar a la sucia perra estúpida"

"Dos, gracias mi Amo por perder su tiempo con la sucia perra estúpida"

....
"Diez, gracias mi Señor por adiestrar a la sucia perra estúpida".

Tras el culo, proseguí con diez en la espalda y cinco en el coño

"Uno, gracias mi Amo por calmar el caliente coño de la sucia perra estúpida"

...

Luego, antes de desatarla, pasé una crema calmante por las marcas para aliviar el escozor, la desaté y me senté en el sillón, si decirle nada, se colocó a mis pies, levanté su cabeza y la puse en mis rodillas, mientras le acariciaba el pelo, comentamos cómo había ido el día y sus sentimientos.

"¿Cómo está la sucia perra estúpida?"

"mi Dueño, mi Sol, la sucia perra estúpida está feliz a los pies de su Amo y por ser entrenada y usada por su Dueño". "¿Dispuesta a seguir?". "La sucia perra estúpida desea seguir hasta dónde su Amo quiera llevarla y espera no defraudar la confianza de su Amo". Tras cogerla de la correa, nos fuimos al dormitorio, le abrí las piernas, le masturbé unos minutos, luego le puse un consolador en el coño y otro en el ano, até sus manos a la espalda y la tumbé a los pies de la cama

"¿Estás cómoda, mi perrita?"

"mi Señor, la sucia perra estúpida está cómoda por que está en la postura que su Amo desea"

Tras darle un beso en la cabeza le di permiso para dormir. A la mañana siguiente me desperté al sentir a la perra moviéndose a mis pies, le sonreí, le di los buenos días y me respondió

"mi Señor, la sucia perra estúpida le da los buenos días y espera no haber molestado al Señor con su movimiento"

Tras decirle que no y acariciarla, le retiré los consoladores, la hice limpiarlos con la lengua, la desaté y nos fuimos a baño, la coloqué al lado de la taza y fue lamiendo el chorro de orina que caía en la taza, tras asearme y darle permiso para hacer lo mismo, le ordené preparar el desayuno. Me lo llevó al salón y le pregunté:
"¿No desayunas, perra?"

"Perdón, mi Señor, la sucia perra estúpida no preparó nada para ella por que no recibió orden de su Amo"

"Prepara un café con leche y una tostada para ti"

"Gracias mi Amo"

Después de desayunar, abrí su maletín y escogí una falda de vuelo, a medio muslo, el sujetador y la blusa a juego, semitransparente.

"Vamos a comprar un collar de prueba y dar un paseo"

"Sí, mi Señor, gracias por dignarse escoger ropa para la sucia perra estúpida". Tras vestirme nos fuimos a por el coche, le permití ir delante, piernas abiertas y falda ligeramente remangada; aparqué en un centro comercial, dimos un paseo mirando cosas y entramos en una tienda de mascotas, tras mirar un rato y probar modelos, elegí uno morado con remaches y cadenitas. Nos fuimos al dependiente y le pregunté

"¿Podemos grabar este collar?"

"Sí, caballero, elija una placa"

Elegí una con dibujos en los extremos

"Buena elección, ¿qué nombre ponemos?"

"sucia perra estúpida"

El dependiente me miró extrañado y sin saber si era broma. Al ver que le miraba serio y tranquilo, hizo un ademán con los hombros y lo grabó; miré a mi esclava y vi que estaba nerviosa y excitada. Al traer el collar, el dependiente preguntó si lo envolvía

"No gracias, lo llevamos puesto"

Lo cogí de su mano y lo coloqué en el cuello de la esclava, estaba preciosa y muy ruborizada, el dependiente nos miraba alucinado; miré a la esclava

"¿qué se dice?"

"Gracias, mi Señor por escoger tan bonito collar para la sucia perra estúpida"

Tras escoger una correa a juego, pagué y salimos

"sucia perra, no te voy a colocar la correa, debes aprender a caminar sin necesidad de sujetarte"

"Gracias, mi Señor"

Se colocó detrás y a un lado, con la mirada baja y muerta de vergüenza, paseamos por el centro y entramos en una tienda de ropa, miré un rato mientras la dependienta y una clienta nos miraban; escogí una falda corta, una blusa casi transparente y un conjunto de sujetador y braguita y tanga. La dependienta, tras mirar a la esclava indicó que el probador estaba al fondo

"No hace falta, ¿verdad, perrita?"

"No, mi Señor, la perra se lo probará aquí si a la Señora dependienta no le ofende"

Sin decir nada más, se desnudó y esperó que la vistiera. Tras colocarle el tanga y el sujetador, se lo ajusté bien y le indiqué que pidiera opinión. Ruborizada, se acercó a la clienta

"¿Cómo cree la Señorita que le queda el conjunto a la sucia perra estúpida?"

"bbbb...bien, es un conjunto muy bonito pero puesto de otra manera quedaría mejor"

Tras mirarme y ver mi aprobación, se dirigió a la clienta

"Sería tan amable la Señorita de colocarlo bien, esta sucia perra es muy estúpida y no es capaz de hacer esas cosas"

Tras hacerlo y darle las gracias, le probé el resto de la ropa, le dije que nos lo quedábamos todo y fue a la dependienta para que lo envolviera; tras mirarme suplicando que no lo hiciera, se resignó, se acercó a la dependienta

"Señorita, ¿puede desvestir a la sucia perra estúpida y envolver la ropa que su Amo sabiamente ha elegido para la esclava?; gracias por ayudarla, la sucia perra estúpida no puede tocarse sin permiso de su Amo"

Tras pagar y dejar a la dependienta y la clienta mudas de asombro, salimos de la tienda y nos dirigimos al coche.

Nos dirigimos a casa, por el camino le pregunté que había sentido

"Mucha vergüenza, mi Señor, y excitación por ser exhibida por mi Amo"

Le di permiso para tocarse sin correrse y llegamos a casa, al salir del coche, le ordené desnudarse, le coloqué la correa, tomé sus ropas y la llevé a 4 patas al ascensor; temblaba, de frío y de excitación. Subimos sin cruzarnos con nadie (a esa hora sabía que era difícil encontrar vecinos) junto a la puerta me entretuve un rato para aumentar su excitación, entramos y fuimos al salón, al quitarle la correa se restregó contra mi muslo.

"mi Señor, la sucia perra estúpida solicita permiso para ir al baño"

"Ve a la terraza, tu Amo te ha preparado un sitio"

"Gracias, mi Señor"

Fui tras ella y esperé mientras hacía sus necesidades y se ensuciaba los muslos al tener que hacerlo a 4 patas

"Realmente eres una perra sucia, te has manchado entera con tus restos"

"mi Señor, la sucia perra estúpida pide perdón por ser tan torpe y ensuciarse entera"

Tras limpiarla bien pasamos al salón, até a la perra a la pata de la mesa y preparé la comida; lo llevé todo a la mesa y comí mientras la esclava esperaba permiso. La miré, le puse su comida y le autoricé a comer, lamió mis manos agradecida y comió con ganas. Después de comer y recoger, nos fuimos al dormitorio

"sucia perra, va a tener el honor de desnudar a tu Dueño y saborear su polla, tu Amo está muy excitado por lo de hoy"

La esclava puso cara de inmensa felicidad y con mimo me desvistió y comenzó a lamer desde los pies, subiendo poco a poco y tragar toda mi polla, lamiendo toda la caña, los huevos y el escroto, le di permiso para usar las manos y se aplicó en la tarea con ganas, tras un rato de lamidas y chupeteos me corrí en la boca de la esclava que me miró agradecida y esperó mi permiso para tragar; tras obtenerlo, lo saboreó todo

"mi Señor, la sucia perra estúpida agradece a su Amo el honor de darle placer y saborear el precioso líquido de la polla de su Dueño"

Tras acariciarla, la coloqué a los pies de la cama y nos dormimos un rato. Tras la siesta tomé a la esclava y la llevé al salón, se colocó en posición de inspección y recorrí su cuerpo con los dedos, explorando todos los rincones y notando que su excitación no había bajado; la dejé en medio del salón y cogí unas cuerdas y comencé la sesión de bondagge. Dividí la cuerda en dos, la pasé por sus pechos, dando varias vueltas, luego por los labios de su coño, bien abierto, la raja de su culo, bien tirante, subiendo por su espalda, vuelta en su cuello, bajando por entre los pechos, cruzada y pasada para atrás para atar sus brazos a la espalda; trabé sus tobillos con cadenas y uní sus pezones con pinzas de mordaza unidas con cadena; pasé la correa por ella y la bajé al coche y la puse detrás, tapada.

Nos dirigimos a la montaña, a un paraje tranquilo; la saqué del coche y dimos un paseo. La esclava iba lenta y sufriendo por la limitación de movimientos y gemía; luego puse la correa junto a su coño para tirar más de la cuerda... la perra gemía y sudaba por que el roce le producía contracciones y un placer incontrolable; a los pocos minutos de estar paseando así aumentaron los gemidos

"mi Señor, la sucia perra estúpida pide permiso para correrse"

"No, aún no, pequeña perra caliente"

Di un par de tirones y noté que sus jugos resbalaban por sus muslos

"sucia perra, no has podido contenerte, ¿verdad, asquerosa estúpida?"

"No, mi Señor, la sucia perra estúpida es un animal torpe y caliente que no merece el honor de estar cerca del Dueño de su vida y Luz de su camino"

Tras darle dos bofetadas y decirle que ya lo corregiría, nos fuimos al coche; la puse de nuevo detrás y nos acercamos a una calle comercial. Aparqué en un parking, le coloqué una gabardina, le quité las tobilleras y coloqué una bufanda para disimular la cuerda; nos acercamos a un sexshop, entramos, le quité la gabardina y bufanda y nos acercamos al mostrador:

"Buenas, necesito varias cosas para esta sucia perra estúpida y caliente"

"¿Qué desea el señor?"

"Iremos mirando"

Dimos varias vueltas y escogí un látigo, unas bolas chinas, mordazas y un cinturón de castidad, nos acercamos al dependiente; desaté la cuerda, abrí las piernas de la esclava y le coloqué el cinturón de castidad mientras ella estaba roja de vergüenza; até bien sus pechos, que resaltaban como globos, le puse la gabardina y nos fuimos.

Al llegar a casa la coloqué en medio del salón

"Tu Amo va a enseñarte a controlar tu calentura, perra estúpida"

"Gracias mi Señor, la sucia perra necesita entrenamiento"
La coloqué en posición y le coloqué diez agujas en cada pecho (una atravesando cada pezón) y la mordaza; luego le di 30 azotes en espalda, muslos y vientre con el látigo; la esclava lloraba y babeaba tras el castigo. Le quité las agujas y la acaricié

"Gracias mi Señor por educar a la sucia perra estúpida y perder su tiempo con ella"

Tras desatarla la curé y la acaricié; le preparé la cena, cenamos y pasamos al dormitorio

"sucia perra, hoy tu Señor desea usarte y vaciarse en tu coño de perra en celo"

"Gracias mi Amo por ese inmerecido honor"

Tras quitarle el cinturón y masajearle la zona, la coloqué a 4 patas y la penetré desde atrás, la usé con fuerza y movimientos rápidos y lentos, parando y acelerando

"mi Señor, la sucia perra estúpida solicita permiso para ofrecerle su insignificante orgasmo"

"perra, cuando tu Amo se corra tendrás permiso"

"Sí, mi Señor, gracias mi Amo"

Tras alternar la follada en su culo y coño me corrí dentro de su coño mientras le daba permiso; la perra se corrió con abundancia de jugos y gimiendo como una loca

"Gracias mi Señor por permitir a la sucia perra estúpida gozar con su Dueño"

Tras limpiarme la polla le coloqué las bolas chinas y el cinturón de castidad y le di permiso para dormir.
A la mañana siguiente, tras el aseo y desayuno la coloqué delante de mí para la evaluación final

"¿Aún deseas entrar en mi cuadra?"

"Sí, mi Señor, para esta sucia perra estúpida no hay más vida que la de servir a su Dueño y ser la última de sus perras, la más humillada"

"Muy bien, perra, éste es el contrato de esclavitud donde renuncias a tu cuerpo, vida, pertenencias, posesiones y voluntad y lo pones todo en mi mano, si aún estás decidida, firma, ten en cuenta que no hay vuelta atrás y luego sólo serás una posesión que puedo usar, castigar, ceder, alquilar o vender"

"Sí, mi Dueño, la sucia perra lo sabe y sabe que puede ser emputecida para no causar gasto a su Amo y será un honor ser la puta de su Dueño y darle todo lo que posee"

La perra firmó sin leer el contrato y permaneció con la cabeza baja

"Quedan dos cosas, perra, vamos a la cocina"

Gateando se quedó en la cocina, cogí un gancho calentado al rojo y la marqué a fuego en su muslo izquierdo. Dio un grito y se le escaparon unas lágrimas, de dolor y de emoción, curé la herida y le puse un apósito; la abracé y besé; la llevé al salón y le di un paquete

"Es lo que falta, tu collar"

Lo abrió con nervios

"mi Señor, ¿no desea que su esclava lleve el nombre de sucia perra estúpida? es el que merece por ser tan torpe"
"tu nombre es el que va grabado en el nuevo collar"

Lo abrió y se lo quedó mirando, un collar morado, con incrustaciones y la palabra "wynn" grabada en letras doradas, se lo coloqué y besó mis manos y pies
"mi Señor, la perra wynn es la perra más feliz del mundo por que pertenece al mejor Dueño del mundo".