jueves, 30 de abril de 2009

UN MUNDO IDEAL por Moravecman

Suena el despertador, me levanto aun somnoliento, y la oigo trajinar en la cocina..... ummmmmm........ me estiro todo lo que me da mi cuerpo y tras mirar el odioso despertador que marca la hora de siempre, meto mis pies en las zapatillas, sintiendo el calor y agradeciendo a mi esclava su devoto amor, pues ella, como siempre, me las ha calentado en el radiador para que El Amo al levantarse, tenga los pies a temperatura ambiente.
El aroma de café recién hecho y de tostadas me hace darme prisa en sumergirme en la ducha, donde me purifico con agua en su punto justo de calor y me limpio bien todo rastro de sudor, de suciedad dejada por la sesión del día anterior....al salir ella esta ahí, primorosamente vestida con el uniforme de criada que usa para estar en casa, con una toalla de algodón con la que, tras mirarme a los ojos tímidamente y recibir mi consentimiento, procede a secarme con ternura y después me ofrece el pantalón y la camisa que, noto están recién planchados, listos para su uso
Tras darle su beso de buenos días, que alargo pues disfruto del placer de saborear esa boca preciosa, me dirijo a desayunar con un hambre bárbara, mientras ella se queda recogiendo y adecentando el cuarto de baño, como es costumbre en la casa.
Sentado a la mesa, saboreo el café recién hecho, café especial que compro en una delicateseen procedente de cuba, y alimento mi cuerpo con las tostadas en su punto crujientes que unto en dos platitos con las cantidades justas de mermelada de frambuesas que mi maravillosa esclava pone siempre como acompañamiento. El periódico del día me esta esperando para que solace mi vista y me entere de las novedades económicas y deportivas del país, mis favoritas, y ella entra a la cocina, se arrodilla en el hueco que hay al lado del frigorífico y tras colocarse un brazalete de sierva en el tobillo se sume pasiva en un silencio que lejos de ser violento, me provoca un gran placer, desayunar, leer, y saber a mi esclava de rodillas, encadenada y en posición de espera,
Una vez acabo el desayuno, me levanto, acaricio la cabecita de la niña, que con los ojos cerrados y respiración tranquila se estremece de placer, y me dirijo al salón para mirar por el ventanal cómo hace, que tal esta el día. Al parecer, tal y como predijo el servicio metereologico, hace un día de veranillo, el sol incide en mi cara sin ser molesto y noto un calor que me provoca salir a la calle a pasear a mi perra.
- Cadena y collar, alma, cámbiate de ropa....- la oigo una exclamación de deleite y sonrió comprensivo, anoche no la baje porque se porto mal y después de castigarla y de que asumiera su error la colme de cariño, pues mi perra a veces es lenta en aprender, pero es leal y sumisa como pocas

Al poco hace aparición en el salón, por el que paseo impaciente, y la miro complacido, ha elegido para su salida a la calle los Jean ajustados que sabe que me gusta que use y una blusa con cuello abierto para que todo el mundo vea su collar de perra orgullosa de lucir las marcas de su Amo. Lleva en su mano la correa de cuero trenzado que uso cuando la saco a pasear y los guantes de refuerzo que se pone en las manos cuando deseo que camine a cuatro patas por la acera

Tras cerciorarme de que ha recogido la cocina, y sonreírla cariñoso, pues no tome en cuenta que estaba atareada primero con las labores propias de esclava, salimos por la puerta, y nos dirigimos al ascensor, de donde al salir nos encontramos con la niña barbyx que sube a casa de su amo cargada con las bolsas del supermercado.

Las dos esclavas se besan en los labios, un piquito que encandila mi vista y tras saludar a la niña, me dirijo a la salida con alma detrás de mi, solicita y atenta sin que necesite tirar de ella con la cadena
Ya en la calle, paseamos por las avenidas, ella a mi lado, mirándolo todo con esa sonrisa que he amado en ella desde que la conozco y de pronto en una terraza sentados veo al Señor Txiria y a su niña Maria_S y me dirijo a saludarles y a tomar algo con ellos
Txiria me sonríe socarrón como siempre y me siento a su lado tras atar a mi perrita al poste grande que el establecimiento tiene a disposición de los señores clientes para que sus seres sumisos estén debidamente atados y en posición pasiva.
Mientras departo con Txiria de temas banales y económicos, y apuramos ambos dos buenas cervezas acompañadas de unas raciones de jamón ibérico, nuestras perritas comparten confidencias de esclavas entre ellas y también con otros sumisos que han sido atados al poste por sus respectivos amos y Dominas, y el ambiente de la terraza va aumentando conforme va trascurriendo la mañana.
Me despido de mi buen amigo con una palmada en el hombro mientras ambos tomamos direcciones opuestas y con la cadena de mi perra en la mano nos dirigimos a mirar escaparates, tiendas, paseando un rato, pues el día invita a ello. Pasamos varias tiendas de ropa, las cuales yo observo interesado, tanto para mi, como para la esclava que camina a mi lado, con su mirada baja, pero que percibo subida cuando ve algo que le apetece mucho y en una de esas tiendas topamos con mi hermano Yxo que sale por la puerta despidiéndose de alguien y cargado de bolsas, pues al parecer esta renovando vestuario. Nos damos un gran abrazo cargado de afecto y tras acariciar Yxo la cabeza de mi esclava con cariño la suelto la correa y la doy permiso para caminar detrás de nosotros mientras mi hermano y yo conversamos tranquilamente
Nuestros pasos van conjuntos durante veinte minutos o así cuando mi hermano se despide de nosotros tras mirar su reloj, ya que al parecer ha quedado con una niña que puede ser su nueva perrita en breve, así que mi esclava y yo seguimos con nuestro paseo matutino.
“ya casi la hora de comer, mi Amo”, me recuerda en un susurro la niña al oído, y yo la acaricio la carita sonriente, mirándola frotarse el estomaguito pesarosa, hasta el establecimiento de XavierNagriem, su muy frecuentada JARDINES DEL SOL NACIENTE.
Al entrar, admiro los pulidos paneles de madera de cedro de las paredes, decoradas con el buen gusto que su dueño tiene con motivos y cuadros florales y fotografías con el estilo sereno y reconfortante que XavierNagriem y su buen ojo para las obras excelsas ha elegido para su pequeño rincón de paz y serenidad.
Mi sumisa, tras realizar el pedido, viene presurosa a mi encuentro y se coloca a mis rodillas en posición de loto, con su preciosa mirada baja y sus manos reposando en mis rodillas.
Alzo la vista y veo al dueño del establecimiento manteniendo una distendida charla con Shogun Madrid que al parecer viene a traerle una de sus famosas espadas japonesas para que la situé en el armero de la mazmorra junto a otras de sus obras de su Armería, local muy frecuentado por todos aquellos que quieren adquirir nuevas fustas, látigos o varas ceremoniales.
Mientras disfrutamos del sabor del te que una complaciente sumisa nos ha traído, alimento a mi niña con las galletas horneadas y cocinadas allí mismo, pues Xavier comparte su local con una pequeña repostería erótica regentada por _sayuri_, y no hay día que no encargue a mi niña que nos traiga para acompañar en casa el te, sus famosas pastitas con forma de triskel que tanto nos gusta consumir a ambos,
me solazo los ojos con la visión de mi hermosa sierva, que siempre me llena de orgullo, de un orgullo de Amo que posee su mente, su alma y su cuerpo que ella me entrega libremente y con un amor desmedido,,,,
cuando salimos, le retiro la cadena del cuello y la abrazo por los hombros, llevándola a mi lado como si de mi pareja se tratase, ya que siento por ella como si además de mi esclava fuese la compañera perfecta en la vida y noto como ella se ruboriza, aun después de todo este tiempo, cuando la trato como si fuera mi mujer ella reacciona como una niña alborozada y feliz.
Decido que quiero llevarla a casa, desnudarla y poseerla y tras besarla en el cuello y susurrarle mis intenciones en su pequeña orejita, hago un gesto con la mano y paro a uno de los coches uncidos por caballos que en nuestra urbanización han sustituido a los coches, pues los que vivimos en Mundo Ideal respetamos el medio ambiente y no usamos maquinas que lo ensucien. Situados unos metros atrás, diviso a omm1 y lady_kali recogiendo en grandes cestos boñigas de caballo...y sonrió malévolo..... ambos acumulan tantas faltas que han sido declarados indefinidamente sumisos para la recogida de excrementos.
El conductor del carricoche nos pasea a petición mía por la urbanización ya que le pido que nos lleve lentamente por la ruta mas alejada, no hay prisa alguna.... y me abandono en los rizos del cabello de mi esclava, pues me gusta tanto su peinado como el olor que desprende su pelo.
Pasamos por zonas ajardinadas de gran belleza donde Amos y Dominas pasean bien solos, bien acompañados entre ellos, con sus animales de compañía unos pasos por detrás siguiéndolos fielmente.
Los caballos nos llevan en nuestra ruta a pasar muy cerca de la Gran Mazmorra Mundo Medio que regenta LordVago y que es el local de esparcimiento preferido de todos aquellos privilegiados que un día abandonamos el mundo de fuera y nos recluimos en este para disfrutar en libertad de nuestra común manera de ver y vivir la vida.
Ya casi perdiendo de vista la enorme nave en forma de castillo, giro la cabeza y veo salir en la lejanía de Mundo Medio a su dueño llevando de la cintura a eternia y que al vernos nos saludan con la mano
Al fin veo la silueta familiar del bloque donde tenemos nuestro hogar mi perrita y yo, y nos bajamos del carricoche casi en volandas....
Beso a mi niña en los labios y convierto el beso en algo mas profundo mientras la estrecho fuertemente entre mis brazos, y de pronto, una mano golpea en mi hombro y una voz familiar me recuerda que deje algo para mas tarde que la voy a ahogar,
Me giro con la sonrisa en los labios y veo a mi buen colega ñam ñam, mas conocido como Taar_Dienzel mirándome festivo. En su compañía están Maria_ S y su sumisa entregada{MdT}. Quien al parecer ha debido comportarse mal, pues carga una caja de cervezas coronita.
- Hemos llamado al timbre y ya nos íbamos a ir, bueno esta niña se iba a quedar esperándote.... ahí tienes las cervezas que te debe desde hace no se el tiempo.... - me dice la Dama con cara enfadada, no por mi, sino al parecer por su sumisa.- súbeselas al Señor por la escalera, niña y vuelve pitando para casa.- termina con un azote en las generosas nalgas de la sumisa, que modosa y callada, sube por las escaleras hasta el quinto piso donde tenemos el piso....
Le agradezco a Maria_S la cortesía y me despido de ella y del Dom amigo y tras quedarnos solos en el ascensor magreo a mi niña con premura, con un deseo de ella que la esclava nota pues mi duro miembro esta totalmente pegado a ella
Mientras mi niña abre la puerta oigo los jadeos de entregada{MdT} bajando de nuevo por las escaleras y entro la caja en casa y la deposito en la despensa a la fresca y agarrando a mi niña de la nuca me la llevo a la intimidad de nuestro dormitorio, donde la poseo con todo el Amor, con toda la fuerza y las ganas de siempre, pues ella es mi inspiración y mi juguete, mi niña y mi perra, mi hembra y mi sierva....lo es todo
Y después, mucho después, mientras oigo la respiración acompasada de mi perra dormida y feliz en la cama, agradezco al que esta mas arriba que exista para nosotros un lugar como Mundo Ideal

Fin


Este relato no habría sido escrito sin la inspiración y el cariño de mi linda alma _ cautiva{J}... a quien se lo dedico.....besos, mi niña

lunes, 27 de abril de 2009

Viaje a la libertad (Primera parte) por alma_cautiva{J}

Eran las 10:50h de la mañana. A falta de unos 10 minutos para poder reencontrarme de nuevo con mi Amo, iba repasando mentalmente, mientras miraba por la ventana, todo lo que debería hacer para agradar y complacer a mi Señor.

A mi Dueño Le encantan las formas. No en vano pasó mucho tiempo adiestrándome en ello: mis piernas jamás están cruzadas, para que mi Amo pueda disfrutar, sin complicaciones, de lo que Le pertenece; mis labios siempre están entreabiertos, listos para recibirLe; nunca elevo la voz, como signo de elegancia y dulzura; no miro a ningún hombre en señal de respeto, sumisión y total entrega hacia mi Señor; y he desarrollado una gran capacidad de adaptación para desempeñar de inmediato, el rol que mi Dueño desee de mí en cada momento.

Como una de tantas paradojas de la vida, mi corazón despertó al notar que la máquina del tren había parado. Bastaban unos escalones y tendría ante mí a la Persona Que había llenado, para siempre, mi vida de ilusión. El Hombre con Quien poder sentirme al fin libre, porque por fin podría dejar de interpretar el personaje que encarno en el teatro de la vida vainilla, para ser yo misma. Mi Amo, en Cuyas manos puedo abandonarme y suspirar...Bienvenida, libertad !!!!!

Nerviosa, cogí mi equipaje y me dispuse a bajar de mi vagón.

Le busqué con la mirada entre el gentío del andén. No Le veía, pero podía sentir el fuego de Sus ojos en mi piel. De pronto, Alguien me abrazaba por mi espalda, besando mi cuello y poniendo una rosa ante mí. Apenas habían terminado de acariciar mi piel Sus labios cuando me di la vuelta, bajé la vista ante Él, y sonriendo susurré un sumiso " Buenos días, mi Amo ".

N/nuestras bocas se fundieron en un apasionado beso para que N/nuestras lenguas se aparearan al ritmo que marcaba el corazón.

Sobre mi rostro la suave caricia de Sus dedos, como gotas de rocío deslizándose por los pétalos de una flor.

Abrimos A/ambos los ojos para escribirnos miradas preciosas:
- ¿ Dónde estabas ? Te esperaba.
- Le buscaba.

Por deseo de mi Amo, siempre que estoy ante Él, en los anillos de los dedos corazón he de llevar sendas anillas unidas a ellos, cobijadas por las palmas de mis manos. La sociedad en la que sobrevivimos puede arrebatarnos un paseo con collar y correa, pero jamás podrá evitar que mi Dueño guíe mis pasos, aunque sea con Su dedo entre la anilla de mi mano.

LLegamos al coche y metemos mi equipaje en el maletero:
- Lástima que con tantos bultos no quede sitio para Mi perra.
Le sonrío y me dirijo a la puerta trasera, esperando a que mi Amo me dé permiso para subir.
Una vez sentados dentro de Su coche, mi Señor acaricia de nuevo mi rostro bajando Sus dedos hasta el interior de mi jersey de cuello alto.
- LLevas con orgullo tu collar de perrita, verdad, niña mía ?
- Sí, mi Amo - Le respondo esbozando una sumisa sonrisa.

Tras comprobar que estaba bien colocada la red para el transporte de mascotas que separaba el asiento trasero de la parte delantera del coche, mi Dueño cogió mi correa, unió el mosquetón a mi collar y el otro extremo a una barrita de hierro.
- Si te mareas, ladra.

Sentada como las perritas sobre la toalla que para mí puso previamente en el asiento trasero, pegaba mi hocico a la red impulsada por el énfasis de estar lo más pegadita posible a mi Amo, Que metía un dedo por la rejilla para acariciarme al parar en los semáforos.

A medida que íbamos avanzando camino, por el calor que desprendían tanto el motor del coche como la calefacción, comencé a sentir un calor agobiante. Me tumbé como las perritas sobre el asiento trasero y comencé a jadear con mi lenguita fuera.

Mi Dueño cogió un desvío que N/nos llevó hasta un descampado. Paró el coche, se bajó y abrió la puerta trasera. Soltó el mosquetón que me ataba a la cadena y me desnudó dejándome como única prenda mi collar. Cogió mi ropa y la guardó en el maletero, de donde sacó un bowl que llenó del mismo agua que Él iba bebiendo mientras conducía.
- Baja, alma !!!

Obedecí mientras Él dejaba el bowl sobre la hierba.
- Bebe, bonita !!!

A cuatro patitas sacié mi sed, lamiendo el agua del bowl con mi lengua. Sin cambiar de posición me dirigí hacia mi Amo, apoyada sobre las rodillas y posando mis patitas delanteras sobre Su estómago, reclamando Su atención.
- Quieta ! No me manches, alma.
- Guau !!! Guau, guau !!!
- Venga, sube !!! -dijo mientras me abría de nuevo la puerta del coche.

Cogió de nuevo el mosquetón de la correa y para evitar que de nuevo me atara comencé a mordisquear con carias Sus manos.
- Pero qué ganas de jugar tienes tú hoy, bichito!!!
- Grrrrrr. Guau. Brrrrrrrrrr.
- Oye, no Me muerdas que te doy eh?

Finalmente mi Amo me ata, acaricia mi cabeza, cierra la puerta y se sienta al volante de nuevo. Ahora no hay semáforos, pero Él sigue introduciendo por la rejilla Sus dedos para darme trocitos de galleta.

Recorridos ya unos cuantos Kms comienzo a gimotear. Mi Amo sabe que algo Le sucede a Su animal. Para en el ascén, me mira y pregunta:
- ¿ Qué sucede, alma ?

Le miro, pego mi orejita derecha sobre el hombro, me relamo y vuelvo a gimotear.
- ¿ Qué pasa, perrita ?
- Guauuu- esta vez, más que a un ladrido, se asemeja a un aullido.
- Enseguida llegamos, bonita. Ahí quieta.

A los pocos minutos mis gemidos son más constantes e intensos. Mi Amo toma un desvío de nuevo y para el coche en pleno monte. Baja, abre mi puerta y me encuentra quieta, acurrucada en un rincón, evitando moverme. Me desata, me coge de mi collar y ordena:
- Baja, perrita.

Bajo del coche, camino a 4 patas tan rápido como me permiten mis patitas, olisqueo la hierba, me coloco en cuclillas y vacío mi vejiga que estaba llena, al borde del desbordamiento. Cuando termino corro hacia mi Amo y lamo Sus manos. Mi Dueño coge una mochila y dice:
- Vamos a dar un paseo, alma.

Mi Amo comienza a andar e intento seguirLe por el campo. Le había seguido en numerosas ocasiones, pero siempre sobre la cálida y suave alfombra, o la cómoda moqueta de Su casa, donde no se me clavaban en las rodillas ni piedritas, ni pequeñas ramitas del camino.

Me voy quedando atrás. Mi Amo me espera sentado sobre un tronco caído. Cuando llego a Él, acaricia mi cabeza, me coge del collar y trata de llevarme a Su paso. Apenas puedo mantenerlo unos minutos. Al dolor de las rodillas, que cada vez es más fuerte, se une la sensación de ahogo cuando no sigo el paso de mi Dueño y Él tira del collar. Me tiemblan las patitas y mi Amo sigue caminando. Apenas tengo fuerzas para jadear o ladrar. Prefiero guardar mis energías para tratar de seguir Su ritmo. Finalmente no puedo más...Me paro y mis patitas no me sujetan cuando mi Señor tira de mi collar para obligarme a seguir caminando.

Lejos de enfadarSe, mi Dueño Se agacha y acaricia mi cabeza:
- Túmbate y descansa, bonita.

Esta vez no me tumbo con el lomo hacia arriba, sino de costado, con mis 4 patitas estiradas perpendicularmente a mi cuerpo.

Mi Amo Se sienta sobre la hierba, a mi lado y saca de Su mochila un bocadillo. Comienza a comerlo tranquilamente mientras con una mano acaricia mi cuerpo...Mi cabeza, mi carita, mi cuello...Sus dedos bajan por mis pechos, dibujando círculos sobre ellos...Mi respiración es cada vez más agitada.

Guarda el bocadillo para dedicarSe a mi cuerpo. Besa suavemente mis labios, haciéndome entender que ahora busca a Su esclava...Me dejo hacer...Él tiene todo el derecho sobre mí mientras que mi único derecho es el de complacerLe. Saca una cuerda de la mochilla, con uno de los extremos me ata fuertemente las muñecas, el otro Le sirve para inmovilizarme al atarme, tumbada como estoy, a un árbol. Mi Amo se coloca entre mis piernas, obligándome así a tenerlas bien abiertas para Él.

Besa de nuevo mis labios...Lame mi cuello y va bajando lentamente por él hasta llegar a mis pechos. Mientras Sus manos acarician mis senos, haciéndolos prisioneros de ellas, Su boca succiona mis pezones que están cada vez más gorditos.

Sus dientes muerden uno de mis pezones enhiestos. No puedo evitar un:
- Aaaaaah !!!! Su enorme mano de hombre me abofetea:
- Cállate, zorra !!!

Su lengua calma mi pezón para darle una tregua y baja por mi cuerpo, deslizándose por mi vientre. Se divierte jugando a ensalivar bien mi rajita, que sólo a Él pertenece. Sabedor de que Él, y únicamente Él, es el Amo, Dueño y Señor de todo aquello, mientras introduce Su lengua, poco a poco, en mi sexo, Sus dedos pellizcan mis pezones, y los retuercen, demostrando a Su esclava Quién domina, Quién manda y en definitiva...Quién tiene el poder:
- Aaaaaaaah !!!
- Duele, mi putita ?
- Sí, mi Amo.

Me limité a gritar de dolor y no supliqué que parara, pues Él, y solamente ÉL, tiene la potestad de decidir cuándo empieza algo y cuando lo acaba; únicamente a ÉL corresponde hacerme gemir de placer, o gritar de dolor; pues sólo Él puede dibujar mi sonrisa o hacer que de mis ojos broten lágrimas que más tarde recogerá con Sus dedos para después besarlas.

Mi Dueño sacó de la mochila un cepo que colocó en mi lengua, obligándome de esta manera a mantenerla fuera de la boca. Se desnudó. Se tumbó sobre Su esclava e introdujo Su enorme y tiesa polla entre mis pechos, golpeando con ella la punta mi lengua, en cada embestida que follaba mis enormes tetas.

Pasados unos minutos, mi Amo Se levantó. Se colocó mirando a mi sexo, y Se sentó sobre mi cara, llenando mi boca de Su polla y colocando mis piernas sobre Sus hombros. Atada e inmóvil como estaba, no podía hacer nada más que mamar la enorme verga de mi Amo, que me ahogaba, y sentir cómo Sus dedos hurgaban con descaro en mi ano y abusaban de mi vagina, de mis pechos...

Se levantó antes de que Le llegara el orgasmo. Volvió a llenar mi boca de Su polla, esta vez mirándome a los ojos:
- Mírame a los ojos, putita. Quiero que veas la mirada de Quien te humilla la boca.

Mi Amo folló mi boca embistiéndola sin parar, mientras inmovilizaba mi cabeza tirando fuertemente del pelo. De pronto, un calor húmedo inundaba mi boca y bajaba hasta la garganta:
- Traga, zorrita, traga !!! Entero, trágatelo todo.

Una vez satisfecho, mi Dueño me desató. Se sentó sobre la hierba, apoyando Su espalda sobre el tronco en el que anteriormente me había atado y me ordenó arrodillarme junto a Él, esta vez a Su lado. Empujando mi cabeza con Su mano, me obligo a comerle la polla de nuevo:
- Quiero Mi polla y huevos bien limpios. No Me gustaría encontar una sola gota de leche de Mi rabo en Mis cojones. Y si tú, esclava, estimas un poco la piel de tu trasero...deberías hacer lo posible para que esto no ocurra !!!

Obedecí rápidamente más por complacer a mi Amo, que por evitar ser castigada, pues nada deseo con más fuerza que hacerLe feliz. Además, soy plenamente consciente de que si ése era Su deseo, acabaría azotando igualmente a Su esclava. Mi lengua lamía la puntita de la polla de mi Dueño. Su mano izquierda no me permitía levantar la cabeza; Su mano derecha jugaba en mi vagina, provocando a mi clítoris. Inesperadamente, Su mano izquierda me obligó a tener la boca llena de verga de nuevo:
- Córrete, Mi perrita en celo. Vamos, Mi putita, córrete. Tu Amo te da permiso para correrte. Vamos, zorrita, sé que eres muy guarra.

Su mano azotó mis nalgas...El orgasmo que me regalaba mi Dueño se apoderó de todo mi ser.

La leche caliente de la polla de mi Amo llenaba mi boca de nuevo.

jueves, 23 de abril de 2009

Una Bonita Sorpresa por Txiria

Es viernes y estoy volviendo a casa en el metro y recuerdo que hace ya unos dos meses que estamos habitando la casa nueva. Tanto Mi esclava como Yo estamos encantados con ella; sus vigas y columnas de madera tratada y los colores y formas en los que hemos dejado las paredes la dan un aspecto “demodé” de principios del siglo XX que es cuando realmente fue construida.
Todavía recuerdo la decoración que nos había dejado el hombre que la habitaba antes que nosotros; recordaba los sueños de un adicto al LSD en el momento álgido de su toma. Pero no solo por la existencia de colores chillones y agresivos de los que hacen salir huyendo pues te da la sensación de hallarte en el interior del sueño de una persona enloquecida. Si no también por haber dejado los gruesos tubos de 32 que recorrían las paredes llenándolas de costurones negros
Pero es que la casa tenía muchas otras características. El canapé de una cama, estaba montado a base de una serie de cajones que él mismo había construido (uno de los cuales se había convertido en el lugar adecuado para guardar nuestra colección de juguetes). Además, en su “sentido de la decoración”, había tenido colgadas una serie de baldas con cadenas desde las paredes y una especie de columpio en el medio del salón.
Lo cierto es que recordaba esas cadenas con una cierta nostalgia; siempre he sido un enamorado de las cadenas; el efecto y el contraste de las mismas sobre el color y la temperatura de la piel desnuda de una persona sumisa es algo que siempre Me ha llenado. Ese contraste del color del metal y de la frialdad con la piel…… no sé… Me llena y Me hace sentirme realmente poseedor de esa persona. Vamos que despierta Mis sentidos de Dominante.
Desconozco lo que han sido de esas cadenas y pienso en preguntárselo a Mi dulce esclava en cuanto Me la tope a la salida del Metro. Con esa idea en la cabeza enfilo la salida y allí la veo, pequeñita y vestida como dicen que no debe vestir una mujer de su edad, alegre y sexy con su falda, sus medias y sus botas de tacón, con el perrillo jugueteando a sus pies. Como siempre, Me digo la suerte que tengo al poseerla; para Mi su forma de vestir y andar, su manera de ser, su alegría de vivir son el complemento ideal de Mi mismo ser. Llego hasta su lado, donde Me espera con una sonrisa de oreja a oreja y la digo:
- ¡Hola, Mi linda niña! ¿Qué tal te ha ido el día de hoy?
Nuestra conversación versa sobre lo que hemos hecho durante el día; vamos hablando alegres y abrazados por la calle, formando una extraña pareja; ella chiquitaja, mayor que Yo vestida como visten las chavalas de 20 años y Yo vestido como una persona formal con pantalón de vestir y chamarra y avanzando abrazados y sonrientes por la calle mientras nuestro perrillo viene correteando a nuestros pies.
En esas estamos cuando Yo traslado la pregunta que Me viene a la cabeza a Mi dulce niña:
- Mi cielo… ¿qué hicimos con la cantidad de cadena que había en casa?? Es que no recuerdo donde la guardamos; y ya sabes como Me gusta usarla.
- Pues… mi Amo, la verdad es que no sé que se hizo con ella. Algo se hizo con ella pero ...- contesta ella con una medio sonrisa en su boca.- de todas formas…¿no quedó Ud. en guardarla?
- ¿Yo?? Pues la verdad si quedé en ello no lo hice. Y no tengo ni idea de lo que pasó con ella.
- Pues en ese caso, mi Señor, me temo que nos hemos quedado sin ella. Ya sabe como es Su esclava… cosa que molesta cosa que va a la basura.
Es cierto, así es Mi dulce niña; no soporta tener nada por el medio.
- Bueno pues que le vamos a hacer pero la verdad es que calculo que por trozos habría unos 15 m de cadena y ha sido una pena que no los conserváramos.- La situación Me da rabia pero lo cierto es que si Yo quedé en guardarla, y no lo he hecho, no Me queda otra que fastidiarme.
Llagamos a casa; como en un ballet perfectamente ensayado, ella descalza Mis pies y les pone las zapatillas; saca la comida a la mesa ya preparada; Me sirve, comemos y hacemos sobremesa. Después, y mientras ella recoge las cosas y friega, Yo miro unos asuntos de trabajo y placer en el ordenador y, al finalizar, Me siento en el sofá; poco a poco Me voy quedando amodorrado en el sofá de la sala. Ella llega y Me tapa con una manta, para que no coja frío, y Yo se lo agradezco con una sonrisa.
Despierto de la siesta como media hora después (casi nunca duermo más que ese tiempo) y Mi sorpresa es que veo la puerta de nuestra habitación cerrada y la oigo a ella trasteando en la habitación. Realmente no representa una gran sorpresa pues ella sabe que Me gusta verla vestida con los corsés que tiene y con su collar de perrita y las muñequeras y tobilleras dándome placer.
Me estiro en el sofá, Me restriego los ojos y retiro la manta que Me cubre; pongo Mis pies en el suelo y Me levanto.
- Mi niña, ¿qué Me andas?.- La pregunto sin haber acabado de levantarme ni de calzarme las zapatillas.
- mi Señor, por favor espere, no entre todavía.- Yo creo que ella sabe perfectamente que no hay frase que más despierte Mi curiosidad; así que Me voy levantando cuando su cabecita asoma por la puerta y Me reitera.- por favor, mi Señor espere un poquillo, ya se que está impaciente Le aseguro que Le va a merecer la pena.
Esto Me lo dice con una sonrisa pícara y tierna que refleja su decisión de agradarme y sorprenderme. Siento que ella está disfrutando en su sumisión y en su deseo de hacerme feliz.
- Vale Mi pequeña niña; tienes de tiempo hasta que vuelva del baño que Me estoy haciendo pis. Cuando vuelva abriré la puerta de la habitación y veremos lo que Me tienes preparado.- la contesto con una sonrisa en Mi cara, mientras siento que las ganas de orinar son cada vez mayores y que sería una tontería estropearla la sorpresa para no poder disfrutar de lo que sea por tenerme que ir al baño.
Voy al baño despacio y sin darme prisa a pesar de que los nervios y la impaciencia corroen Mis sentidos; orino y Me lavo; Me miro en el espejo y Me peino después de lavarme las manos y ponerme presentable pues Yo sé que el que Yo tenga una presencia agradable es importante tanto para ella como para Mí.
No ha pasado, así y todo, demasiado tiempo cuando vuelvo al salón y enfilo la puerta de nuestra habitación. Sin embargo, ya no se oyen ruidos dentro de ella y con paso decidido Me dirijo a la puerta. La abro de un tirón y la veo a ella subida de rodillas encima de la cama con la cabeza entre sus brazos y el culete embocado a la puerta. Sobre su cuerpo, contemplo un corset negro, medias, tanga y sandalias, además de las tobilleras y muñequeras de charol.
A su lado una serie de cadenas largas y extendidas enmarcan el cuerpo de Mi esclava. Están extendidas sobre la cama y hacen que su presencia sea aún más hermosa a Mi entender. Con una sonrisa entiendo que ella guardó las cadenas cuando vio que Yo no lo había hecho y que ha estado esperando el momento adecuado para presentármelas y que Yo juegue con ellas y con su cuerpecito ofrecido.
No Me enfado por su actitud, todo lo contrario, entiendo que dentro de sus posibilidades Me proporciona una pequeña muestra de su valía, al mismo tiempo que recrimina Mi mal hacer de forma implícita sin expresarlo de forma expresa.
Sin decir palabra, Me acerco a ella y acaricio suavemente sus nalgas desnudas con Mi mano derecha; cuando menos se lo espera Mi mano izquierda baja rápidamente y se estrella con violencia contra su nalga derecha.
- Oucch!!!.- gime ella más por la sorpresa que por la violencia del golpe.
Reacciona metiendo aún más su cabeza entre los brazos y elevando su precioso trasero para que Yo lo adorne con ritmo y placer.
No Me hago de rogar y, utilizando las palmas de ambas manos, hago que su culete vaya tomando esa coloración que tanto Me agrada; ese color que pasa de las tonalidades sonrosadas a las rojas embelleciendo las nalgas y dando otra apariencia a la postura que Me ofrece. Así, y como quien no quiere la cosa, caen más de 50 azotes sobre el precioso trasero ofrecido.
- Gracias, mi Señor.- dice Mi esclava con voz queda; es su primera muestra de flaqueza, de simple queja. Hago como que Me compadezco de su dolor y, con ternura, mientras voy acariciándola ambos glúteos y pasándo Mi dedo índice por su rajita ya mojada, lo que demuestra su excitación y entrega, con suavidad, la digo:
- Tranquila Mi niña; ya sabes que tu Señor tomará las medidas necesarias para que Mi disfrute sea máximo.- sonrío sabiendo que ella no sabe lo que estoy realmente insinuando.
Su respuesta Me indica que es así, cada alejamiento de Mi mano hace que se ponga tensa y cada caricia íntima consigue que se relaje y se sienta más cercana y excitada. Sin embargo, la inquietud que está sufriendo por no saber lo que va a pasar llenan su espíritu y su cuerpo lo refleja a las mil maravillas.
De hecho su culo sigue tenso y su postura pendiente de lo que pueda pasar. Mis caricias siguen; incluso Me estiro y tomo un bote con un poco de crema hidratante y se la empiezo a extender por el caliente trasero; ella se empieza a relajar.
Cuando menos se lo espera, Mis manos dejan de acariciar para pasar a una rápida y sonora zurra; siguen cayendo las mismas palmadas de antes pero con su intensidad aumentada. La conozco y sé que su gesto se ha endurecido mientras se concentra en disfrutar de la nueva azotaina que está recibiendo.
Según la aplico, Mi alma se va sintiendo cada vez mejor; noto su entrega, su dedicación, su sumisión, en definitiva; y Yo reacciono con la contundencia necesaria que Me requiere Mi espíritu Dominante. No detengo Mis manos a pesar de ir notando que ella apenas puede más porque quiero llevarla a su límite de hoy; quiero que sea ella la que Me indique que ya no puede más.
La conozco y sé que lo hará.
No llevo la cuenta pero no ha llegado a otras 50 palmadas cuando la oigo decir:
- mi Señor, basta por favor.- su voz presenta un cierto quiebro, en el que detecto que su umbral placer-dolor ha sido alcanzado y casi rebasado; la coloración de su trasero es intensa y profunda.
Mi mano se detiene en el aire. Con firmeza aplica una docena de palmadas más que resuenan en la habitación acompasadas con sus pequeños quejidos.
Su culo rojo sigue ofrecido y su postura no ha variado un ápice. Yo Me detengo ya he conseguido lo primero que pretendía. ella ha intentado marcarme lo que debo hacer y Yo he tomado Mi decisión; ella ha propuesto cadenas; Yo he escogido azotaina y eso nadie lo puede cambiar pues es Mi deber y Mi necesidad el tomar las decisiones adecuadas.
Con suavidad el dedo corazón de Mi mano izquierda recorre la raja de su coño y lo encuentra húmedo, muy húmedo; sé que el simple hecho de inclinar su voluntad ante la Mía hace que se sienta viva, libre y excitada. Mi dedo recorre de forma continuada la raja excitando a Mi perrita linda; ella gime de placer pero sabe que no debe pedir permiso para correrse; en estas situaciones soy muy proclive a no darlo y ella es consciente de ello por lo que hace todos los esfuerzos para llevar su control hasta el límite.
Su excitación sube y su temperatura se incrementa y, sin embargo, mantiene la postura, perfecta en su entrega demostrándome su entrega y su voluntad de servirme, sabe que Mi placer será mayor en el caso de que ella se mantenga y ella está decidida a proporcionarme el máximo de lo posible.
Yo también estoy excitado y mucho; es la excitación que Me produce el realizar Mi voluntad por encima de la que otras personas desean imponerme. Mi excitación es mucho más mental y psicológica que física y sexual, aunque se refleje en esta última con una considerable erección como siempre que ejerzo de forma explícita Mi Dominio.
De hecho, no siento ninguna necesidad de penetrar o tomar a Mi esclava. Con voz queda y una caricia en su cabeza humillada, la pregunto:
- ¿Qué tal estás, Mi niña? ¿Cuál es tu motivo de queja? ¿Acaso tu Amo no tiene el poder de calentar tu culo y tu cuerpo como, cuando y donde le apetezca?
- Estoy muy bien, mi Señor. No hay más motivo de queja que mi debilidad pero si es Su deseo que mi culo esté caliente y ardiente y mi cuerpo excitado y pendiente; no se preocupe por mi dolor ni mi excitación, siga hasta que tome el color y la temperatura que Ud. desee.- como siempre su contestación, entregada y sumisa, es el complemento perfecto a Mi ser.- Siga Ud., por favor, pues es Suyo tanto mi cuerpo, como mi alma y mi voluntad.
Ante semejante respuesta sólo puedo acariciar más intensamente su culete y, levantando su cabeza, besarla con la intensidad y la pasión que su sumisión despierta en Mí, metiendo Mi lengua en su boca para poseerla mientras ella la enlaza con la Mía en su interior.
- Y dime, Mi niña, ¿de donde han salido estas cadenas?.- pregunto mientras sigo acariciando la cabeza de Mi perrita.- ¿acaso las has ocultado de tu Amo por algún motivo?
- No, mi Dueño.- contesta ella.- solo las guardé porque Ud. no debió sacar tiempo para hacerlo.- continúa incluyendo un pequeño y sutil reproche en su disertación.- y sabe que no me gusta que las cosas se encuentren por el medio.
- “Ya está llamándome desordenado”.- pienso antes de seguir contestándola. Respiro profundamente y la contesto- ¿Acaso debería preocuparme Yo por el hecho de que tú lo tengas que recoger????.- Mi voz es dura mientras Mi dedo corazón realiza el recorrido por su raja a una velocidad incrementada.- ¿No estás tu para eso???; ¿para servirme y complacerme???
- Sí, mi Señor.- contesta mientras se muerde los labios para evitar un jadeo de placer; sabe que si Yo no la doy permiso no debe ni exhalarlo.
- Entonces… ¿debo llegar a la conclusión que no sólo Me las habías ocultado sino que no Me has querido decir antes donde estaban?.- hago trampa en Mi pregunta; ella sabe que tiene la posibilidad de sorprenderme y que solo Me debe contestar a una pregunta del tipo que Yo he efectuado al encontrarnos si Yo insisto en ella con seriedad pues en ese caso es algo que Me preocupa.
- No, mi Amo; no se las he escondido ni he evitado decirle donde estaban. Es cierto que no recordaba bien donde las había puesto.- contesta con una media sonrisa en sus labios, sabiendo que su entrega y su sometimiento han sido rayanos a la perfección.- y cuando Ud. se ha quedado dormido en la siesta las he buscado y preparado para que decida como y de que manera logrará que Su placer, bien usándolas, bien usando a Su esclava, bien usando lo que a Ud. le apetezca.
- Esta bien, Mi niña.- la respondo apartando Mi dedo de su raja.- las voy a usar en ti y ahora mismo.
Dicho y hecho; cogiendo un tramo de un metro de cadena enlazo sus manos entre sí fuertemente; las uno con un mosquetón y la hago girar por el medio de la unión y, desde ahí, la enlazo al cabezal de la cama usando para ello otro mosquetón; a continuación ligo sus piernas una a la otra desde la cintura a los pies dejándola totalmente inmovilizada.
Rodeo sus pies y piernas con otro tramo de cadena dejando dos partes que sobresalen a la altura de los tobillos y que sirven de unión entre los pies y las patas de la cama haciendo que Mi linda niña esté estirada e inmovilizada.
Aprovecho lo prieta que se encuentro y hago que Mi dedo recorra su raja con más intensidad de la anterior; lo saco muy mojado y de lo acerco a los labios. Lo chupa, limpiándolo y Me sonríe con alegría y devoción.
Sin prisa pero sin pausa voy a por Mi cámara de fotos, una paleta de cuero rígido, una vela y la barra separadora.
Saco 6 fotos de su cuerpo estirado y ofrecido a Mí y enciendo la vela.
Luego empuño la paleta y voy recorriendo con ella sus nalgas y su espalda alterando la intensidad de los golpes hasta que las nalgas vuelven a tomar el intenso color rojizo que tenían y la espalda toma una coloración rojo suave.
Acaricio su cabeza y ella Me responde con una intensa sonrisa que curva sus labios y demuestra que es feliz en su sometimiento. Es evidente la paz y la felicidad que está sintiendo en este momento.
Mientras Mi mano derecha revuelve su pelo, demostrándola Mi alegría por su entrega, tomo la vela encendida con la izquierda y un río de roja cera recorre su espalda desde los omóplatos hasta las nalgas en una línea de difícil continuidad; ella se estremece con el contacto exhalando un pequeño suspiro.
Paro y saco otras 5 fotos de la escena actual.
Suelto sus pies de las patas de la cama y desligo las piernas; noto la sorpresa de Mi niña en la reacción de su cuerpo pero se calma nuevamente ante una breve orden (¡quieta!); tomo el separador y abro sus piernas uniéndolas a él bien abiertas. Desde el centro del separador saco una cadena que uno a una hembrilla colocada, en principio, para servir de soporte a una lámpara pero que ha quedado ahí para otras utilidades, como es la de colgar los pies de Mi linda esclava.
La escena Me llena; veo a Mi esclava ofrecida y entregada; totalmente inmóvil pues sus manos están unidas por las cadenas al cabezal de la cama y sus piernas dobladas y suspendidas del techo mientras tengo la vista de toda su intimidad expuesta.
Creo que Mi cara refleja toda Mi felicidad y Mi sentimiento de estar lleno, pues ella, al notar que Yo Me he quedado parado, vuelve su cabeza hacia Mí y Me lanza una sonrisa deslumbrante y llena de ternura y complicidad. Sé, siento que ambos estamos disfrutando de lo que sucede.
Acerco Mis dedos nuevamente al coño ofrecido y se llenan de los fluidos de Mi pequeña niña. La masturbo con intensidad y ella suspira y se revuelve en lo que puede, todo lo que le dejan sus ataduras mientras Mis dedos la recorren tanto por dentro como por fuera. Me mira suplicante, insinuando la petición del pertinente permiso, pero Mi cara se pone seria y ella se reprime hundiendo su cabeza en la almohada.
Paro bruscamente y levanto la cabeza de Mi esclava con la mano derecha mientras los dedos húmedos se introducen en su boca. Sé que no la gusta pero su sumisión es tan intensa que Me los limpia y los chupa como si la fuera la vida en ello. Al finalizar la limpieza, la dejo descansar y apoyo su cabeza en la almohada.
Vuelvo a tomar Mi cámara y saco otra serie de fotos de la escena.
Tomo de nuevo la vela y con mucho cuidado voy derramando cera roja derretida en las nalgas indefensas hasta que formo Mi marca en ellas. Ella se estremece e intenta permanecer quieta; sin embargo, no cejo en Mi empeño y al acabar el símbolo de la TX adorna ambas nalgas.
Otras fotos inmortalizan el momento.
A continuación suelto las manos del cabezal y se las hago poner a la espalda; las enlazo entre sí con la cadena que saco del cabezal haciendo una especie de esposas y, tomando el tramo que pasa por su centro, enlazo estas últimas con la hembrilla del techo.
La postura tensa e incomoda pero que refleja a la perfección su disposición hacia Mi es algo especial y de una belleza plástica que, para Mi, no tiene parangón. Su cuerpo tenso y abierto a Mi disposición; los regueros de cera que adornan su espalda y nalgas y la tonalidad que adorna estas últimas reflejan perfectamente que es Mía y que su cuerpo Me pertenece; eso por supuesto, por no hablar de las marcas que, de forma destacada, definen quién es su Dueño y Señor.
Evidentemente inmortalizo la escena con Mi cámara.
A continuación, apago la vela Me dirijo a la cabecera de la cama y acaricio y beso la cabeza y la cara de Mi esclava. Tomo sus tetas con Mis manos y pellizco con suavidad sus pezones. Su estremecimiento Me indica lo que está gozando y como está de entregada a Mí; como siente que Mis manos demuestran Mi poder sobre ella.
Vuelvo a acariciarla y la miro intensamente; ella devuelve Mi mirada y una ola de empatía recorre nuestros cuerpos y mentes. Una sonrisa aparece en la cara de ambos, la complicidad es total y sus sentimientos de sumisión son el complemento perfecto para los Míos de Dominación. La beso, con intensidad y con ternura y ella Me devuelve el beso con pasión y con voluntad.
Me relajo y Me alejo ligeramente de su cara mirándola con ternura y placidez.
En este momento de bajada de adrenalina, noto que Mi estómago ruge y ella suelta una carcajada:
- ¡¡¡Jajajaja!!!.- resuena alegre en la habitación.- ¿qué pasa, mi Señor??? ¿tiene Ud. hambre???
- Pues la verdad perrita Mía; sí que parece que la tenga pero es que no sé ni la hora que es.- contesto mirándola en el reloj de la mesilla.- ¡Vaya!! Si son casi ya las 9 y cuarto de la noche.
La respuesta de Mi niña es una sonrisa alegre e intensa.
- Es que a tu lado y jugando contigo las horas se Me pasan como por ensalmo.- remacho Yo.
- Pues, mi Señor lo mejor será que me desate porque si no…… no sé como vamos a poder complacer a Su estómago porque Ud. en la cocina…
Meneando la cabeza y con una sonrisa en Mi cara (su apelación a lo mal que cocino sin ser, en Mi opinión, cierto es casi permanente) la empiezo a desatar empezando por soltar sus manos y sus pies del techo de la habitación.
Luego desato sus manos sujetas entre sí y ella se da la vuelta; entre ambos, acabamos de soltar sus pies.
Sin embargo, y después de eliminar cualquier rastro de cera de su espalda y nalgas pero antes de que se incorpore totalmente de la cama, tomo la crema hidratante y un masaje lento y concienzudo acaba de desentumecer los músculos de Mi niña que, agradecida, besa Mi mano.

miércoles, 15 de abril de 2009

Una tarde de compras por T_Cabot

El Amo llamó por teléfono a su gatita para decirle que estaba de camino
- Mi linda gatita, tu Dueño tardará diez minutos, ve preparando las cosas.
- Sí, mi Señor, su esclava lo tendrá todo listo, mi Amo
Llegué a casa y mi gata estaba en la puerta, de rodillas, separadas, con las manos en la espalda la mirada humillada y su correa en la boca, había tardado diez minutos más de los que dije y ella debía llevar casi veinte minutos en esa posición pero ni un lamento salió de sus labios, cogí su correa y a 4 patas me siguió al salón, me descalzó y después de lamer mis pies sudados me coloca las zapatillas y se tumbó a mis pies mientras los lamía
- perra, esta tarde iremos de compras pero antes quiero comer algo, ve a por la comida
- Sí, mi Dueño su perra le servirá la comida y le da las gracias por permitirle servirle
Me da la comida y mientras degusto un buen filete ella permanece a 4 patas junto a mí, la acaricio y de vez en cuando le tiro un trozo de carne, lame mis pies y ladra para pedir permiso para comerlo, "perrita, come las sobras de tu Amo" sin responder más que con mas lamidas come los trozos que hay en el suelo con cara de alegría.
- perra stella, tu Amo desea darte de beber.- se acerca a mí a 4 patas y después de abrirme la cremallera con la boca se introduce mi polla en su boca y recoge mi orina sin dejar una gota, al terminar limpia bien la polla de los restos de orina y vuelve a guardarla
- Mi Amo esta puta perra agradece el honor de haber sido alimentada con su orina y sabe que es un regalo que no merece
Después de comer descanso un rato en el sofá mientras mi esclava permanece a mis pies siempre desnuda y en la posición tumbada boca abajo y su boca lamiendo mis pies, tras descansar le digo que vamos de compras, vamos al dormitorio, ella siempre a 4 patas detrás, abro el armario y escojo una falda con vuelo, una blusa semi transparente y un sujetador que deja sus pezones y casi todo su pecho al aire.
- "Mi Dueño su puta perra está feliz y orgullosa de llevar la ropa que su Amo tan sabiamente ha escogido"
Después de vestirte y colocarte el collar de paseo nos vamos a la calle, caminas un paso por detrás y a un lado, sin preguntar a dónde vamos, tras mirar en varias tiendas, entramos en un sex shop y me pongo a mirar consoladores y cinturones de castidad, la dependienta nos aconseja y se fija en que miras al suelo y llevas un collar
- ¿Han pensado en algo concreto, señor?
- Quiero un arnés doble y un cinturón de castidad además de pulseras y tobilleras
- Muy bien caballero, ¿puedo tomarle medidas a la señorita?
La miro sonriendo, me acerco a mi esclava y le digo:
- ¿Eres una señorita?
- No Mi Señor, esta esclava no es más que una puta perra de mierda que ha nacido para servirle y está orgullosa de pertenecerle, mi Dueño
Me giro a la dependienta y le digo que puede tomarte las medidas, ella saca una serie de artículos y te los va probando:
- ¿Le aprieta esta pulsera o las tobilleras?
- No, Señorita, gracias por preguntar
- Me llamo Sara no hace falta que me trate de usted
- Gracias, Señorita Sara pero esta perra ha sido educada por el mejor Amo y sabe que es un honor inmerecido tutear a una Señorita y que la Señorita Sara está muy por encima de la perra
La dependienta sigue con su tarea mientras yo mira sonriendo como los jugos resbalan por tus muslos
- Estás muy excitada, ¿verdad, perra?
- Sí mi Señor, su puta perra de mierda está muy salida y en celo
Noto que la dependienta mira tu entrepierna excitada y te ordeno quitarte la falda y blusa y quedarte desnuda, la dependienta mira tu cuerpo con deseo y se queda mirando la marca que luces en tus nalgas "puta perra propiedad de T", me mira y me dice que si puede tocarte, le digo que sí y te acaricia los pechos y el coño mientras gimes de deseo.
- Si lo deseas mi puta perra te dará placer, es una buena lamedora, perra stella, lame el sexo de Sara y demuestra lo que sabes hacer
- Gracias mi Amo para su puta perra será un honor lamer el lindo sexo de la Señorita y darle todo el placer que merece una Dama
Te acercas a ella que se ha quitado la ropa y comienzas a lamer su coño y pechos con deleite mientras ella se retuerce de placer y te acaricia tus pechos y coño, tras unos minutos gimes y pides permiso para correte
- Mi Señor, su puta perra pide permiso para ofrecerle su insignificante orgasmo, mi Amo
- Aún no, perra, recuerda que no eres más que una esclava y lo que cuenta es el placer de tu Amo
- Sí mi Señor, gracias mi Amo
Después de un rato Sara se corre en tu boca y ronroneas para pedir permiso para tragarlo, te lo doy y no dejas una gota, miro tu entrepierna y veo que tus jugos han resbalado y gotean en el suelo, te miro enojado
- Asquerosa puta perra, no tenías permiso para correrte, ¡¡cerda de mierda!!
- Mi Amo, su asquerosa puta perra pide perdón por no poder controlarse y por ser una sucia perra siempre en celo indigna de estar a su servicio
- No se preocupe caballero, lo limpio en cuanto se vayan, no tiene importancia.- dice la dependienta.
- De ninguna manera, mi perra lamerá su asquerosa corrida del suelo y luego te pedirá perdón y aceptará el castigo que quieras darle
- Sí mi Amo, esta puta perra pide perdón a la Señorita Sara y después de lamer su asquerosa corrida aceptará con orgullo el merecido castigo
Después de limpiarlo la dependienta te propina 25 azotes con una fusta que nos regala y después de empaquetar la compra se despide de ti con un largo beso en la boca y después de vestirte y sin limpiar tus jugos de tus muslos te llevo a casa en donde después de lavarte te coloco las pulseras y tobilleras y te llevo al dormitorio
- Mi linda gatita esta tarde has hecho muy feliz a tu Amo que te quiere mucho.- después de besarte te coloco a mi lado en la cama y nos dormimos abrazados.

sábado, 4 de abril de 2009

Las primeras horas del día por alma_cautiva

Este relato es el pago de dama alma_cautiva al Señor LORDVAGO por el trato que hicieron
Todavía embargada por el sueño me quedé escuchando, con los ojos ce­rrados, Su respiración lenta, tranquila, suave, llena de paz...
Retiré la manta que me cubría, me arrodillé sobre la suave alfombra que mi Amo compró para que yo durmiera junto a Su cama y me quedé unos minutos observándoLe, queriendo adorarLe también con la mirada.
Jamás se me ocurrió pensar, antes de concerLe a Él, que podría existir alguien tan perfecto como mi Dueño.
Salí de la habitación con sumo cuidado, intentando que no sonaran los candados que cerraban mis muñequeras y tobilleras, para evitar despertar a mi Señor.
Entré al baño que mi Amo acondicionó para mí, precioso y amplio, aun­que no tanto como el de mi Dueño. Un interruptor encendía una luz suave, el otro una más fuerte.
En las baldas no faltaba detalle alguno, pues Él siempre estaba pen­diente de que yo no careciera de nada. Sin duda alguna, estaba conven­cido de que ésta era la mejor manera de poder disfrutar de un animal de piel perfecta, perfume de ensueño y cabello de princesa.
En una de las esquinas, en el suelo, había algo que se asemejaba a la base de un plato ducha. Cuadrado, brillante y blanco, más hondo que cual­quier ducha de una casa tradicional, con una pequeña pendiente que ba­jaba hasta dar con un orificio de mayor tamaño de lo normal a modo de desagüe. El hecho de que no tuviera mampara ni grifos delataba que no se trataba de una ducha. Era mi baño, pues mi Amo siempre decía que nunca había visto un animal haciendo sus necesidades en una taza como si de una persona se tratase, y que debía estarLe agradecida tanto por no hacerme esperar hasta que Él se levantara, como por no obligarme a hacerlo en la calle.
Una vez que hube preparado la ducha para mi Amo me dirigí a Su habitación, giré lentamente la manilla hasta abrir la puerta y me acerqué con paso lento hacia mi Dueño que dormía plácidamente. Me arrodillé junto a Él para adorarLe como el Dios de mi religión monoteísta que es. Acaricié Su rostro con mi dedo índice flexionado y cuando vi que comen­zaba a despertar posé suavemente mis labios sobre los Suyos, a lo que respondió con un cálido beso que inundó mi alma de ternura. Entreabrí mi boca tal como Él me había enseñado para que dispusiera de ella a Su anto­jo. Su lengua humedeció mis labios y mientras que la respiración de ambos se agitaba con cada beso, succionó mis labios haciéndolos más Su­yos que nunca para terminar poseyendo mi boca con Su lengua que me llenaba por completo.
Aún de rodillas y siempre con la mirada baja, pues aunque mi Amo es generoso y me permite elevarla de vez en cuando soy consciente de que he de mantenerla siempre por debajo de Sus pies, retiré la ropa que Le cubría. Él extendió Su mano hasta alcanzar uno de mis pechos, lo palpó, acarició, apretó, soltó y volvió a apretarlo para finalmente pellizcar mi pe­zón. Aunque me costó, logré mantener mis brazos a mi espalda repri­miendo el impulso de frenar Su mano. Repitió el mismo gesto en mi otro pezón y fue deslizando Sus dedos entre mis pechos, estómago, ombligo, vientre, pubis (suave y rasurado por y para Él) hasta llegar a mis labios sin vello para abrirlos y comprobar que Su perra estaba húmeda y ca­liente. Su mano deshizo el camino antes recorrido. Se paró en mis pechos que Le apuntaban desafiantes. Ante el temor de que volviera a pellizcarlos no puede evitar un leve gemido que Él ahogó con un dominante - " Shhhhhhhhhhhh" -. Incorporándose en la cama fue girando el collar de perra que me vestía hasta dejar a Su vista la placa en la que ponía los nombres con los que normalmente me llamaba "juguetito alma". Cogién­dolo con firmeza tiró de él obligándome a inclinarme sobre Su enorme y preciosa polla, objeto de adoración y devoción para mí, como Su esclava putita que soy.
Comencé a lamer los huevos de mi Amo cargados de leche para el pri­mer desayuno de Su perra. Lamía con delicadeza, con cuidado, suave­mente, hasta asegurarme de que estaban lo suficientemente húmedos como para succionar uno de ellos y comérmelo como si fuera un caramelo que se iba derritiendo dentro de mi boca. Lo liberé y succioné el otro lle­vando a cabo la misma tarea. Una nueva succión y mi boca se llenó con los huevos de mi Amo Que premiaba mi trabajo con un - " Sigue, sigue, mi puta " - Los aprisioné con cuidado entre mi lengua y paladar, abrí mi boca para permitir su salida y con ayuda de mis manos comencé a lamer Su polla desde la base hasta la puntita, en largos lametones suaves, húmedos y muy calientes que hacían que mi Amo se excitara por mo­mentos, tanto, que de una embestida penetró mi boca llenándola de polla, de polla caliente, de polla suave, de polla grande y dura, de polla de mi Amo. Mi boca no dejaba de succionar, lamer y mamar mientras mis dedos jugaban con los pezones duros de mi Dueño y mi cabeza se movía de arriba abajo tal y como Le gustaba a Él, llegando con la punta hasta mi garganta y obligándome a respirar por la nariz. Su pelvis comenzó a follar mi boca cada vez con más fuerza. La punta de mi lengua trataba de intro­ducirse por el orificio de Su polla. Sus manos cogieron mi pelo y tiraron de él con la fuerza suficiente para obligarme a permanecer quieta, con la polla de mi Amo clavada en mi boca. La hice prisionera entre mi lengua y pala­dar mientras mis manos estimulaban los huevos de mi Señor. Finalmente un gemido de placer de mi Dueño y toda Su leche caliente vertida en la boca de Su perra. - " Desayuna, mi puta. Te lo has ganado " - dijo ador­nando Su cara con una sonrisa. Agradecida y obediente tragué toda la le­che que mi Amo me había regalado. Abrí la boca para que Él comprobara que había sido agradecida con el manjar que acababa de darme y me dis­puse a limpiar con esmero Su polla con mi lengua.
- Vale. Está bien- dijo Él con una sonrisa.
Seguí arrodillada para que mi Amo pudiera apoyar Sus pies sobre mis desnudos muslos mientras yo Le calzaba, pues no sería correcto que te­niendo allí a Su esclava, Sus pies tuvieran que pisar el frío suelo.
Se levantó de la cama, acarició con Su mano mi cabeza al pasar junto a mí y se dirigió a Su enorme cuarto de baño, al que Le seguí caminando con la cabeza agachada y la mirada clavada en el suelo.
Llegó a la taza y en pie, elevó Sus manos para echar Su pelo hacia atrás, mientras yo Le servía de la manera en que Él me había enseñado. Me situé a Su lado sin levantar la mirada, cogí con cuidado la polla de mi Amo y apunté hacia la taza.
- Apunta bien, perrita, que ya sabes a quién le toca limpiarlo luego, ¿verdad?
- Sí, mi Amo
- Y con suavidad, no vaya a ser que te toque limpiar los salpicones con la lengua
Esta vez sólo respondí agachando aún más mi cabeza.
Cuando hubo acabado extendí mi mano para coger el papel higiénico. Sin embargo, la voz de mi Amo me frenó en seco:
- Chu, chu, chu, chu. Con la lengua, Mi muñequita- Él sabía que ja­más me atrevería a contradecirLe ni desobedecer una de Sus órdenes, pero si además me llamaba " Mi muñequita", con ese tono cariñoso que se clavaba en lo más profundo de mi ser, caía perdidamente a Sus pies, servil y entregada, loca por Él. Me arrodillé ante mi Dueño, tomé Su preciosa polla con mis manos y la introduje en mi boca. Él puso Sus manos sobre mi cabeza con firmeza, pero sin hacerme daño, empujó para llenarme del todo y mi lengua hizo su trabajo.
Mientras Él revisaba las toallas, geles y cremas que yo misma había preparado antes de despertarLe, abrí el grifo del agua caliente para llenar Su bañera. Eché Su gel espumoso favorito y comprobé que el agua estaba a la temperatura que mi Amo consideraba idónea para Su baño.
- Ya tiene Su bañera lista, mi Señor "- dije enfocando mi mirada hacia Él, pero sin elevarla para nada.
Con la serenidad que Le caracteriza mi Amo se metió en Su bañera y se tumbó relajadamente en ella. Yo, tal y como mi Dueño me había ense­ñado, me arrodillé junto a la bañera esperando Su señal, sin más ropa que mis muñequeras, mis tobilleras y mi collar de perra, con la mirada clavada en el suelo, quieta, como un mueble más en el cuarto de baño de mi Se­ñor. Pasados unos minutos un chasquido de Sus dedos me avisó de que tenía que empezar con mi tarea. Levanté Su brazo derecho, enjaboné Su axila y tras sacar espuma pasé repetidamente la cuchilla hasta dejarla lim­pia, suave y tersa. Repetí los mismos movimientos con Su lado izquierdo. Tomé la suave esponja con la que a Él Le gusta lavar Su piel y la pasé por todo Su cuerpo, sin dejar un sólo milímetro sin acariciar. Lavé los dedos de Sus pies, uno a uno, con mis dedos, Su empeine, Su talón...fui subiendo por Sus piernas, largas, duras y bien formadas. Sus muslos, perfectos como todo Él, se abrían para recibir bien a la esponja que guiaban mis manos, dejando a mis ojos Sus atributos masculinos...Con sumo cuidado pasé mis manos por debajo de Sus huevos, acariciándolos y encaramando la esponja a Su polla. Lavé Sus ingles, Su vientre, Su tripita, Su pe­cho...Cuando lo consideró oportuno, se incorporó un poco y froté Su viril espalda. Al recostarse de nuevo entendí que era suficiente. Tomé el grifo, mojé Su pelo con agua templada y lavé Su cabeza masajeando con suavi­dad Su cuero cabelludo.
- ¿Da Su permiso para quitar el tapón de la bañera, mi Señor?
- Hazlo, muñequita
Antes de que el agua que llenaba la bañera se hubiera colado por el de­sagüe, mi Amo se puso en pie para que yo pudiera aclarar bien Su cuerpo de medidas perfectas, como esculpido a imagen y semejanza de un Dios griego. Pasé la esponja por Sus nalgas y volví a centrarme en Su polla y huevos que aclaré ayudándome de mis propias manos para evitar cau­sarLe la más mínima molestia.
Coloqué una toalla en el suelo para que al salir del agua mi Amo pudiera pisar en tela suave y cálida que secara Sus pies, para calzarLe después Sus zapatillas de felpa a juego con el albornoz y toallas.
Se dirigió a una especie de camilla que había en Su enorme cuarto de baño y se tumbó allí bocabajo. Yo Le seguí, sumisa y entregada, impregné mis manos en aceite de bebé y comencé a masajear con suavidad y delicadeza Sus tobillos, en círculos que formaba con mis dedos. Volví a usar el aceite para frotar con él las pantorrillas de mi Amo, recreándome en Sus gemidos de gusto y placer:
- Así, Mi puta. Sigue-. Ya estaba en Sus muslos, bien formados, duros, musculados...mis manos subían y bajaban por ellos con descaro hasta que finalmente, llegaron a Sus nalgas redondas y duras.
Mis dedos suaves y resbaladizos por el aceite pellizcaban los glúteos de mi Señor, oprimiéndolos, soltándolos, apretándolos...cuando di pequeños pellizquitos seguidos en la zona más baja de las nalgas supe que mi Amo estaba muy excitado:
- Eso es, Mi putita. Lo estás haciendo muy bien
Sus riñones también agradecieron mis masajes con aceite, dejando paso a una espalda ancha, viril, tersa y joven cuyos músculos se movían según el grado de excitación de mi Señor, que dejó caer los brazos para que también los hidratara con aceite hasta llegar a Sus manos, donde dediqué un tiempo jugando con Sus dedos y mis dedos.
- Más, perrita
Dijo mientras se daba la vuelta tumbándose sobre la espalda. Esta vez comencé por Su cuello, deslizando las aceitosas y suaves palmas de mis manos por Su pecho, dibujé círculos minúsculos alrededor de Sus pezones, que hubiera deseado lamer...no lo hice porque jamás se me ocurriría tocar a mi Amo sin Su permiso, pues supondría un castigo de los gordos por la enorme falta de respeto que supondría. Masajeé Su vientre de la misma forma que antes hice con Sus nalgas, pasé por Sus ingles, hidraté Sus muslos y rodillas hasta llegar a Sus tobillos. Por último, cogí un aceite comprado expresamente para mi objeto de adoración y masajeé con él los huevos y polla de mi Amo:
- ¡¡¡Buuuffff !!! Cómo me gustan tus masajes, zorra!!!! "-.Respondí con una sonrisa sin atreverme a mirarLe a los ojos. Ya no podía coger con una sola mano la enorme verga de mi Dueño.
- Ya vale, zorrita. Si te portas bien, tendrás polla más tarde.
Mi Amo se sentó sobre la camilla y yo masajeé Sus pies con crema desodorante relajante. Una vez que Le hube calzado, se puso en pie para que yo Le pusiera Su albornoz perfumado con el aroma de Su suavizante favorito.
Sin decir nada me cogió del collar y tirando suavemente de él me obligó a seguir Sus pasos. Al llegar al salón me soltó y dándome una palmadita cariñosa en mis nalgas desnudas ordenó que Le sirviera el desayuno. Siempre Le he oído decir que no hay tatoo más lindo, que el de un culito sumiso con los dedos de su Amo marcados en rojo.
Aparté Su silla de la mesa para que mi Amo se sentara, Le ayudé a acomodarse en ella, Le ofrecí Su periódico y me dirigí a la cocina.
Procuré tardar lo menos posible para no hacerLe esperar demasiado. Fui colocando delicadamente ante Él Su tazón de café con leche, Su zumo, Sus galletas...Una vez que comprobó que no me había dejado nada, cogió mi cadenita, la pasó por la pata de la mesa, el mosquetón por el asa de la cadenita y de ahí a la argolla de mi collar dejándome, así, atada a la mesa donde Él desayunaba, a Sus pies.
Desde que mi Amo me adoptó, me adiestró para serlo todo para Él:
Su sumisa, aceptando de buen grado todo lo que mi Dueño decidiera para mí, sin discutir Sus órdenes, confiando ciegamente en Él, obedeciendo siempre sin rechistar y dirigiéndome a mi Señor con el máximo respeto, incluso cuando pensara que en algo se había equivocado.
Su esclava, para servirLe, respetarLe, adorarLe, admirarLe, obedecerLe, quererLe y amarLe, sin límite, sin principio y sin final, pues la medida del amor, es amar sin medida. Soy una esclava que no siente temor hacia Su Amo porque es precisamente entre Sus brazos donde por fin me siento segura, querida, plena y sobre todo libre. Él nunca dejaría que nada malo me pasara, porque me defendería con Su propia vida si fuera necesario. Me gusta ser Suya, Su esclava, sentir la libertad de Sus cadenas y pertenecerLe sin más derecho que el de complacerLe y ser educada por Él.
Su perra, para divertirLe siendo Su mascota favorita. Le encanta verme caminar a cuatro patitas moviendo mi culito deseoso de recibir a su Dueño. Sé que Le vuelve loco enseñar cosas nuevas a Su perra, pues como Él siempre dice, los animalitos no podemos hablar y tenemos que saber pedir las cosas de otra manera. Me siento realmente feliz cuando al mirarme, leo en Sus ojos el orgullo de poseer un animal bien educado.
Su cosa, Su objeto, Su posesión, porque el mismo día que me entregué a Él Le regalé mi cuerpo, mi mente, mi voluntad, mi vida, mi corazón y mi alma. Ahora todo es Suyo. Sola y únicamente a Él Le pertenece...yo sólo lo llevo puesto para mi Dueño.
Su mueble, porque puede usarme horas a modo de mesa, silla, almohada, alfombra, cenicero, percha, perchero...o simple objeto decorativo en Su hogar.
Su juguete sumiso al que puede ordenar, usar, manejar, enseñar, castigar, amar, acariciar, azotar, golpear, mirar, hablar, humillar, pisar, cuidar, educar, adiestrar, domar y querer...como quiera, donde quiera, cuando quiera.
Normalmente, si Él no dice lo contrario, a la hora del desayuno soy la perrita de mi Amo. Aquella mañana, atada como me había dejado a la pata de la mesa donde Él desayunaba, yo aguardaba junto a mi Dueño, sentada sobre mis patitas traseras y apoyada sobre las delanteras. Bajó Su mano y me ofreció un cachito de galleta que yo cuidadosamente cogí con mi boca. Complacido, acarició mi cabecita y siguió desayunando. Al cabo de unos minutos me dio un cachito de bollo lo suficientemente grande como para no poder cogerlo con mi boca.
- Como me muerdas te doy en el hocico, ¿eh?
Nerviosa por el regalo que mi Amo me ofrecía por una parte, y por Su advertencia por otra, me puse a cuatro patitas y comencé a lamer el bollo como una auténtica perrita, hasta que finalmente pude hacerme con la pieza entera sin rozar con los dientes la piel de mi Dueño.
- ¡¡¡Alma !!! ¡¡¡Sit !!! - Volví a sentarme sin poder evitar que mi estómago vacío sonara.
- ¿Tienes hambre, juguetito?
Me hubiera encantado poder decirLe que sí, pero los animalitos no hablamos, así que, sentada a Su lado como estaba, torcí mi cabecita pegando la oreja derecha sobre mi hombro y Le miré con ojitos sumisos escribiéndoLe una de esas miradas que acarician el alma.
Partió otro trocito de galleta y lo echó al suelo, quedando algo alejado de donde yo estaba. Me puse de nuevo a cuatro patitas y acerqué mi hocico a la galleta, desafiando a la cadenita que de mi collar me ataba a la pata de la mesa de mi Amo. Estaba apunto de alcanzarlo cuando me frenó un dominante:
- ¡¡¡Alma !!! ¡¡¡¡NOOO!!!
Me quedé quieta, como petrificada, sin atreverme a levantar mi cabeza ante un posible golpe de mi Amo, formando una curva en mi espalda y de haber tenido colita, la hubiera metido entre mis patas.
- Muy bien, bonita- dijo mientras acariciaba mi lomo.
No podía decirLe con palabras lo inmensamente feliz que era siendo Suya, así que, opté por lamer las manos de mi Dueño, las manos de mi Amo, las manos que acarician que son las mismas manos que castigan y enseñan.
- Ahora, ¡cógelo!
Nunca había disfrutado tanto de un trocito de galleta.
Transcurridos unos minutos, mi Amo echó hacia atrás Su silla. En señal de respeto y atención a Él, me puse de nuevo a cuatro patitas. Mi Dueño cogió la fusta y eso hizo que mi respiración se agitara, en parte por miedo, en parte por la excitación que esto me provocaba. Me mantuve a cuatro patitas, sin atreverme a levantar mi sumisa mirada y sentí cómo acariciaba con ella mis pezones. Controlar mi respiración me resultaba imposible y abrí mi boca para jadear como jadean las auténticas perritas cuando tienen sed y calor.
Mi Amo colocó Su fusta bajo mis axilas y golpeando ligeramente ordenaba:
- Sube, alma
Me quedé a dos patitas, es decir, arrodillada sobre mis patitas traseras, flexionando el antebrazo y también las muñecas, como hacen los perritos que se sujetan sobre sus patitas de atrás. La mirada clavada en el suelo.
Mi Amo bajó Su fusta lentamente por mi cuerpo, sin golpear, acariciándolo suavemente. Al llegar a mi sexo, rozó con Su fusta la rajita que sólo a Él pertenece y que yo llevo puesta para Él. Frotaba como si mi vagina fuera Su violín, hasta que mis jadeos de perrita eran más intensos. De pronto paró:
- Voy a enseñarte a coger las cosas en el aire, pequeña
Cogió un cachito de galleta y lo lanzó al aire. Traté de estirarme lo que la cadenita que me ataba a Su mesa daba de sí, pero no llegué a cogerlo. Los tres primeros intentos fueron fallidos:
- Vas a quedarte sin desayuno, alma
Parecía un juego simple, pero al cabo de un rato estaba agotada de saltar, estirarme y soportar como podía los tirones que la cadena daba a mi cuello cada vez que lo intentaba. La paciencia de mi Amo y mi tesón hicieron que poco a poco fuera cazando algún trocito en el aire. Afortunadamente, mi Dueño no suele castigarme cuando me enseña algo, si no, creo que hubiera tardado en sentarme algún tiempo.
Mi Amo dio por terminada la prueba, se acercó a mí, se agachó y acarició mi cabecita:
- ¡¡¡Dame la manita, alma!!!
Levanté mi brazo derecho flexionado por la muñeca y se lo ofrecí a mi Dueño.
- Buena chica - dijo sonriendo complacido.
Se puso en pie e hizo ademán de salir de la sala. Como buena perra, traté de seguirLe a cuatro patitas, pero el golpe en seco de mi collar en mi cuello me recordó que mi Amo me había dejado atada a la pata de la mesa de desayuno. No pude contener un quejido de dolor idéntico al de una auténtica perrita.
- Túmbate, bonita
Obediente me tumbé con mis patitas traseras flexionadas por las rodillas, mis antebrazos apoyados en el suelo.
Aunque mi Amo me había dado toda la leche de Su polla al despertar y unos trocitos de galleta mientras Él desayunaba, mi estómago seguía algo vacío y no dejaba de sonar. Si Su esclava Le dijera que tenía hambre, Él, sin duda alguna, le habría dado de comer, pero en aquellos momentos Le estaba sirviendo como perrita y no me estaba permitido hablar.
Tumbada tal y como se me había ordenado, como una dócil perrita, agudicé mi oído al oirle cacharrear en la cocina. La cadenita que me ataba desde mi collar a la pata de la mesa se movía cada vez que yo movía mi cabecita en mi intento de saber qué estaba haciendo exactamente mi Amo. Aquel ir y venir del metal me excitaba aún más.
VerLe entrar de nuevo en el salón me llevó a ponerme a cuatro patitas casi de un salto, lo cual hizo que bailara de nuevo la cadenita y mi excitación aumentara por momentos, pues además de notar el movimiento del mosquetón en mi collar, desde donde yo estaba, veía las perfectas piernas de mi Amo bajo Su albornoz semiabierto. Olisqueé y percibí el aroma del café con leche recién hecho. Me puse de rodillas y levanté mis patitas delanteras, como cuando los perritos se ponen a dos patas al saltar con sus amos. En mi salto pude ver mi bowl en Sus manos, pero de nuevo el golpe seco de la cadena en mi cuello me obligó a volver a la posición de cuatro patitas.
Me excitaba muchísimo cada vez que veía en mi bowl mi nombre " juguetito alma". Según se agachó mi Dueño para dejar mi desayuno en el suelo, Su albornoz se abrió un poco más dejando al descubierto Su enorme verga y Sus huevos. Sin poder controlar el instinto animal que me invadía como perra de mi Amo que era en aquellos momentos, acerqué hacia ÉL mi hocico y di un lametón a Su miembro y huevos.
Mi Dueño se acercó a mí, cogió con fuerza mi collar de perra y zarandeándome de él me reprendió enfadado:
- A ver, perra, ¿quién coño te crees que eres para rozar si quiera a tu Amo sin Su permiso? ¿Acaso te crees que valgo tan poco como tú?
En aquel momento yo era Su perra y no podía responderLe con palabras, únicamente temblaba ante las palabras de enfado de mi Amo y procuraba mantener el equilibrio a cuatro patitas tras cada tirón que Él daba de mi collar al enseñarme.
- No - vuel - vas - a - la -mer- Me- sin- Mi - per- mi - so "- me recalcó acompañando cada sílaba que pronunciaba con un golpe de la palma de Su mano en mi boca, mientras con la otra me sujetaba fuertemente de mi collar. Después una única palmada seca y más fuerte que las anteriores:- ¡¡¡Perra!!!
Me senté apoyada en el muslo derecho con mis patitas delanteras estiradas, como las auténticas perritas y clavé mi mirada en el suelo. Mi Amo soltó el mosquetón de la cadenita que me ataba a la pata de la mesa, me cogió del collar y me hizo caminar así, a cuatro patitas, hasta el bowl de mi desayuno. Aunque siempre me apremia para que sea yo quien ajuste mi paso al Suyo, normalmente mi Dueño se adapta a caminar más despacito cuando pasea a Su perra a cuatro patitas. Sin embargo, por el reciente enfado, Él mantuvo Su paso habitual y a mí se me hacía imposible caminar a Su lado, viéndome forzada a recorrer medio camino arrastrada de un collar que me ahogaba.
- Alma, ¡sit!
Me senté obediente ante mi desayuno y estirando el cuello olisqueé como una buena perrita el café con leche que mi Amo me había preparado.
- Alma, ¡no!
Elevé mi mirada sumisa hacia mi Dueño, sin llegar a encontrarme con Sus preciosos y dominantes ojos. Me senté y fijé de nuevo mi mirada en el suelo. Mi Amo se agachó y mis músculos se pusieron en tensión esperando algún castigo por haberLe fallado minutos antes. Me relajé al sentir que Su grande y poderosa mano acariciaba mi cabecita:
- No Me es grato castigarte, perrita, pero debes aprender
Pegué mi cabeza a Su pecho y Él recogió mi pelo con una goma que se quitó de la muñeca.
- Ahora, muñequita. ¡A desayunar!
A cuatro patitas, me tiré a mi desayuno como la perra hambrienta de mi Amo que era y me dispuse a devorar todo cuanto me había preparado. Mi Señor sonreía complacido al ver cómo mi lengua iba haciendo desaparecer el café con leche. Sólo dejaba de lamer para mordisquear los trocitos de galletas y cereales que mi Dueño había echado en el café.
- Despacito, alma- dijo con una preciosa sonrisa que iluminaba Su cara.
Una vez que había tomado mi desayuno me senté como los perritos y relamiéndome busqué con la mirada a mi Amo.
- Pero bueno, juguetito. ¿Has visto alguna vez un perrito que no rebañe bien la comida que su amo le ha regalado? ¿A que no? Acaba to-do
De nuevo a cuatro patitas, saqué mi lengua y me esmeré en dejar bien limpito el bowl del desayuno, para lo cual tuve que meter dentro mi nariz, barbilla...
- Vale, alma. Tenías hambre, ¿eh?? Animalito
Obediente, dejé de lamer el bowl y sentada como los perritos miré hacia mi Amo, que quitando con Sus hábiles dedos los restos de galleta de mi nariz exclamó:
- ¡¡¡Perrita!!! ¡¡¡Mira cómo te has puesto!!! Voy a tener que bañarte. Eres muy cochina comiendo
Mi Dueño me cogió de mi collar y me llevó a cuatro patitas hasta el cuarto de baño que Él hizo para mí, esta vez adaptándose a mi paso. Comprobó que la temperatura del agua era la que Él deseaba para mí y me ordenó que me acercara:
- Ven aquí, Mi esclava - Como buena esclava de mi Amo me arrodillé ante Él.- " Ofréceme tus muñecas, Mi muñequita "
Con mis ojos clavados en el suelo extendí mis manos hacia mi Señor con las palmas de lado. Él abrió los candados y me quitó las muñequeras.
- Ponte de pie, juguetito. Manos en la nuca, brazos estirados y piernas bien abiertas
- Sí, mi Amo
Obedeciendo Sus órdenes, me puse en pie y abrí las piernas todo lo que pude, separando al mismo tiempo los labios de mi coñito. Entrelacé los dedos de mis manos y las coloqué sobre mi nuca estirando bien los brazos. Cabeza agachada. Mirada baja. En esta posición mi Amo me hacía ver lo pequeña que era ante Él, siempre superior a mí y lo expuesta que estaba a Sus caprichos.
- Eres Mía, esclava. Lo sabes, ¿verdad?- dijo levantándome la cara tirando de mi barbilla hacia arriba.
- Sí, mi Amo - susurré con el mayor respeto del mundo.
- Me perteneces. Eso es algo que no olvidas nunca, verdad, ¿perrita?- preguntó mientras la punta de Su fusta penetraba la argolla de mi collar de perra.
- Jamás lo olvido, mi Señor - respondí sumisa.
- Eres Mi zorrita. Eres la putita de tu Amo y te gusta que tu Señor te trate como tal, ¿verdad que sí, Mi puta?- inquirió acercándome a Él al tirar de la fusta que permanecía dentro de la anilla de mi collar.
- Sí, Dueño- susurré ruborizada.
- Debes sentirte orgullosa de ser Mía, de pertenecerMe, de ser tú quien Me dé placer, de que te haya elegido a ti como Mi esclava, perrita y puta.
- Sí, mi Amo
- Y de ser Mi juguetito. ¿No es así, Mi pequeña alma?
- Sí, mi Señor
Mi Dueño sacó Su fusta de la argolla y dibujó con la punta el borde de mi collar sobre mi piel. Se detuvo de nuevo en el arito, jugó con él y comenzó a subir colocando el extremo de la fusta sobre mi garganta.
- Y alma sabe que como posesión de su Amo que es, no vale más que cualquier objeto que Yo posea. Es decir, puedo hacer contigo lo que me plazca, muñequita...pues soy el Dueño de tu vida, cuerpo y mente.
Su fusta paseaba ahora entre mis pechos, bajando por el canalillo que los separa, encerrando mi pecho derecho en un círculo imaginario que mi Amo dibujaba. Después el izquierdo.
- Estos pechos son míos. Sólo a Mí Me pertenecen. Tú simplemente los llevas puestos para Mí.
- Sí, mi Amo
- Shhhhhhhhhhhhhhh- es lo único que dijo echándome la cabeza para atrás al tirarme del pelo, mientras colocaba Su fusta en mi boca indicándome silencio. No pude evitar que mi cuerpo temblara ante mi Amo.
Bajo de nuevo muy poco a poco Su fusta. Volvió a dibujar con ella sendos círculos en ambos pechos. Sin decir nada la apartó de mí y dando con ella suaves golpecitos en la palma de Su mano se quedó observándome unos minutos que se me hicieron horas. Dio una vuelta a mi alrededor. Otra. Otra más...hasta quedarse detrás de mí. Ese silencio me ponía aún más nerviosa. Se pegó a mi cuerpo, posó Su boca en mi oreja derecha, colocó Su fusta sobre mis pechos y sujetándola por ambos extremos, la fue deslizando haciéndola rodar hasta que quedó a la altura de mis pezones. Sus perfectas y suaves manos hacían subir y bajar la fusta por mis pezones, que estaban siempre como botones. Pasados unos minutos el roce de la fusta en mis pezones provocaba excitación, pero también una ligera molestia al ser estimulados de forma continuada. Seguía en pie, con mis manos en la nuca, manteniendo los brazos bien estirados y las piernas lo más abiertas posibles, pero la molestia que sentía en los pezones me obligaba a mover mis caderas y espalda, rozando con mis nalgas desnudas la polla de mi Amo, Que sólo llevaba puesto Su albornoz.
- Aguanta, alma. Estos pechos son Míos y puedo hacer con ellos lo que Me plazca. Eres tan zorrita, tan viciosa y tan guarra que estás disfrutando restregándote contra la polla de tu Amo, ¿verdad, Mi putita? Mira cómo Me estás poniendo, Mi puta. Mira lo que sale por Mi albornoz- me decía al oído mientras yo sentía la enorme y dura verga de mi Dueño apuntando mi culito.
Dirigiendo Su miembro con Su mano, azotó mis nalgas con Su polla para finalmente sustituirla por Sus dedos, que abrieron mis nalgas sin usarlas. Se agachó para colocar Su fusta entre mis piernas, de forma que me era totalmente imposible cerrarlas quedando mi coñito expuesto ante Él.
- Procura no cometer la torpeza de dejar caer la fusta...A menos que quieras ser azotada desde el inicio del fin de semana, claro. Aunque...sería una lástima que este culito no pudiera sentarse en unos cuantos días, ¿no crees? Además, no creo que le siente nada bien el agüita caliente de la ducha a un culito recién azotado
Mi Amo se colocó junto a mí. Puso Su mano izquierda en la rajita de mi culito y Su mano derecha en la rajita de mi coñito. Sus dedos comenzaron a moverse, recorriendo mi rajita por ambos extremos y hurgando en cada recoveco de mi sexo, haciéndome gemir de placer unas veces, y de dolor otras. Sin decir nada, de repente sentí mi culito lleno de Su dedo y mi excitación llegó a tal punto que mis caderas comenzaron a moverse al ritmo con el que mi Amo acariciaba mi coñito.
- Aún no- dijo sacando Sus dedos con cuidado.
Cogió la fusta que yo sujetaba entre mis piernas y la pasó por mi coñito, como si de un violín se tratara, como había hecho momentos antes en la sala. Él frotaba y yo me excitaba, frotaba y me mojaba, frotaba y gemía, frotaba y me volvía loca de placer, frotaba y movía mis caderas, mi Amo frotaba... y volvió a negarme el orgasmo.
Me cogió del collar y tirando de él me llevó hasta una especie de camilla que mi Señor había colocado muy estratégicamente en mi cuarto de baño.
- Sube, muñequita- ordenó tirando de mi collar mientras daba un fustazo en mis nalgas, lo suficientemente fuerte como para hacerme obedecer al instante, pero suave como para no causar un dolor excesivo.
Mi Amo me colocó sobre la camilla, de rodillas y de espalda a Él. Introdujo Su fusta entre mis muslos y comenzó a golpearlos con ella repetidamente, alternando uno y otro, con toda la rapidez que Sus muñecas Le permitían, mientras me ordenaba que abriera más las piernas:
- Más, alma, más. Más. Un poco más
El picor de mis muslos aumentaba con cada azote de la fusta, sin embargo, lejos de protestar, me conformaba con emitir un - " Ah, ah, aaah, aaaah " que no conmovía a mi Amo. Cuando tuve las piernas lo suficientemente abiertas mi Dueño dejó de azotarme y pude notar cómo el picor inicial se trasnformaba en ardor en unos muslos que se tornaban del color del fuego.
Tras recrearse en las marcas que la fusta había dibujado sobre mi piel, la colocó entre mis dientes y dijo:
- La frente pegada a la camilla, alma. Y no te muevas. Sabes que toda tú Me perteneces y voy a usarte como Me plazca. ¿Queda claro, Mi zorrita?
- Sí, mi Señor.
Mi Dueño se colocó detrás de mí. Sus suaves y perfectas manos de hombre acariciaron mis muslos recién azotados y fueron subiendo suave y lentamente hasta mis nalgas, que estaban bien separadas por la postura que mi Amo me había ordenado adoptar. Mi cuerpo se relajó por el efecto de las caricias de mi Dueño que ahora había llevado Sus manos hasta mi vientre, quedando Sus labios posados sobre mis riñones. Lamió mi piel y fue bajando Su boca por mis nalgas dando pequeños mordisquitos que alternaba con pellizcos de Sus labios dando placer a Su putita.
Mi Amo pisó el pedal que había en la parte inferior de la camilla para bajarla hasta que Él consideró que estaba a una altura adecuada. Al quitar el nudo del albornoz que llevaba, Su dura y enorme polla quedó al descubierto. Sus manos se posaron sobre mis nalgas, las acarició suavemente, sin prisa, para después oprimirlas entre Sus suaves dedos y volver a liberarlas, oprimirlas y soltarlas hasta que comenzó a dar suaves pellizquitos con las yemas de Sus dedos, acercándolos cada vez más a la entrada de mi culito.
Abandonada como estaba a las caricias de mi Amo de pronto noté como Su dedo penetraba mi ano, lo que provocó que sin soltar la fusta de entre mis dientes, levantara un poco la cabeza.
- Shhhhh. Ya, alma. Pega tu frente en la camilla, muñequita Mía
Obedecí sin rechistar mientras el dedo de mi Amo andaba a sus anchas y con descaro dentro de mi culito invitando a que entrara uno más dentro. Sentí deseos de suplicarLe que no siguiera, pero mis ansias de servirLe y darLe placer eran aún mayores, así que, permití que mi Señor usara mi culito a Su antojo, pues es a Él a Quien pertenece. La respiración de mi Dueño se agitaba por momentos hasta que finalmente sacó Sus dedos de mi culito. Yo respiré más aliviada, mis mandíbulas se relajaron y dejé de morder la fusta tan fuerte.
En la posición en la que me encontraba no podía ver qué hacía mi Amo, pero sí podía guiarme por el sonido de Sus pasos al caminar: Se alejó de mí, cogió algo de alguna estantería y volvió a mi lado. De pronto algo no excesivamente frío en la entrada de mi culito que Él extendía con suavidad, de arriba abajo, de abajo arriba, y alrededor del ano. Ante la incertidumbre de no saber qué venía a continuación, mi cuerpo entero comenzó a temblar sin poder evitarlo, como su mis piernas amenazaran con no sujetarme sobre la camilla.
Si por algo destaca mi Amo es por conocerme mejor que nadie, tanto por dentro, como por fuera, siempre sabe la palabra que tiene que pronunciar, el gesto que necesito, el cuidado, el castigo, el premio...
- Tranquila, muñequita. No temas. Tu Amo jamás permitirá que te suceda nada
Sus palabras, junto con las caricias que hizo en mis nalgas, me calmaron hasta que dejé de temblar.
Puso Sus manos sobre mis glúteos, los separó y pude notar la punta de Su polla en mi ano. Mi Amo empujó suavemente y sentí la misma molestia que minutos antes habían causado Sus dedos al penetrar mi culito. Mi Dueño volvió a empujar un poco más y no pude evitar emitir un gemido de dolor. Una embestida más y tanto dolor que sin soltar la fusta de la boca, levanté mi cabeza colocándome a cuatro patitas, lo que hizo que la polla de mi Señor quedara completamente fuera de mi ano.
Mi Amo, con la infinita paciencia que Le caracteriza, no dijo nada ni tuvo un gesto de reproche hacia mí, pues siempre decía que el castigo no era la forma de enseñar a una esclava, si no de corregir y que un Amo, ante todo, debía saber ser su Maestro.
Me sujetó poniendo Sus manos en mis caderas y volvió a colocar Su polla en la entrada de mi ano. Empujó y sentí de nuevo esa punzada en la entrada de mi culito. Volvió a empujar y noté cómo la punta de Su miembro me abría para Él. Presionó un poco más pegándose a mí y noté mi culito lleno de la verga de mi Amo, que a pesar de tener suficiente potestad para haberme embestido hasta romperme, comenzó a mover delicadamente Sus caderas, haciendo movimientos de mete-saca, provocando en mí un dolor que reflejaba en forma de quejidos y que poco a poco se fueron transformando en sollozos, después de los cuales brotaron lágrimas. De pronto, un calor dentro de mi culito y los gemidos de placer de mi Amo tras haberse corrido dentro de Su putita. Con Su polla aún dentro de mi ano, mi Señor acarició mis nalgas, se echó sobre mi espalda y besando mi piel dijo con cariño:
- Me encantas, Mi puta. Tienes que acostumbrarte a sentir la polla de tu Amo en tu culito, mi alma, porque has de aprender a darme placer también con ese culito que sólo a Mí pertenece y que tú llevas puesto para tu Amo. ¿Entendido, Mi zorrita? No olvides nunca que eres Mi juguetito, alma
La única respuesta que mi Amo obtuvo eran mis sollozos. Sacó Su verga de mi ano y sujetándola con Su mano se colocó a mi lado.
- ¡Uhm! Veo que se te ha caído la fusta en el último momento
Cogió mi barbilla entre Su pulgar y dedo índice y levantó mi cara ligeramente. Pensando que me iba a abofetear por haber dejado caer Su fusta cerré los ojos y encogí mis hombros.
- Respétame, pero no me temas nunca, alma. Una esclava asustada no puede servir bien a su Amo. Pues aunque yo hubiera decidido castigarte, tu miedo habría hecho que te cubrieras y hubieras impedido así que se cumpliera la voluntad de tu Dueño
Sus palabras, como siempre, me dejaron sin saber qué decir. Mientras yo iba guardando en mi mente las enseñanzas que mi Amo me iba dando, Él elevó más mi rostro, se inclinó hacia mí y lamió las lágrimas que recorrían mis mejillas. Posó Sus manos a ambos lados de mi cara, sonrió y depositó un tierno beso en mi frente.
- Ahora limpia bien Mi polla, muñequita
Obediente, abrí la boca para que mi Amo la penetrara con Su miembro y mi lengua se puso a trabajar para que no quedara sobre ella ningún rastro de Su leche ni resto de mi cuerpo.
Una vez que hube dejado bien limpio Su miembro, mi Amo me ayudó a bajar de la camilla sujetándome del brazo, pues tanto tiempo en la misma posición había entumecido mis piernas. Introdujo Su dedo índice en la argolla de mi collar de perra y me llevo tirando de ella hasta mi bañera.
Él se acercó a mí y yo bajé un poco más mi mirada en señal de sumisión y respeto hacia mi Amo. Abrió el candado que cerraba mi collar, desabrochó la hebilla y me lo quitó, haciéndome sentir completamente desnuda, como me siento cada vez que esta sociedad me obliga a salir a la calle sin mi collar.
Con un chasquido de Sus dedos entendí que debía esperar a mi Amo arrodillada en el suelo. Obedecí a pesar de que mis rodillas estaban doloridas por haber permanecido durante bastante tiempo apoyada sobre ellas y después a cuatro patitas sobre la camilla, mientras mi Dueño me había estado usando. Sin embargo, sentía que no era capaz de permanecer arrodillada y mantener mis piernas abiertas al mismo tiempo. Mis brazos debían estar a mi espalda, pero mi inseguridad me llevaba a ponerlos de vez en cuando delante, para apoyarme sobre mis manos cada vez que perdía el equilibrio.
- ¿Duelen Mis rodillas, alma?
- Sí, mi Amo. El dolor me impide sujetarme sobre ellas
- Bien, muñequita. En ese caso siéntate sobre tu muslo derecho, piernas flexionadas, brazos estirados, cabeza agachada y mirada clavada en el suelo
- Gracias, mi Señor
Mientras mi Dueño volvía a comprobar que el agua salía a una temperatura adecuada para mí y preparaba todo lo que necesitaba para mi baño, yo no podía dejar de pensar en mi collar: en lo importante que era para mí por todo lo que significaba, pues cuando mi Amo me dio Su collar, con él me entregaba Su plena confianza en mí como esclava y era yo la elegida para complacerLe, obedecerLe, adorarLe, respetarLe, quererLe y amarLe, el resto de mis días, 24 horas al día los 7 días de la semana los 365 días al año; pensé también, en lo que me había costado conseguirlo, tantas pruebas por las que antes de vestir mi collar tuve que pasar, todo lo que tuve que demostrar y que aprender...
Mi Amo seguía entrando y saliendo de mi cuarto de baño preparando todo aquello que Le iba a hacer falta. Inesperadamente sonó el teléfono en el salón y salió a atender a quien Le llamaba. Mientras estaba esperándoLe sumisa y obediente en la posición que Él me había indicado, acudió a mi mente el recuerdo del precioso ritual que mi Amo siguió el día que decidió ponerme Su collar y hacerme así Suya para siempre. Recordé lo nerviosa que estaba aquel día cuando fui a Su casa y cómo vendó mis ojos en el salón. Para evitar que me hiciera daño al golpearme con algo, mi Amo cogió mi mano y me llevó hasta Su habitación. Una vez dentro me sorprendió que la seda que cubría mis ojos no dejaba entrever ninguna luz, como si el cuarto donde nos encontrábamos estuviera a oscuras. En el momento que Él soltó mi mano me sentí totalmente perdida. Tras observarme unos minutos dijo:
- Sumisa, si no estás segura, o sientes miedo, estás a tiempo de irte
- No, mi Señor, deseo quedarme
- ¿Estás segura de lo que haces?
- Si, mi Señor. Nunca me siento tan segura como cuando estoy ante mi Amo...pues sé que Usted jamás dejaría que me pasara nada
Mi Dueño se colocó detrás de mí, acarició mi nuca con Su aliento de terciopelo y comenzó a desvestirme mientras yo temblaba de excitación y cierta dosis de miedo ante lo desconocido. Lentamente bajó la cremallera de mi vestido. Acarició mi espalda con suavidad, subió Sus manos hasta mis hombros y las deslizó delicadamente por mis brazos haciendo que la prenda cayera al suelo, dejando mi sujetador y braguitas al descubierto. Ahora Sus manos abiertas se habían hecho dueñas de mis pechos oprimidos entre Sus dedos por encima del sujetador. Las subió unos centímetros y Sus dedos índices se colaron dentro de las copas buscando los pezones siempre en punta ante Él. Los rozó, frotó, acarició y presionó con Sus yemas. Subió Sus manos por mis hombros, las bajó por mi espalda y desabrochó los corchetes del sujetador. Deslizó de nuevo Sus manos por mi espalda hasta llegar a los hombros y bajándolas por mis brazos me quitó el sujetador que cubría mis pechos. Posó las palmas de Sus manos sobre mi cintura, las deslizó hacia delante e introdujo Sus manos por dentro de la goma de mi braguita. Su mano izquierda de quedó sobre mi vientre mientras que la derecho siguió bajando hasta llegar a mi sexo. Sus dedos buscaron mi rajita y la estuvieron acariciando durante unos minutos comprobando la suavidad de mis labios, la humedad de mi vagina y lo abierta o cerrada que estaba en aquel momento. Sin sacar Sus manos de las braguitas, mi Amo las colocó en mis caderas, empujó hacia abajo y me quitó también esta prenda, que era la única que me quedaba puesta. Él seguía detrás de mí. Colocó mi cabeza sobre Su pecho, Su mano izquierda se hizo dueña de mis pechos y Su mano derecha dueña de mi sexo. Sus dedos seguían comprobando mi grado de excitación y jugaban a calentar mi coñito mucho más. Cuando mi sexo se sentía molesto al pensar que Sus dedos habían entrado demasiado dentro, mi cuerpo reaccionaba dando pequeños botes que mi Amo frenaba en seco apretando más mis pechos:
- Quieta, sumisa. Si quieres seguir adelante, has de saber complacerMe sin quejarte
Yo no sabía a qué me había llevado mi Amo allí exactamente pero...sin duda alguna, me estaba poniendo al límite y seguramente estaba poniendo a prueba mi confianza en Él. Siguió jugando y divirtiéndose con mi cuerpo, podía sentir en mis nalgas Su pantalón cada vez más abultado. Cada vez se iba dejando llevar más por Su instinto y Sus tocamientos eran cada vez más pasionales. Oí cómo bajaba la cremallera de Su pantalón y al acercarSe a mí, pegó a mi culo Su polla. Jugó con mi cuerpo a Su antojo durante unos minutos, transcurridos los cuales no volvió a tocarme. De pronto pude oír Sus gemidos, que eran similares a los que emitía en el orgasmo, por lo que deduje que mi Amo se estaba corriendo, aunque no pude intuir dónde fue a parar toda Su leche. Se separó de mí y con voz firme, segura y dominante dijo:
- Sumisa, lo que va a pasar ahora va a marcar en tu vida un antes y un después...puede que te duela. Tal vez no. Será algo definitivo. Piénsalo. Si no estás segura...si sientes miedo...o desconfianza...puedes irte y ser libre para siempre. Si te quedas...no habrá marcha atrás y no escucharé tus ruegos ni súplicas para que te permita irte más tarde. Tanto si te vas, como si te quedas, será con todas las consecuencias
Nunca Se había mostrado tan tajante ante mí, pero no sentí miedo, sólo ganas de servirLe y pertenecerLe...estaba segura de que me estaba poniendo a prueba...había pasado mucho tiempo aprendiendo de Él y siempre había recalcado que jamás me haría daño.
- Si Usted me lo permite...deseo quedarme, Señor
Con mis ojos vendados no podía ver nada, pero sentí en mis labios un dulce y tierno beso de mi Amo, Que deslizaba por mi rostro Sus suaves dedos.
Se colocó detrás de mí, me tomó de la mano y posó la otra en mi cintura desnuda, invitándome a caminar delante de Él. Con paso algo inseguro por la oscuridad que me rodeaba, llegué hasta donde mi Señor me señaló. Besó tiernamente mi cuello susurrando " Eres preciosa, Mi sumisa " y ordenó que cerrara los ojos para liberarlos de la seda que los cubría.
- Ábrelos ya, bonita
Obedecí y me vi de pie, desnuda, en medio de un círculo formado por velas encendidas. A medida que mis ojos se iban adaptando, comencé a vislumbrar, fuera del círculo, la figura de mi Amo Que tenía Su vista puesta en mí.
- De rodillas, Mi sumisa. Cabeza agachada y brazo derecho extendido hacia tu Amo, con la palma de tu mano hacia arriba
Sintiéndome más sumisa que nunca y sin decir nada hice cuanto Él ordenaba. Dada la posición en la que me encontraba no podía ver nada, pero noté que mi Amo colocaba algo sobre la palma de mi mano. Segundos después Su palma y tras ella Sus dedos, que no llegaron a entrelazarse con los míos.
- Mírame a los ojos, pequeña. Hoy será una de esas poquitas ocasiones en las que podrás ver los ojos de tu Amo tan de cerca. Quiero que grabes como a fuego en tu mente la mirada que te esclaviza
De rodillas como estaba, manteniendo el brazo extendido hacia mi Amo, elevé lentamente mi mirada hasta que mis pupilas se clavaron en las de mi Dueño. Transmitían fuerza a la vez que ternura, contagiándome de paz...de una gran paz interior que después aprendí que era innata en mi Señor.
- Estás aquí con el único fin de entregarte a Mí para complacerMe, adorarMe, servirMe, respetarMe, amarMe y quererMe el resto de tus días. Es por esto que abandonas para siempre tu condición de mujer libre, para pasar a ser Mi sumisa, Mi esclava, Mi perra, Mi objeto, Mi posesión, Mi juguete, Mi mascota, Mi mueble, Mi puta, Mi putita, Mi zorra, Mi zorrita...según Mis necesidades, caprichos y/o apetencias. Como esclava de tu único Amo que eres, al cual debes rigurosa fidelidad, careces de toda clase de derechos que no sean el de complacerMe y ser educada por Mí. Yo seré el único Amo que reconozcas, y como tal, me comprometo a educarte, protegerte y cuidarte, lo que conlleva doctrina, doma, adiestramiento, premios y castigos. Serás Mi más preciado tesoro, por ello, deberás entender que todo lo que te venga de tu Amo será desde el amor, el cariño y la comprensión. Jamás permitiré que te suceda nada malo, porque para ti, mi esclava, sólo quiero lo mejor
Sin apartar mis pupilas de Su mirada, mis ojos se humedecieron de emoción por el cariño con el que mi Dueño me hablaba. Retiró Su mano de la mía, que no me atreví a retirar puesto que sobre mi palma seguía aquello tan ligero, que apenas pesaba y que minutos antes mi Amo había colocado sobre ella. Mi Señor me enseñó un precioso collar de perra, y sonriendo, lo puso sobre mi cuello y lo abrochó.
- Desde este mismo instante, este collar será toda tu ropa. Nunca te sentirás desnuda mientras adorne tu cuello. Espero de ti que sepas lucirlo con orgullo porque mientras vistas este collar, llevarás una parte de Mí.
Escuchaba con atención las palabras de mi Amo mientras grababa a fuego Sus palabras en mi mente y Su mirada en mi corazón. Me sentía tan orgullosa de llevar Su collar y pertenecerLe, que los sentimientos que me embargaban se transformaron en lágrimas de emoción.
De nuevo la palma de Su mano sobre mi palma. Esta vez Sus dedos sí que buscaban entrelazarse con los míos, lentamente. De pronto, en nuestras palmas una serie de dolorosos pinchazos que se iban acentuando a medida que mi Amo iba uniendo con más fuerza nuestras manos. Los ojos de A/ambos gritaron " Dolor ", Su mirada me ordenó " Obediencia ", la mía Le respondió " Entrega".
- Por todo cuanto he dicho anteriormente, tal y como pone en tu collar, dejas de ser una sumisa más para ser Mi esclava alma, el juguetito de tu Amo
El dolor cesó cuando mi Dueño aflojó el abrazo de nuestras palmas. Tal y como Él había ordenado mi mirada seguía clavada en la Suya, de manera que no podía ver qué era lo que había provocado aquellos pinchazos que sentimos ambos.
Sin dejar de sonreír, mi Amo sacó con la mano que Le quedaba libre, el secreto que guardaban las palmas de N/nuestras manos. Era una hermosa rosa roja con la que mi Dueño, al deslizarla suavemente por mi cara, me acariciaba el alma. Nuestras manos, que aún permanecían unidas, se abrazaron más fuerte que nunca. El beso de sangre de nuestras palmas significaba que desde aquel mismo instante éramos sólo uno: dos cuerpos en una sola alma; dos mentes en un sólo pensamiento; mil sensaciones en una sola piel; miles de sentimientos en un sólo sueño; dos corazones y un sólo latir.