sábado, 14 de febrero de 2009

Roles por Azrael Arcángel

Ultimamente pienso que sería bueno tener al niño del cuento que nos gritara: "¡El Emperador va desnudo!", cada vez que pretendemos asumir roles en público que no nos hemos ganado en privado...y que ESTAMOS OBLIGADOS a seguirnos ganando día a día. En un mundo donde tenemos cada vez más medios para construirnos nuestras propias fantasías, es MUY DIFICIL integrar esas fantasías con nuestra propia vida cotidiana, y mucho más aún entrelazar ambas cosas con las de los demás sin caer en el error de verlos como meros actores de nuestro propio guión. Esto, por supuesto, vale para cualquiera de los roles. Para colmo de males, ser una u otra cosa no es como ser ingeniero, o registrador de la propiedad, no existe un temario, ni un certificado. En un mundo ideal todos deberíamos ser capaces de un nivel suficiente de introspección como para SABER a ciencia cierta, no sólo QUE somos, sino también QUIENES somos. La realidad es que, incluso cuando conseguimos alcanzar esa consciencia de nosotros mismos que nos permite identificar nuestros deseos y emociones de forma desapasionada y autocrítica, cuando menos lo esperamos ALGO nos golpea y nos hace reevaluar todo de nuevo.

Por eso yo soy muy reacio a las etiquetas. Amo, sumisa, Dominante, esclavo...cada una es un cliché si antes no has hecho los deberes pertinentes para conocerte a tí mismo, un mero disfraz o un uniforme de gala para un baile. El único rol que cuenta se materializa en cada relación, porque QUE NADIE SE ENGAÑE, no existen roles si no hay al menos dos personas dispuestas a poner en juego su vulnerabilidad, su autocontrol, sus emociones, sus miedos, su compasión, su sentido del deber y de la ética...y ser consecuentes con lo que de ahí surja. Entiendo y respeto a todos aquellos que se limitan a poner en escena guiones escritos por otros, que buscan en las novelas del género pequeñas liturgias que poner en práctica, o que repiten escenas de la infancia (¿jugamos a los indios, s.?) buscando en su interior aquello que por primera vez hizo temblar sus cimientos emocionales.

A veces pienso que muchos sueñan con viajar a este país lejano y miran folletos, estudian mapas, aprenden su historia y añoran un lugar irreal del que van construyendo su propia imagen, y cuando al final se deciden a visitarlo, o consiguen ahorrar suficiente para el billete, se comportan como meros turistas que sólo van buscando confirmar que todo es como en sus sueños...por cierto, es irónico el número de aficionados a la fotografía entre nosotros...

No sé, yo soy muy mal turista, y tengo mucho respeto por la inmensidad de las cosas. Sé que si intento abarcarlo todo, y me engaño a mí mismo creyéndome el dueño de la situación, si algo merece la pena, pasará de largo. Así que en mi interior asumo mi papel con humildad, tanta como creo que debe tener quien acepte ponerse en mis manos, porque en mi corta experiencia he conseguido aprender que, a veces, la misma persona a la que imperturbable has hecho derramar lágrimas de dolor, con una mirada o una simple frase puede hacerte tambalear y volver a hacerte preguntar quién eres en realidad...

Todo esto viene a cuento (espero), porque creo que tenemos que hacer más énfasis en que no buscamos roles, sino personas. Si yo tuviera que explicar aquí por qué asumo yo mi propio rol, sería bastante largo, pero baste decir que no veo demasiados síntomas de que ésto cambie. Ahora bien, si en algún momento descubriera algún lugar en mi interior que requiriera arrodillarme para visitarlo, y sintiera esa necesidad, sin duda lo haría. Y es esta seguridad la que me proporciona el respeto que tengo hacia quien se arrodilla ante mí, y que es lo más importante que me separa de quien sólo busca descargar su ira, sus frustraciones, sus miedos o su desprecio.

En este canal, como en algún otro, las normas incluyen la aceptación del protocolo, y a veces esto se cuestiona en público o en privado. Aunque me parece bien que esto sea así, que esa aceptación del protocolo mantenga el clima de respeto, puede que no se acabe de entender bien que una vez en privado, la aceptación de ese protocolo no supone ninguna clase de obligación. Por muy obvio que parezca, quizá esto debería estar mas claro, al igual que deberíamos (si queremos de verdad ser de alguna ayuda, claro está) no tomarnos tan a la ligera la cuestión de los roles en aquellos que aún no tienen experiencia real.

Como alguien ha dicho por ahí, manipulamos dinamita emocional. Más allá de la frivolidad que nos trae a estas salas, que nos permite hacer bromas de Amos y sumisas, de azotes y fustas, y que nos hace sentirnos arropados, creo que tenemos la obligación ética (soy un obseso de la ética de la transgresión, lo confieso), de no olvidar nunca eso, y de intentar que nadie, ni los más viejos ni los recién llegados, lo olviden.

1 comentario:

  1. en mi calidad de recien llegado,creo que has estado muy acertado en esta exposicion de hechos,ya que mas alla de la sala,existen otras fronteras que cruzar,y cruzarlas,exige un conocimiento de ti mismo que va creciendo dia a dia.yo no tengo experiencia real,y me he sentido identificado en tus palabras...gracias.para mi,muy acertadas.Moravecman

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