jueves, 28 de mayo de 2009

El Castigo Capítulo 4 (Recupero mi condición)

Avanzo sobre mis rodillas lo más rápido que puedo pues, a pesar de la crema que me han aplicado, mi espalda y ano me duelen profundamente. Sin embargo, no debe ser lo suficiente para ellos pues escucho la voz de gracejo que me recrimina:
- ¿Estás esperando algún tipo de invitación? O ¿acaso no sabes lo que debes hacer?
Intento acelerar mis movimientos cuando escucho la voz de lucy recriminándome:
- ¿Es que no has oído que te han preguntado una cosa, zorra estúpida? Contesta y con el debido respeto, como si fueras una perrita educada cosa que dudo.
Parece que lucy es especialista en intentar humillarme verbalmente. Siempre está menospreciando mis capacidades y habilidades. Sin embargo, me trago mi orgullo y contesto agachando la cabeza con voz queda:
- Sí, señora; he escuchado lo que me ha preguntado la señora gracejo. Señora creo que sí sé lo que esperan de mí. Creo que debo ir a donde la dama simpatic para cuidarla agradeciéndola las molestias que se ha tomado antes para disfrutar con mi cuerpo.
Dentro de mí llora mi corazón por tener que tratarlas de esa forma porque las llamaría “hermanas” pero no señoras; aunque soy consciente de que en este momento lo son respecto de mí por la voluntad de mi Amo. Esta es de las cosas que son complicadas para mí, el famoso hecho de que nuestras relaciones sean en desigualdad, siempre tasadas y colocadas en su posición.
- Adelante perra; espero que la des la atención que ella precisa tal y como la precisa y la resulte agradable.
La persona que me habla es irónico con su voz grave pero siempre buscando humillarme y hacerme sentir mal mediante su sarcasmo y su ataque a mis capacidades.
Lo ignoro mientras prosigo mi avance lo más rápido posible; mi objetivo está claro llegar donde simpatic para aplicarla cuidados y hacer que se recupere…… para que siga castigándome y torturándome. Porque en realidad eso es lo que sé que va a suceder y yo..... yo no quiero hacer nada para evitarlo porque lo que más deseo, mi idea central es que debo superar esta prueba y volver a retomar mi destino al lado de mi Dueño.
Llego delante de simpatic y mi cabeza toca el suelo indicando mi disposición para atenderla. Ella levanta la cabeza y asiente con una sonrisa de complacencia; por fin, parece que hay algo que he hecho bien. Rápidamente me levanto y acercándome a su lado de rodillas tomo la jofaina y, en ese momento, me percato que no tengo nada con lo que atenderla. Una sensación de vacío llena mi interior.
Es la propia simpatic la que me saca de la situación indicando con su mano una pequeña bandeja que se encuentra a su lado. Hay aceites de masaje y relajantes; esencias y colonias; pequeñas toallas dobladas y humedecidas; etc…
- Por favor, señora ¿se podría tumbar en el triclinium? – le digo a simpatic. Ella lo hace con delicadeza y se tumba boca abajo.
Está vestida con un corsé ceñido que tiene los broches de cierre por la espalda; es evidente que desea que se lo quite. Mientras lo hago me fijo en que lleva una pequeña falda estilo tu-tu, un tanga diminuto y unas medias pantys abiertas en el punto de sus agujeros íntimos; estos pantys los calza con unos zapatos de alto tacón de aguja.
Una vez desatado el corsé, le bajo la falda, los pantys y el tanga la altura de los zapatos. Con cuidado y delicadeza la quito estos últimos y acabo de bajarle el resto de la ropa, que dejo doblada en un taquillón que hay al lado, con lo que queda preparada para recibir mis cuidados.
Empiezo por tomar un aceite de masaje con aroma de rosas que deposito en el cuenco de mis manos y extiendo delicadamente por los hombros y la nuca de simpatic mientras aplico un ligero masaje en su cuerpo. Aprieto la carne de la persona sometida a mis cuidados con firmeza pero delicadeza generando bienestar en los músculos de ella.
Bajo mis manos y empiezo a masajearla desde las caderas hasta los hombros ejerciendo la relajación que necesita pues la siento tensa bajo mis dedos. Ella se relaja y me deja hacer. Aplico los pases de masaje que conozco en su espalda rellenando el hueco de mi mano con aceite cada vez que es absorbido por el cuerpo de la persona que atiendo. Pongo todo mi buen hacer aprendido en todo momento pues deseo complacer a mi Amo y sentirlo en ese ánimo.
Ahora busco sus piernas y aplico un masaje igualmente relajante en ellas; mientras permanezco de rodillas y postrada ante ella. La sensación que tengo es tremendamente humillante pues no la conozco y estoy aplicando el mismo tipo de cuidados que aplico a mi Señor; es más deberíamos estar tratando ella y yo a un Señor o Señora así y no lo que estoy haciendo.
Sin embargo, hay una cosa que hace que la situación empeore y son las palabras que brotan de la boca de irónico haciéndome sentir fatal.
- Y ¿qué pasa con el culo, el pecho y el resto de las partes del cuerpo de simpatic? ¿Vas a dejar que sigan tensas?
Mi estómago se encoje pensando que desean que la masturbe, pero me doy cuenta que de momento no dicen nada de ello. Así que tomo un poco más de aceite y lo derramo sobre las nalgas de simpatic y lo extiendo masajeándolas y dejándolas relajadas.
A continuación hago que se de la vuelta y empiezo a extender el aceite por su torso; masajeo sus tetas, pequeñas pero duras, y su vientre terso; noto como reacciona ella ante el masaje pues sus pezones se empitonan pero yo no hago caso y sigo con un ligero masaje por la base del cuello.
Acabada en esta parte me dirijo a sus piernas y las doy masaje aflojando los nudos que se han formado en ellas. A continuación, finalizo el masaje inclinándome sobre sus pies pequeños y delicados fratando tanto sus talones como sus dedos y empeine.
En ello estoy cuando, de repente, noto que algo quiere penetrar mi coño, que mi intimidad quiere ser violada. Mi primera reacción es levantar la cabeza, protestar por esa intrusión inesperada y no consentida e intentar que nada consiga penetrarme así.
Empiezo a erguir mi cabeza y a apartar mis manos de simpatic cuando las risitas maliciosas de mis torturadores me hacen tomar conciencia de la situación. Me han dejado relajarme y cuando la situación discurría por caminos casi placenteros........ han atacado mi cuerpo con una de las situaciones que, habitualmente, más me hacen protestar.
- Vaya, vaya si la putita no puede aguantar que le toquen ni siquiera un poco el coño.
- Es que será que como no lo tiene usado............. aunque por él quepa todo el parque de vehículos de la RENFE.
- No más bien será que se cree que aquí ha venido a disfrutar y ser feliz y no a darnos placer a nosotros.
Al darme cuenta de la situación y humillación a la que me encuentro sometida y que la misma es consecuencia del merecido castigo que estoy recibiendo respondo a la misma aplicándome más fuertemente en el masaje de los pies de la que en ese momento recibe mis cuidados y abriendo bien mi vientre para que no suponga ningún tipo de obstáculo a la intrusión; incluso me esfuerzo en que la misma resulte agradable con el fin de lubricar y que la penetración sea más suave.
Mientras me penetran con intención de hacerme sufrir, yo me concentro en masajear bien los pies de simpatic; recorro cuidadosamente su planta y luego sus dedos uno a uno; unto de aceite sus talones agrietados y masajeo cuidadosamente los tendones de esa zona.
El consolador, o más bien vibrador, ya me ha empalado. Siento como me llena, pues es realmente grande, y hace que mi agujero, mi coño, se encuentre realmente lleno.
Debe ser un vibrador a distancia pues según acabo de aceitarla los pies, siento que se pone en movimiento. Nuevamente me han pillado desprevenida y, mientras pego un respingo de sorpresa, aprieto rápidamente mis músculos vaginales para que el aparato no se salga de mi interior. A pesar de que no han dicho nada para mi es obvio que debe permanecer dentro de mi por encima de todo.
- Que masaje más interesante me has proporcionado, pequeña zorra – me dice simpatic su con voz aterciopelada que suena simultáneamente dura y admirada. – creo que mis compañeros se merecerían disfrutar de otro de ellos, ¿no crees, perrita?
No sé si contestar o no pero tengo menos de un segundo para decidirme. Creo que de todas formas me equivocaré pues si no contesto me recriminarán no hacerlo y si lo hago, me podrán decir que era una pregunta retórica que yo solo haré lo que ellos decidan. Decido hacerlo.
- Esta humilde esclava está a disposición de lo que las damas y el señor decidan – contesto mientras las lágrimas de humillación se agolpan en mis ojos.
Era evidente que me equivocaría y las risas que llegan a mis oídos golpean en mi corazón, en mi alma. Sabía que no tenía escapatoria pero no hay cosa que me dé más rabia que caer tan fácilmente en las celadas que me tienden. Pero lo peor es que empiezan a deformar toda la buena intención que tenía mi frase.
- Es evidente que lo harás porque si no te vamos a torturar hasta que nadie te reconozca, jajaja.
- No, déjala que no lo haga, así su Amo la repudiará y podrá encontrar una esclava de verdad que lo atienda como se debe, jajaja.
- ¿Qué es lo que se ha llamado? ¿humilde esclava? Pero si en el gesto de la cabeza se nota lo humilde que es, porque de humildad nada; y lo de esclava........... lo de esclava tendrá que demostrarlo a ver si sirve, que de momento no lo ha hecho, jajaja.
- Es que no sé quien se cree que es esta zorrita presuntuosa; humilde esclava se llama a sí misma, jajaja, como si bastara con que ella se definiera así para que lo sea. – dice lucy mientras descarga un fuerte trallazo en mi espalda.
- Además se debe creer que el servicio consiste en dar unos simples masajes que da cualquier pichimiruchi y ya está, jajaja.
El latigazo me pilló desprevenida y rabiosa, por lo que por poco no hacen que se me olvide retener el vibrador en mis entrañas. Además, lo cierto es que sus palabras hacen daño pues yo me he esforzado para que mi entrega sea lo más manifiesta posible. Consigo retenerlo gracias a un esfuerzo importante de mi voluntad, aunque noto como el final del mismo resbala hasta casi el exterior de mi coño, pero la verdad es que empiezo a sentirme agotada. Al mismo tiempo mantengo mi masaje sobre el cuerpo de simpatic sin desfallecer en darla descanso y laxitud.
Por otro lado, mi cuerpo reaccionaba ante el vibrador y las sensaciones que emanaban desde el interior de mi coño. Yo no deseaba hacerlo pues tenía expresamente prohibido el disfrutar y, mucho más, el llegar a correrme pero me estaba sintiendo incapaz de contenerme.
- Se ha llamado esclava y se ha quedado tan ancha, creo que merece un buen escarmiento por ello. Arrastrémosla a la cruz y enseñémosla lo que tiene que ser capaz de “disfrutar” con las velas y las fustas.
- Yo creo que no se merece eso. Creo que antes debería ser capaz de demostrarnos si es capaz de hacernos disfrutar a los demás. – escucho que dice gracejo.
- Eso, eso que nos lo demuestre que si no va a parecer que solo la dejamos disfrutar a ella. – corrobora lucy.- Y no estamos aquí para que ella disfrute sino para que nos demuestre que es capaz de entregarse y servir.
- A ella no debemos dejarla disfrutar y, si lo hiciera,... debemos corregirla con la mayor dureza. – remarca de forma hiriente simpatic.
Sé la razón por la que están diciendo eso; a pesar de mis esfuerzos tengo que morderme los labios para no gemir de placer que me proporciona el vibrador; con él en mis órganos sexuales y la sensación de conseguir que la persona atendida está siendo bien servida una ola de calor y placer me está inundando.
Sé que me debo contener y que no debo permitir que estas sensaciones placenteras me invadan pues lo que estoy es siendo castigada. Con un gran esfuerzo reconozco mis limitaciones y que yo sola no voy a ser capaz de contenerme así que recurro a la persona a la que estoy atendiendo en este momento.
- Señora simpatic, esta perra humillada solicita de Ud. que la castigue pues su cuerpo está sintiendo un placer que no tiene permitido. - Mi intervención coge tanto a mis castigadores como a los Señores de sorpresa.
- ¿Acaso no se te ha explicado de forma clara y concisa que no puedes ni debes sentir placer cuando eres castigada, niña insolente? – me responde no la voz de simpatic sino la de gracejo.
- Lo sé, señora, pero me reconozco agotada y que soy poca cosa comparada con las personas a las que tengo la dicha de servir mientras esté a su cargo; pero... este agotamiento no me permite mantener la situación, por lo que solicito nuevamente ser corregida antes de cometer una indiscreción de tal calibre. – un pequeño gemido escapa de entre mis labios antes de proseguir mi alegato – Sé que no soy yo quien debe decidir si debo ser castigada o no; ni siquiera la que debe decidir si no debo llegar a correrme y en ese momento recibir el castigo derivado de mi insolencia; pero... han sido Uds. las que me han indicado que no debo hacerlo y yo solamente lo indico para que tomen las medidas en el sentido que consideren pertinente.
El asombro ante el radical cambio en mi actitud se ve en la cara de las cuatro personas que están encargadas de mí; simpatic me ha quitado las manos de su cuerpo y yo me he situado de rodillas en posición de espera mientras me muerdo el labio, pues el vibrador no deja de hacer su efecto ni un momento.
Es evidente que no esperaban que me rindiera en ese momento ni que me entregara de esta forma absoluta en la que lo estoy haciendo.
Sé que no puedo actuar de otra forma, está en juego el conseguir el perdón de mi Dueño y la recompensa de volver a ser Suya. Ese perdón lo lograré únicamente si mi adecuación al papel que me han encomendado es perfecta y si me corro sin avisar y / o sin permiso no lo habré hecho; y...... me encuentro excesivamente cerca de hacerlo.
Siento que he aprendido la lección; siempre estaré mejor a Su lado que en manos de cualquier otro. Nací solo para servirle y moriré haciéndolo y, si por cualquier causa, no consiguiera hacerlo mi vida carecería de sentido.
Sigo en mi posición, la sala ha quedado en un silencio profundo de esos que se puede cortar con un cuchillo, solo roto por el sonido del vibrador dentro de mi coño. Mi intuición me dice que algo importante está a punto de pasar cuando la voz de simpatic, cargada de una risotada sarcástica, hace que esa pequeña esperanza se rompa en mi interior.
- Esta niña insolente se debe creer que basta con solicitar permiso o que tomemos medidas para que se cumpla su voluntad y no la nuestra; pero no, de eso nada lo que debe hacer es mantener la situación con lo que tiene y no rebelarse contra los que mandan en ella. Por ello,..... – de repente la voz de simpatic queda congelada en su garganta; una voz profunda y serena surge del fondo de la sala interrumpiéndola de forma brusca y cortante.
- ¿Alguien te ha dado permiso para que lleves las cosas más adelante, pequeña esclava?
- Yo... mi Señor Demondar... eh, no, lo siento pero... creía... – balbucea simpatic sin poder completar la frase.
- ¿Acaso le hablas a tu Dueño permaneciendo de pie???? ¿Deseas ser castigada con dureza??? – al oír esta frase simpatic se hinca de rodillas en el suelo como fulminada por un rayo; simultáneamente su cabeza se agacha hasta acercarse al suelo pero sin tocarlo y sus brazos se abren en cruz; es, lógicamente, una de las posiciones de súplica del perdón.
Sin poder remediarlo veo como tanto gracejo como irónico y lucy adoptan posturas similares; las manos se pueden hallar entrelazadas a la espalda o extendidas al frente o en la nuca pero, en este momento, mis cuatro torturadores se encuentran de rodillas tal y como lo estoy yo.
- A ver, seamos democráticos – suena irónica la voz de la Señora Symphonie – ¿quién de estos esclavos cree que meriem se ha merecido recuperar el rango que poseía? –pregunta mientras resuena el golpe de una tralla en el suelo.
Todo lo sucedido hace que yo pueda retener mi orgasmo de forma eficaz debido a las novedades, pues simultáneamente a la distracción, la esperanza ha brotado en mi interior y mi determinación ha aumentado de forma exponencial.
Las voces de mis cuatro torturadores y compañeros afirman que merezco recuperar mi nivel de forma agitada y tumultuosa; ninguno de ellos dice nada en contra. No sé si es el miedo al castigo que podrían recibir si opinaran en contrario o que realmente lo creen así, pero un sí global es lo que exclaman.
- Entonces... ¿a qué esperáis para quitarle ese vibrador de sus entrañas???? – se oye el sonido de cómo se arrastran los pies de los cuatro dirigiéndose hacia mí. Yo me inclino siguiendo el ritual y las formas que, previamente, han adoptado mis compañeros, mis hermanos; mi cabeza roza el pavimento mientras mis manos se extienden al frente en postura de adoración.
- Todos a la vez, no – dice Txiria, mi Dueño y Señor - gracejo, tu que estabas encargada por Mí, quítaselo.
Se acerca con rapidez y eficacia; extrae y desconecta el instrumento que me ha proporcionado placer y tormento, que ha quebrado mi voluntad haciéndome reconocer lo que soy; lo que deseo ser, la esclava de mi Amo, sin otra voluntad que la Suya propia. gracejo se retira dejando mi coño abierto y abandonado, con la sensación de vacío que, en parte, inunda mi espíritu.
- Habrá que limpiarlo, ¿no lo crees, putita? – es la voz de mi Amo la que se escucha pero yo no sé distinguir si se dirige a mí o a gracejo, la otra sumisa que se halla en este momento a Su servicio. No sé si levantar la cabeza e ir a arrebatarlo de las manos de mi hermanita o continuar en mi postura. Mi indecisión dura un solo instante, lo que tarda gracejo en contestar.
- Por supuesto que habrá que hacerlo, mi Señor; permítame ir a por una toalla y una palangana y en seguida lo verá Ud. totalmente reluciente.
- ¿Alguien te ha dicho que vayas a por algo, niña? Yo considero que es mejor que lo limpies con tu boca y que luego nos expreses como te ha sabido el coño encharcado de Mi esclava. – mi estómago se revuelve al oír a mi Amo; nunca me ha gustado el placer lésbico que, a otras, tanto agrada.
- Sí, mi Señor; ... cómo Ud. desee, mi Señor. – por la voz y el tono de gracejo al contestar constato que no soy la única en sentir esa sensación.
Sin embargo, no lo duda y empieza a limpiar el aparato que ha extraído de mi interior. En este momento, lo único que suena en la sala son los lametones y las chupadas que aplica gracejo al mismo con el fin de lograr su limpieza. Con curiosidad pero sin levantar la cabeza miro a mi alrededor y observo que tanto simpatic como irónico y lucy mantienen sus posturas sin moverse un ápice; parecen estatuas humanas como esos saltimbanquis que se colocan en la calle para demostrarnos su habilidad y obtener nuestras propinas.
- Ya se encuentra en condiciones de volver a ser utilizado, mi Señor. El coño de Su esclava posee un sabor especial que, a pesar de no ser de mi agrado, es dulce y aromático por lo que permita que le felicite, Amo Txiria.
- Gracias por tus apreciaciones gracejo; por cierto, ¿en qué estado se encuentra tu coño? ¿inundado o seco? Que quizá necesite un correctivo, ¿no crees? – entiendo que la pregunta es meramente retórica pero una parte (la más mezquina) de mi espíritu se alegra de que esté recibiendo de su propia medicina; sin embargo, siento que no está bien que gracejo pueda ser sancionada por haber cumplido la tarea que la han impuesto.
Sin embargo, lo peor está por venir; ante la falta de respuesta de gracejo, evidentemente desconcertada por el giro que están tomando las cosas, mi Amo se dirige a mí y me pregunta.
- ¿Qué opinas tu, meriem? ¿Consideras que gracejo debe ser corregida?
- No, mi Señor; ella solo ha cumplido con las órdenes recibidas, - me oigo contestar como si en vez de ser yo fuera otra persona la que responde por mí; aunque mi alma se eleva al darme cuenta de mi entrega y comportamiento - si ha hecho lo que ha hecho es porque era su obligación y solo ha intentado hacerlo lo mejor que ha podido y sabido.
A mis palabras le sigue un pequeño silencio expectante que no sé como interpretar. Mantengo mi postura lo más rígida que soy capaz pues no sé lo que va a suceder en este instante; no está en mí el pensar si los Señores se inclinarán en uno o en otro sentido.
- Muy bien, meriem; tus palabras Me han agradado sobremanera. Querido Txiria, creo que ha quedado demostrado que la pequeña puede volver a recobrar su rango de forma inmediata. Creo que habrá aprendido la lección – es el Señor Credilón el que habla de esta manera.
- Sí así lo parece. Creo que ha cumplido lo que esperaba de ella y con creces. –Mi corazón y mi alma se enchiden de gozo al oír las palabras de mi Amo, del Dueño de mi alma y mi vida. En este momento, hay una pequeña interrupción inesperada.
- Permiso para hablar, Señores. – dice la voz de gracejo.
- Pero... ¿quién te crees que eres tú para interrumpirnos, pequeña perra? – la voz de la Señora Symphonie suena airada y sin ningún tipo de contención
- Lo siento, Señora, pero es que desearía decir algo a meriem, si Uds. me lo permiten, por favor y considero que es importante. Si luego consideraran que no lo ha sido, Les ruego que me castiguen duramente, por favor, para corregir mi impertinencia.
- De acuerdo, pequeña; pero ten en cuenta que si lo que dices no nos parece pertinente no van a ser cuatro esclavos los que te castigarán sino cuatro Señores y que si no hablas....... permitiré a la Señora Symphonie que tome en consideración la falta que acabas de cometer.
Un escalofrío recorre mi espalda al oír hablar a mi Amo; sé que no bromea en lo que dice y que, bajo su aspecto amable y cortés, no le va a temblar el pulso a la hora de castigar y someter a la pobre gracejo, si se ha equivocado a la hora de interrumpirles. Tiemblo interiormente por ella.
- Querida meriem, deseo agradecerte de corazón que hayas entendido mi posición y la hayas aceptado; que hayas comprendido que si te he castigado ha sido por expreso deseo de los Señores; y que, en consecuencia, hayas decidido no tomar ninguna medida contra ninguno de nosotros cuatro aunque se te de la oportunidad de hacerlo.
- Jajaja, Demondar – las risotadas de los otros tres Señores se entremezclan las de unos con las de los otros.
- He de reconocer que las tienes bien educadas – se escucha la voz de mi Amo
- Sí ha sido una bonita intervención, creo que se han merecido pasar los cinco a la posición de espera – asevera Demondar.
- Sí que lo hagan – confirma Credilón.
Casi instantáneamente pasamos los cinco a estar de rodillas, sentados sobre nuestros talones y con las manos con las palmas hacia arriba apuntando al techo. Nos miramos sin disimulo y se ve la sonrisa que ilumina nuestras caras. Estamos entre hermanos.

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