lunes, 4 de mayo de 2009

El Castigo Capítulo 1 (La humillante sorpresa) por Txiria

Es una mañana de viernes de invierno, ya ha amanecido y tengo miedo. No ese miedo cerval que te inmoviliza sino el miedo de perder todo lo que había logrado hasta ese momento. He cometido una grave falta; Mi Amo, el pasado sábado, me pidió que tuviera preparada la merienda para Él y para Sus amigos y la sirviera; pero, durante la tarde, me entretuve en otras cosas y, al llegar Ellos, no les recibí de forma adecuada y la merienda estaba a medio preparar; más aún, me puse nerviosa e hice el servicio de forma descuidada y de malas maneras, no como sé hacerlo.
Lo peor de todo ...... los Amigos de mi Amo se dieron cuenta de mi descuido y lo comentaron entre Ellos y con Él.
Esto ha hecho quedar mal a mi Dueño y, lógicamente, me he castigado. La primera parte del castigo fue que Él no iba a tocar mi cuerpo en una semana; lo he entiendo y aceptado resignada; es lógico que se haya enfadado tanto. Lo que no veía es como iba a hacer para imponerme la segunda parte del castigo que es un castigo físico; y si no me tocaba ................
Por eso me ha extrañado tanto cuando esta madrugada me ha ordenado que hoy me duchara y maquillara correctamente, me pusiera un enema para limpiar mis intestinos y me adornara con mi collar de sumisa y un corsé que me queda especialmente bien, mientras me indicaba que luego finalizaría con los detalles de mi vestimenta para la calle; no sabía nada de que fuéramos a salir. Todo ello sin contestar a mis preguntas ni a mis miradas, más que con unos ojos duros y distantes.
Una vez preparada de esta forma, me ha ordenado ponerme unas medias de rejilla con liguero, un tanga ajustado y un par de zapatos de tacón alto; y, para ir a la calle, un abrigo que colocado encima no deja translucir si llevo o no vestido por dentro.
Más extraño aún, al salir a la calle, sobre las 10 de la mañana, en vez de conducir Él me ha ordenado que lo haga yo; sé que no le gusta como conduzco pero no están las cosas como para cuestionar a Sus órdenes. Me siento al volante y me dice que Él me irá indicando el camino.
Conduzco despacio por la ciudad; pronto descubro que nos dirigimos a un barrio de chalets algo alejado del centro de la ciudad; era fácil de descubrir, esta carretera solo lleva allí......
En este momento, Me ha dicho que va a encomendar a unas personas que Él conoce (pero no yo) el que martiricen mi cuerpo físicamente; no me considera merecedora de que Él se ocupe de eso en persona.
Del susto casi pierdo el control del volante, menos mal que iba despacio y he evitado salirme de la carretera. He abierto la boca con ánimo de oponerme a Su decisión pero al ver Su mirada me he callado, cerrando la boca de golpe.
Me indica que entremos en un chalet rodeado de una alta valla de arbustos y con una puerta metálica; da a una vereda estrecha con una curva pronunciada que no deja ver a donde conduce. Al dar la curva veo al fondo el portalón levantado de un garaje que parece estar esperando a que yo meta el coche allí dentro. Sin embargo, mi Amo me dice que no; que vaya directamente a la puerta principal de la casa situada unos 35 m más adelante.
Al encaminar el coche hacia la entrada veo una balaustrada y un porche; y en él a tres personas (dos mujeres y un hombre) vestidas de cuero. Ellas llevan un collar de perra cada una; corpiños que levantan sus tetas (tetas y no pechos pues los llevan al aire indicando su condición); largos guantes hasta el codo pero con los dedos al aire; tangas de cuero y botas altas (hasta las rodillas) de unos 12 cm de tacón. Sus brazos están cruzados a la espalda y sus cabezas gachas.
El hombre lleva una máscara de cuero con aberturas en los ojos y agujeros para que respire por la nariz; un correaje cruzado de cuero negro con una gran anilla en el centro; una braga – tanga de cuero que deja sus glúteos al aire y unas polainas de cuero tipo las de los streapers. Lo que más llama Mi atención es que va descalzo.
Mi Amo me despierta de mi ensoñación (sorprende la cantidad de cosas y la claridad con la que pueden verse en un vistazo) ordenándome que pare justo delante del porche, en las escaleras de subida que llevan a él y me ordena que cierre totalmente mi abrigo al parar y baje del coche dejándolo con las llaves puestas.
Evidentemente lo hago; al salir del coche me asusto pues el sumiso está esperando justo al lado de la puerta para subirse en él. Mi Amo está ya en el porche de espaldas a mí; las dos sumisas también me dan en este momento la espalda pues lo flanquean tres pasos por detrás de Él. Es evidente que están esperando a que yo suba y me sitúe detrás de mi Dueño y Señor.
Lo hago y mi Amo avanza hacia la puerta que instantáneamente se abre como si tuviera un sistema automático; yo avanzo detrás de Él, mi curiosidad me impulsa a mirar a los costados pero algo en mi interior me dice que no debo despegar la vista de la espalda de mi Dueño que me precede dos pasos por delante y me contengo. Detrás de mí oigo el repiquetear de los tacones de las botas de las sumisas que nos acompañan haciendo eco al sonido de mis zapatos mientras no se escucha ni un sonido más en los alrededores.
Entramos en una sala de estar amplia, más bien un salón de baile que sala de estar. De un vistazo vislumbro una inquietante cruz de San Andrés, un potro y un elemento de colgadura. Así mismo, veo a tres Señores sentados en tres de los cuatro sillones tipo Luis XVI hacia los que nos dirigimos.
Estos Señores son servidos por 4 personas (una arrodillada al lado de cada uno sosteniendo una bandeja con un vaso y una cubitera y una cuarta en la barra de un pequeño bar); los Señores mantienen una conversación distendida en voz baja; y ese sonido y el de los pasos sigilosos de la cuarta sumisa son los únicos que se escuchan en el salón.
Las dos sumisas que nos acompañan me adelantan y adelantan a mi Amo; Él se para y yo tengo que frenarme rápido para no chocar con Él, pues estoy asimilando la información que ha entrado por mis ojos. Una de las dos sumisas ha ido a arrodillarse al lado de un cuarto sillón que se hallaba vacío; una flecha de dolor traspasa mi pecho, veo que hoy no voy a poder, siquiera, servirle. Se ha situado de rodillas, las manos a los costados y la cabeza gacha en posición de espera perfecta; viéndola de esa forma, la envidio profundamente pues su posición es eso, perfecta; y yo no me considero capaz de alcanzar esa perfección, a pesar de que mi Amo me dice siempre que lo lograré (es otro de los motivos de disgusto que tiene, las dudas que presento respecto de lo que puede lograr de mi).
La otra sumisa ha ido a arrodillarse en silencio delante del Señor que domina la escena desde el sillón central del salón. No me atrevo a levantar la cabeza para echarle un vistazo a dicho Señor pues la atmósfera es tan solemne (aunque distendida al tiempo) que casi siento que debería pedir permiso hasta para respirar. El Señor habla y la dice:
- ¿Qué deseas, esclava?
- Mi Señor, permítame presentarle al Señor Txiria que ha venido con Su esclava a visitarnos y a solicitar algo de Uds.
- Bienvenido Txiria, hace mucho tiempo que no nos veíamos –dice volviendo la cabeza hacia mi Amo con una sonrisa
- Así es, Demondar – responde mi Amo – He venido a solicitarte a Ti a y a estos otros Amigos nuestros un favor. Ese favor del que tuve a bien hablar ayer con Tu favorita.
- Refréscanos la memoria, Txiria, por favor – dice el Señor situado a la derecha de Demondar
- Es fácil, Credilón; esta esclava Mía Me desobedeció el otro día y, encima, se comportó de forma descuidada; de resultas de estos dos comportamientos quede muy mal ante 4 de Mis mejores Amigos. Por ello, desde el pasado sábado la he castigado a no sentir Mis manos sobre su cuerpo pero el castigo Me resulta insuficiente pues creo que, su falta, debe conllevar un castigo físico que Yo Me niego a darla al estar condenada a no ser tocada por Mí. Por ello os ruego que se lo apliquéis vosotros en Mi lugar
No me lo puedo creer; mis oídos escuchan las frases pero no las procesan; mi Amo me va a entregar a estos hombres a los que no conozco de nada para que sea castigada. Pero y ¿Él? ¿qué va a hacer Él en el mientras tanto?
- Por supuesto que lo haremos con agrado, Txiria – dice el Dominante de la izquierda, mientras esboza media sonrisa; me sorprendo no me había podido fijar bien en ella pero no hay dudas de su sexo pues su voz tiene los ricos matices de una soprano siendo, claramente, de mujer – sin embargo, ¿crees acaso que si no es merecedora de ser tocada por ti lo es de ser tocada por nosotros? Yo creo que no. De todas formas, toma asiento y marilo te servirá lo que desees tomar en una bandeja que te sujetará ilusión mientras hablamos de lo que se puede hacer.
- Muchas gracias Symphonie – responde mi Amo tomando asiento en el sillón libre dejándome abandonada en medio del salón.
Inmediatamente la sumisa que está en la barra (marilo, supongo) sale apresurada pero con gracia para recibir la comanda de lo que desea mi Amo y la que está arrodillada levanta sus manos para sujetar la bandeja a la altura perfecta para el servicio de mi Amo. Como la envidio; no solo envidio que lo pueda servir también su postura y su capacidad de hacerlas perfectas en su sencillez. Mi Señor pide su bebida favorita y marilo se la sirve con una rapidez inigualable, o eso me parece a mí.
Yo sigo en el centro de la escena; parezco olvidada de los cuatro Dominantes de los cuales, sin embargo, soy el tema central de conversación. No sé que hacer ni que va a ser de mí, pues aunque oigo de lo que hablan mis oídos parecen negarse a escucharlos; y un escalofrío de miedo recorre mi columna mientras pienso que estoy dispuesta a pasar por cualquier cosa cuando un nuevo jarro de agua fría se derrama sobre mi cabeza.
- Lo cierto es que opino que no debe ser tocada por nosotros pues, en Mi opinión, ha perdido el rango que le tenías conferido antes del incidente que has relatado. – comenta la Señora Symphonie - Desde Mi punto de vista debe ser rápida y profundamente reeducada pues ahora no es tanto una esclava como una vulgar y estúpida perra.
- Creo que tienes razón y que sería bueno verlo desde ese punto de vista –responde el Señor Txiria, mientras mi alma se desploma en mi interior - ¿qué sugerencia tenéis que hacerme?
- Opino que debería ser azotada, pinzada y torturada la vez que usada por nuestros esclavos y esclavas favoritos. – las palabras que exhala la boca de Demondar son como nuevos clavos que se introducen en mi ataúd – Ellos nos informarán de su comportamiento y de si se hace merecedora de recuperar ese grado que poseía para ser castigada y usada por nosotros tres.
- Estoy de acuerdo – opina Credilón – sin embargo, Me gustaría realizar una concreción; en realidad estamos 4 Amos aquí y, aunque el Señor Txiria haya degradado a su esclava favorita alguien debería castigarla de forma expresa por delegación de Él, ¿no opináis así?
Nunca había sabido a que estadios puede descender el alma de una persona hasta este momento. Si mi Amo acepta la oferta de Credilón es posible que mande llamar a una de mis hermanitas para que adopte mi papel y, luego ..... ¿cómo podría recuperar mi crédito ante Él y ante ellas? O quizá no lo haga; no lo sé solo sé que voy dando me cabal cuenta del inmenso fallo que cometí y que debo enmendar.
Me conjuro a mi misma para lograrlo. Soportaré todo lo que me espera y repararé mi falta. Además si mi Amo no confiara ya en mi no me estaría sometiendo a esta prueba, ¿o sí?
- Creo que es una buena idea – asiente Symphonie
- Me parece correcto – confirma Demondar
- Y ¿a quién proponéis? – pregunta mi Amo – el resto de Mis sumisas no las considero preparadas para someter a meriem al trato que merece.
Al escuchar esto de los labios de mi Dueño mi pecho se hincha y mi corazón da un vuelco de alegría; lo que pase quedará circunscrito al círculo de los que nos encontramos ahí.
- Puedes utilizar a gracejo – dice Demondar indicando la esclava que nos acompañó y continúa arrodillada delante de Él.
- Me parece una buena idea pero no la conozco.
- Pues pruébala.
- gracejo, acércate – dice mi Amo. La esclava se acerca a cuatro patas hasta delante de mi Amo y Él la toma de los pezones haciéndola levantarse del suelo sobre la punta de sus pies; no exhala ni un grito, ni siquiera un hilo de sonido sale de sus labios aunque yo sé, por experiencia, que está sufriendo, cosa que sí se nota en su cara – de acuerdo, Me la quedo con Tu permiso.
- Te la traspaso por el tiempo que dure esta prueba –confirma Demondar.
- Gracias Amo, por someter a esta indigna sumisa a la prueba y por aceptarme a Su servicio – dice con voz dolorida, gracejo.
- Quedas aceptada – expresa el Señor Txiria mientras suelta los pezones aprisionados por Sus dedos. gracejo cae hacia el suelo apoyando las palmas de sus manos y sus rodillas en el mismo; padece un instante de desvanecimiento pero se recupera del mismo con prontitud.
- Bien entonces quedamos en que será azotada, torturada y utilizada por 4 esclavos y que ellos serán los que nos informen de su evolución ¿no? – confirma Symphonie.
- Así es. Si os parece defino como ejecutora por Mi parte y elemento número 1 en la ejecución a simpatic, Mi esclava favorita – dice Demondar
- Como elemento número dos defino a irónico, Mi esclavo preferido – afirma Symphonie
- Como aportación número tres, presento a lucy, Mi esclava entregada – explicita Credilón
- Por último, usaremos a gracejo como instrumento número 4 de castigo – afirma mi Amo por su parte
- Que se adelanten los 4 – exclama Demondar
Suavemente se levanta una cortina detrás de mí y se escuchan los pasos de tres personas que siento se colocan en semicírculo a mi espalda. gracejo se levanta a su vez de los pies de Mi Amo y se sitúa en su lugar. De repente, escucho justo de detrás de mí una voz imperiosa de mujer que dice:
- Quítate ese abrigo, perra –Mi cabeza permanece gacha cuando me ordenan – cierra los ojos y que no te veamos abrirlos.
Sin pensarlo, deslizo el abrigo de Mis hombros dejando que caiga en el suelo haciéndose un ovillo a Mis pies; intento echarlo para atrás con los pies pero el nerviosismo que me embarga impide que lo logre.
- Un paso al frente y en posición de inspección – cumplo de forma inmediata la orden emitida por otra voz imperiosa de mujer. Doy ese paso al frente y mis manos se entrecruzan detrás de la nuca y mis piernas se abren en un ángulo de 30º aproximadamente. Evidentemente mis ojos permanecen cerrados y apretados
- Es obediente la perra esta – dice suave una voz de hombre detrás de mí que me produce un escalofrío.
- Así es - contesta la tercera voz de mujer – y además quizá hasta aparente estar educada. En este caso podremos forzar un poco su límite para ver si su educación es real o mera apariencia.
Oigo los tacones que repiquetean en el suelo acercándose cuando, de repente, unos dedos bruscos y exigentes de hombre penetran entre mis labios; no lo he oído acercarse. Abro la boca sin pensar para dejarles inspeccionar el hueco de la misma mientras pego la lengua a su parte inferior. Una voz en mi interior me anima diciendo que le voy a demostrar lo buena esclava que soy; lo bien que me ha educado mi Señor y lo merecedora que resulto de volver a servir a mi alma, mi Dueño.
Otra mano libera los corchetes traseros de mi corsé dejando mis tetas y todo el tronco de mi cuerpo al descubierto; simultáneamente dos manos exploran mis agujeros inferiores tocándolos y manipulándolos sin compasión. Me doy cuenta de que intentan excitarme y eso......... debe estar reservado para mi Dueño; resisto la prueba con entereza.
- Descálzate y cierra las piernas, puta – susurra una voz a mi oído.
Lo hago rápida pero cuidadosamente; sospecho lo que seguirá, mi tanga no cubrirá mi intimidad mucho tiempo más. Lo tengo asumido, es mi Amo quien ha decidido que estas personas lleven a cabo el castigo por mi indiscreción y yo, yo ...., solo puedo acatarlo.
Acierto; mientras oigo como mis zapatos son apartados de mí unas manos deslizan el tanga por mis piernas hacia abajo y otras dos sueltan el liguero lo que tiene por resultado que las medias queden en figura informe alrededor de las piernas.
- Acaba de quitarte las medias, zorrita –susurra la voz de hombre a mi oído.
Empiezo a soltar mis manos de detrás de la nuca cuando oigo chillar detrás de mí
- ¡Quieta! ¿Acaso alguien te ha dicho que muevas esas manos? No, si lo que va a resultar es que su desobediencia que no es por vaga sino por tonta.
- Venga haz lo que te hemos mandado o ¿es que te cuesta y no entra en tu cabeza de chorlito?
- ¿Acaso voy a tener que pedir una silla para poder descansar mientras te quitas un par de prendas?
- Será que pretende regalarnos con un espectáculo no pedido y, por ello, tarda tanto
- Es normal que su Amo no desee ni tocarla; es incapaz de cumplir ni la orden más simple.
Mi alma se rebela ante lo que oigo y mi cerebro se niega a procesar la información de lo que desean hacerme pero entiendo la humillación a la que me están sometiendo. Querían que demostrara mi incapacidad delante de mi Dueño y lo han logrado, pero no voy a dejarme vencer por ellos; no
Moviendo las piernas hago que las medias se deslicen por ellas hasta llegar a mis pies. Allí pisando la derecha con el pie contrario tiro del pie que la calza y consigo quitármela; lo mismo con la otra. Todo ello mientras mis manos permanecen cerradas en mi nuca y mis ojos casi me duelen del esfuerzo de mantenerlos cerrados y de contener las lágrimas que se han agolpado, mientras las voces me golpean los oídos reprochándome mi tardanza, mi poca gracia en la figura, mi poca capacidad para cumplir las ordenes, etc..
Consigo quitármelas del todo y recuperar la posición anterior. El momento ha sido duro pero ya ha pasado. Una duda ronda en mi cabeza ¿han sido tan duros por estar delante de los Señores?. Pero casi sin dejarme tiempo a respirar noto que jalan de mis pezones hacia arriba haciendo que me sitúe de puntillas. Aunque mi cerebro me pide que grite de dolor no lo hago, aprieto mis dientes, que chirrían, y mantengo la postura lo que mejor puedo sin emitir un sonido de entre mis labios.
En este momento noto que una correa se engancha a mi collar de perra y que una pieza de tela empieza a rodear mis ojos. Casi entro en pánico; mi Amo no les ha informado de mis límites; Él sabe bien que esto es de las pocas cosas que me paralizan. Casi no sé ni como reaccionar
- Por favor, no me venden los ojos – consigo musitar – es uno de mis límites reales pues me hace entrar en pánico.
- Es cierto – oigo que Mi Señor viene en mi ayuda – es uno de sus pocos límites reales.
- Déjala, simpatic – ordena la voz autoritaria y seca de Demondar. Siento alivio, no estoy sola en mi castigo los Señores no me van a tocar pero vigilan lo que pasa y, sobre todos ellos, lo hace mi Amo, mi Vida.
La venda se retira y siento un tirón de la correa. Sin abrir los ojos respondo automáticamente a la indicación y me sitúo en el suelo a 4 patas; tiran levemente de mi cuello y me conducen a tirones suaves hacia donde me desean llevar.
Respondo a los mismos dejándome llevar, la cabeza gacha y los ojos cerrados mientras con las palmas de las manos, las rodillas y las puntas de los dedos de los pies siento los cambios en la composición del suelo. Una voz inquietante me pregunta entro de mi cabeza ¿a dónde me llevan?

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