martes, 12 de mayo de 2009

El Castigo Capítulo 2 (Las esclavas inician mi reeducación) por Txiria

Un tirón de la cadena hace que suba la cabeza. Oigo una voz de mujer (supongo que lucy, pues no la había oído hasta ahora) que me ordena:
- Sube al potro, esclavita; para ello puedes empezar a abrir los ojos. Pero date prisa, qué con tu exhibición de antes con las medias me tienes casi dormida.
Abro los ojos y veo que me han llevado delante del potro de castigo que había vislumbrado antes. Es de estos en los que te colocas de rodillas con la cabeza colgando por delante y puedes ser atada por medio de correas en toda su extensión. Subo al mismo a toda velocidad y me coloco en posición haciendo que mis tetas se aplasten contra el acolchado del mismo.
La correa que llevo al cuello es anudada a una argolla en la parte delantera mientras que noto como una correa rodea mi cintura y la sujeta y mis pies son atados juntos mediante una fina tira de cuero. Dos esposas rodean mis muñecas y las sujetan a la parte más baja del potro haciendo que mi postura sea aún más forzada contra él; simultáneamente, noto que no puedo levantar los pies de donde me los han colocado, han debido ser atados a alguna argolla en la trasera del potro.
Cuando creo que se han olvidado de mis piernas y que, quizá podré arquearlas para disminuir la dureza de los golpes que me van a propinar en la azotaina que me espera noto como dos tiras de cinturón aprietan mis piernas a la altura de las bolas de mis pobres piernas. Estoy inmovilizada; en este momento tanto mi culo, como mi coño y mi boca están a su disposición para que los usen. Además, en esta postura tanto mi espalda como mis nalgas y mis muslos pueden ser perfectamente azotados sin impedimentos.
Pareciera que me dan un respiro cuando noto que mis cuatro martirizadores se alejan un poco. Como apenas puedo mover ligeramente la cabeza a un lado y a otro, solo veo en mi ángulo de visión a un hombre (supongo que será irónico) y a gracejo a la que veo de espaldas a mí hurgando en un arcón. ¿Qué estará buscando?
Cuando se vuelve casi me atraganto del susto. En sus manos porta un dildo de un tamaño bastante grande que, sospecho inmediatamente, va a acabar introducido en mi culo; y sin vaselina pues, aparentemente, ella no la lleva en las manos.
Su cabeza está dirigida a donde creo se encuentran los Señores como esperando una confirmación. Debe llegarla pues veo que se golpea en la mano con el dildo y al mismo tiempo chascan detrás de mi dos sonidos de dos instrumentos de spanking. Uno es claramente una vara por su silbido; el otro, por su chasquido grave, debería ser una paleta de cuero o similar.
- Esta putita tiene que aprender mucho – oigo detrás de mí a simpatic – para ello nada mejor que empezar por una prueba suave ¿no os parece?
- Sí estoy de acuerdo – confirma lucy – creo que deberemos azotar su culo, sus muslos y su espalda como escarmiento, ¿no creeís?
- Bueno, – opina gracejo – sin embargo, eso parece un castigo hasta cómodo; considero que debe llevar este dildo bien hundido en ese culo de putita que seguro que ha tragado elementos mucho mayores que este.
- Pero, ¿cómo controlaremos el tiempo del castigo? – pregunta simpatic
- Se me ocurre una idea – dice gracejo – he oído que tu, irónico, tienes gran capacidad para controlar tus corridas, ¿es cierto?
- ¿En qué estás pensando? – contesta irónico, mientras asiente con la cabeza.
- Pues ............... ¿qué os parece si vosotras dos, que sois especialistas, las vais azotando mientras tu irónico te follas su boca de puerca y no paráis hasta que no consiga que te corras en su boca? – presenta su idea gracejo, como si fuera propia; sé que es de mi Amo, pues es uno de sus sistemas de castigo habituales dada su resistencia en correrse. Esto me reconforta.
- Buena idea
- Estupenda medida
- Estoy de acuerdo
Las tres voces suenan entremezcladas, aunque me percato que irónico ha levantado la cabeza como buscando aprobación. Así que este va a ser el inicio de mi castigo, reflexiono. ¿Será mayor? Al contrario de lo que acostumbra mi Amo no me ha dicho ni el tipo de castigo ni cuanto va a durar.
Casi sin darme tiempo a reflexionar más se me acerca irónico mientras desata sus calzas de cuero. Deja al descubierto un falo de buen tamaño a pesar de que se nota que aún no se ha desarrollado a su máximo esplendor. Estoy tan absorta en su acercamiento que no me percato que gracejo ha desaparecido de mi ángulo de visión.
Antes de que irónico llegue donde mi, noto como abren mis nalgas con brusquedad mientras un aparato rígido y desagradable empieza a forzar mi culo sin contemplaciones. Doy un respingo y, si darme tiempo a dar el segundo, noto un buen varazo en mi espalda que me indica que más vale que mantenga mi boca cerradita.
El dildo sigue introduciéndose en mi culo, como era de esperar, no me lo han lubricado no me fuera a creer que esto tenía algo que ver con el disfrute. En cuanto noto que ha llegado al máximo, en su penetración la polla de irónico choca contra mi boca y me apresuro a abrirla y a abrazar con mis labios y dientes de forma suave el pedazo de carne con el que me alimentan. Intento concentrarme en hacerle correrse cuando un primer golpe dado con una paleta de cuero ancha cae sobre mi nalga izquierda, sobresaltándome.
Simultáneamente, el falo se retira algo de mi boca pero es exclusivamente para coger impulso y seguir penetrándola; cuando lo hace cae la vara sobre mis muslos, otra vez la paleta, ahora en mi espalda. Casi sin querer me doy cuenta de que lo que necesito es concentrarme en el elemento que se encuentra violando mi boca; tengo que darle placer, mucho placer, y conseguir que finalice rápido. Si no lo logro la azotaina puede ser de las mayores que he recibido nunca y no sé si seré capaz de aguantarla a ese ritmo.
Con la decisión tomada, y a pesar del dolor que percibo en mis muslos, glúteos y espalda, me esfuerzo en hacer que el falo de irónico crezca y que él disfrute para que se corra en mi boca. Lo tiene grande, realmente grande; quizá unos 22 cm pero lo trago y contengo mis arcadas cuando llega hasta mi garganta mientras mi boca y mis dientes sirven para darle el mayor placer que soy capaz de producir.
No sé el tiempo que ha transcurrido pues he perdido la noción de él gracias a la tremenda azotaina que estoy recibiendo. Mi única obsesión, mientras mis muslos, glúteos y espalda se resienten, es qué él se corra ya; que acabe de una vez. Realmente demuestra una gran resistencia pues hace ya un rato que no crece más pero él no se corre sino que sigue follando y violando mi boca.
Mi espalda arde pero mi culo y muslos aún más. El castigo es inmisericorde pero yo solo pienso en complacer a mi Amo y en hacer que ese sumiso, que es en este momento Su instrumento, se corra antes de lo que lo haría Él.
Sé que si lo consigo quedará complacido.
De repente noto que las venas de su tronco se inflaman un poco más y que irónico pretende disminuir el ritmo de su follada. Intentando no dejarle hacerlo, adelanto todo lo que puedo mi cuello y mi boca en un vaivén frenético pasando de ser violada a ser la que marca el ritmo de la mamada, a hacer que sea mi boca la que lo folle.
A pesar de notar mis intenciones él no se retira de la posición y me deja hacer; en pocos segundos noto como su pene empieza a inflamarse y, en una especie de fuente de chorro discontinuo, a inundar mi boca con su leche.
- Lo ha conseguido – exclama irónico, mientras se le escapa un pequeño quejido de placer. Al fondo resuena una voz que recrimina
- ¿ A ti quien te ha dado permiso para correrte? ¿Acaso no tienes prohibido hacerlo si no es con Mi consentimiento expreso? – es la voz de la Señora Symphonie, la que dice esas cosas – ya arreglaremos esto cuando estemos a solas, perro desobediente.
Yo, mientras guardo la corrida de en mi irónico boca pues no me han indicado que debo hacer con ella, no puedo dejar de sentir lástima por él. Probablemente su Ama lo castigará por ello.
En este mismo instante me doy cuenta que según se ha oído la voz de irónico marcando el momento no he vuelto a recibir una sola corrección en mi cuerpo; ni palmeta de cuero ni vara han vuelto a caer sobre él. Realmente me admira la disciplina de mis hermanas (siento en mi interior que la podría llamar así pero deberé pedir permiso a mi Amo para hacerlo); son capaces de dar la sensación de que todo está perfectamente establecido de forma previa tanto en tiempos como en formas.
Vuelvo a escuchar a irónico disculpándose ante su Ama. De forma casi inconsciente escucho a la Señora Symphonie que le dice que ya arreglarán ese asunto cuando lleguen a casa. Esto me indica que la cosa no ha acabado aún.
Siento que me aplican una crema en mi espalda, glúteos y muslos; me alivia aunque escuece pero este escozor se aguanta mucho mejor que el dolor previo.
Pero, ¡ay de mi!, se me ha olvidado el dildo que violaba mi agujero trasero. Me doy cuenta de que lo tengo cuando, al retirarse irónico de la posición que ocupa delante de mi cara puedo ver como se me acerca taconeando y con rapidez gracejo.
Lo mismo que entró sin contemplaciones sale de la misma manera. El dolor, agudo y penetrante, cambia de lado pero continúa martirizando mi cuerpo ofrecido. Mi culo arde y me duele sobremanera, pienso si gracejo disfrutará en el papel que está llevando a cabo.
En ese momento, oigo la voz de simpatic dirigiéndose a mí que me dice:
- ¿Y qué ha hecho con el regalo que te ha otorgado irónico, pequeña perra? ¿Acaso te lo has tragado sin permiso?
Lentamente y con mucho cuidado de que no se caiga ni una gota niego con la cabeza.
- Muy bien pequeña perra – oigo decir a lucy – por cierto, ¿tienes sed?
Parece que me va a tocar tragármelo así que asiento suavemente con la cabeza esperando que la cosa sea lo más rápida y delicada posible. Sin embargo, el siguiente comentario hace que dude de todo. Es evidente que tienen instrucciones claras y concisas y que conocen mis puntos más flacos.
- Pero, ¿cómo os podéis creer, sin comprobarlo, lo que dice una perrita mentirosa como esta? – suena la voz de gracejo como un látigo a mis oídos.
Yo no soy mentirosa, nunca lo he sido y es una de las cosas que nunca he permitido que me llamaran; pero entre que tengo la boca ocupada y entre que entiendo que esta degradación forma parte del castigo que están aplicándome, no contesto.
- Por otro lado ha dejado este precioso dildo mío hecho unos zorros de sucio y debería limpiarlo, ¿no creéis?
- Creo que tienes razón, gracejo. Debemos comprobar sus declaraciones pero la pobre perrita tiene sed y deberíamos darla de beber antes de proseguir nuestra tarea, ¿no crees?
Asiente gracejo con la cabeza y una orden escueta y seca me ordena abrir mi boca de la misma.
- Abre tu boca y que veamos bien lo que guarda en su interior – me llega la orden de irónico.
- Pues la tiene bien llena
- Sí, así es; deberíamos permitirla beberlo todo, ¿no creéis?
- Pero las perras no beben así, ¿no? ¿No lo lamen del suelo a cuatro patas?
- Sí así es y como ésta es una buena perra va a hacer lo mismo. Derrama mis jugos en el suelo y con cuidado de no manchar el potro que vale más de lo que vales tú.
Estiro mi cuello todo lo que puedo, inclino lateralmente mi cabeza y dejo caer poco a poco el flujo que inundaba mi boca. Cae un hilo de mi boca hasta el suelo formando un charco en él. Lo cierto es que la escena revuelve mis entrañas pero no les voy a dejarlo saber ni a ellas ni a sus Dueños. Sé que el mío ya sabe como me siento y que si lo permite es porque desea humillarme en lo más profundo de mi ser.
Mientras unas manos desatan las correas, esposas y cinturones que me fijan al potro, otras vuelven a extender por todas las partes doloridas del mismo, incluido el ano, la crema que tan bien me ha venido en mi cuerpo dolorido. Es contradictoria la sensación del dolor y el alivio que me proporcionan las mismas manos pero me hace sentirme plena, llena en mi esclavitud.
Otra vez en el suelo y a cuatro patas me encaminan hasta la parte delantera del potro; allí, más extendido de cómo yo lo había dejado, está el fatídico charco de semen y saliva. Sin decir ni palabra, inclino mi cabeza y empiezo a lamer el suelo.
Con cuidado lo recorro alrededor del charco para que no se extienda más y luego voy lamiendo suavemente todo el líquido viscoso que está llenando ese trozo de suelo. Estando en éstas, noto como dos dedos buscan mi coñito; está totalmente seco, es evidente que no estoy disfrutando del castigo para nada aunque lo acepto en lo que es, la entrega a mi Dueño al que debo demostrarle que estoy dispuesta a remediar mis fallos.
- ¡¡Vaya!! Si la zorrita esta está absolutamente seca – dice la voz de simpatic.
- Pues Yo sinceramente, Me alegro de que así sea – mi corazón de un vuelco en mi pecho, la voz esa pertenece al Dueño de mi vida y de mi alma.
Estoy cumpliendo como Él espera de mí. El ritmo de mis lamidas se incrementa y mi ánimo se levanta. El simple hecho de no haberlo oído antes hacía que el castigo fuera mayor pero el confirmar que sigue presente me permite afrontar las pruebas que puedan venir con mucho mejor ánimo.
Acabo con la limpieza del suelo y me quedo esperando. Para mi desgracia me había olvidado de algo que habían dicho las encargadas de mi cruel castigo; he de limpiar el dildo. La voz de simpatic viene a recordármelo con su manera brusca, exigente pero llena de comprensión de decir las cosas.
- Bien perrita has lamido muy bien el suelo, pero ahora debes limpiar lo demás que ha manchado. Aquí tienes este elemento que has dejado lleno de mierda, ¡límpialo!
Me ponen el dildo en las manos huele fuerte mucho; pienso que menos mal que antes de que mi Amo me dijera nada esta mañana me había puesto un enema que si no.... ¡cómo estaría! Creo que esperan que lo limpie con la boca por lo que haciendo de tripas corazón me pongo de rodillas y lo acerco a ella. Me interrumpe la risa brusca y burlona de lucy que me dice:
- No, niña no; tan fácil no va a ser; deja el elemento ese en el suelo.
Lo deposito en el suelo delante de mí; cogen mis muñecas y la esposan por delante con unas esposas de pulgares que dejan poco espacio a la movilidad de mis manos y me depositan en ella un paño humedecido con algún tipo de jabón aromatizado.
- Déjalo en perfectas condiciones de uso que seguro que si te lo metes en la boca eres capaz de hacerle una buena mamada y dejarlo perdido de babas – me espetan mientras se echan a reír los cuatro – ten en cuenta que es el favorito de gracejo y que tu no tienes permiso para disfrutar.
Las palabras se agolpan en mi boca dispuestas a salir; yo había estado dispuesta a humillarme lamiendo y limpiando ese juguete y resulta que me humillan más profundamente intentando hacerme sentir un ser abyecto que solo piensa en su disfrute.
Abro la boca para soltar el torrente que pugna por escapar de mi interior pero ni un solo sonido sale de ella. De repente comprendo que lo que desean es eso mismo hacerme caer y que proteste por algo.
Olvidada rápidamente mi humillación me presto a hacer lo ordenado.
Lo hago a la perfección; tan perfecto que parece que le haga una auténtica paja lenta y cuidadosa al aparato en cuestión. En cuestión de pocos minutos queda limpio y reluciente. Poniendo mis manos en forma de bandeja, a pesar de mis pulgares enlazados, lo levanto sin palabras mientras lo ofrezco con la cabeza gacha.
Sus risas se apagan bruscamente al ver mi postura y siento que me he ganado un poco de su respeto. Mi figura, de rodillas con la cabeza gacha y la espalda lo más recta que puedo es perfecta en mi entrega; y yo soy consciente de ello.
Siento que este asalto lo he ganado mientras retiran el dildo de mis manos, las sueltan y me vuelven a enlazar la correa al collar que llevo puesto ordenándome volver a cerrar los ojos y seguirlos en procesión, pero siendo respetuosos y olvidándose de las pullas.

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