viernes, 15 de mayo de 2009

Su control sobre mi por amelie^

Era un día como otro cualquiera, un viernes como cualquier otro. Voy en el metro de vuelta a casa después de una dura jornada de trabajo llevo un batiburrillo de cosas en la cabeza sucedidas durante el día, todos los papeles ordenados, el café derramado sobre los informes que el lunes tendré que volver a escribir, la avería de la centralita, y mi jefe dándome la brasa que era lo que me faltaba justo hoy.
Supiro profundamente y pongo toda mi atención en la canción que suena en mi mp3: y encendiendo un cigarrillo se comienza a torturar, y habrá cerca alguien gritándole "hágase tu voluntad" y el "la culpa sólo en parte es mía y en parte lo es de los demás"... salgo del metro mientras la canturreo y me saca de mi ensoñación el sonido de mi móvil.
'' Esperame como tu sabes perrita''.
En cuanto leí aquello miré mis muñecas las cuales tenían rozaduras de hace un par de días atrás cuando mi Amo me ató en el patio de mi apartamento a una tubería con unas esposas.
Aceleré mi paso hasta mi hogar, puesto que sabía que en escasa media hora Él abriría la puerta de la casa con el juego de llaves que me ordenó que le hiciera para cuando se le antojase venir a jugar con su perrita.
Nos conocimos hace un par de años en una fiesta de ambiente BDSM, y fue la típica historia de cortejo que se puede dar un sábado cualquiera en cualquier pub, solo que los dos sabíamos que los lazos que nos unirían serian más fuertes que los que unen a dos personas en una relación vainilla. Nos dimos los teléfonos y a la semana recibí un sms suyo diciéndome ''¿No esperaras que sea Yo quien te llame no?'' así que llamé yo; y desde entonces nos veíamos para saciarnos el uno con el otro.
Abro la puerta de mi apartamento, me quito corriendo los tacones y me dirijo a mi habitación para buscar el atuendo con el que le gusta a mi Amo que le reciba, medias de costura blancas y corpiño del mismo color, junto con unos zapatos de tacón de aguja.
Me peino el pelo en coleta y me maquillo de forma sutil.
Me sobran aún cinco minutos pienso, me pongo su colonia favorita y con prisas voy a la puerta que va a dar al descansillo para arrodillarme en espera de que mi Señor cruce el umbral de la casa.
No pasaron ni dos minutos desde que me coloqué y escuche el ruido de la cerradura el cual hizo que mi cuerpo vibrara de alegría por dentro.
Diviso sus zapatos negros y me dirijo a ellos para darle la bienvenida:
- Bienvenido mi Señor, esta perra le saluda con el respeto que se merece.
Limpio sus zapatos con la lengua con mucho esmero e intentando que Él no vea que eso me desagrada y que lo odio pero que tengo que hacerlo porque en su día le entregué mi voluntad.
Sus fuertes manos tiran de mi coleta haciendo una señal para que me levante y eso hago, me besa con dulzura y me susurra
- Hola Mi zorrita.
Sonriente le quito la chaqueta y la cuelgo y cuando emprende el paso le sigo detrás como su perra fiel que soy. Se sienta y me pide que le traiga el Gin-Tonic como a Él le gusta tres dedos de ginebra y dos hielos junto con la tónica bien fría.
Se la entrego y me pongo a sus pies para que pueda apoyarlos en mi lomo y que se sienta cómodo, mientras toma su copa me cuenta como le ha ido el día mientras le escucho con atención y devoción, puesto que Él sabe que su voz es para mi una droga.
- Tócate para Mí, animalito - Me dijo.
Obedecí al instante, puse sus pies con cuidado en el suelo y los besé agradeciéndole que los hubiera apoyado en mí minutos antes. Me tumbé en el suelo levanté las piernas y empecé a masturbarme para mi Señor.
Cuando El considero que estaba lo suficientemente excitada se abalanzó sobre mi y delante mía sacó de su bolsillo un huevo vibrador el cual introdujo dentro de mi mientras me decía:
- Ahora disfrutaras cuando Yo quiera
- Sí, mi Señor mi placer le pertenece - le contesté mientras mi excitación iba en aumento.
Sus dedos manejaban el mando del juguete y cada vez que notaba que llegaba a mi el orgasmo le avisaba como me había ordenado para evitar la llegada del mismo, le encantaba controlar ese aspecto en mi y yo era feliz sabiéndole feliz a El también.
Me ordena que me levante y permanezca apoyada a la pared ofreciéndole mi culo como a Él le gusta que haga, y sin mediar palabra se acerca a mí y empieza a recorrer con dulzura mi espalda con su dedo mientras que con la otra mano sigue manejando mi placer a su antojo.
Al llegar a mi culo su mano toma impulso y empieza a azotarme para así seguir excitándome más para que yo llegue al límite, al precipicio del placer, para que antes de caer en el vacío del deseo Él tire de mi pelo y me diga;
- Aún no, putita
Un suspiro hondo hace notar a mi Señor mi impaciencia por poder tener un orgasmo pero su mirada me dice que lo llevo claro, así que bajo mi mirada y me resigno a que Él elija cuando y como.
Desaparece de la sala y yo permanezco quieta mientras le oigo trajinar en la cocina, y no puedo evitar pensar en qué estará haciendo.
- Mi muñeca acércame la bolsa que traje conmigo.
- Sí, mi Amo.
Lo hago y de camino curioseo que contiene esa bolsa pero antes de que pueda llegar a ver que contiene siento como la mano de mi Educador me da un sonoro y doloroso bofetón:
- ¿Acaso te di permiso para que mirases el contenido, pequeña zorra cotilla?; discúlpate por ello ahora mismo.
- Perdone a esta zorra husmeadora Señor por mirar algo sin su permiso mi Amo- le digo mientras me postro a sus pies.
De la bolsa saca un collar y una correa nuevas para mí, negro el collar con su nombre en plata y una cadena metálica que va enganchada al collar, mi alegría es evidente y apoyo mis dos patitas sobre mi dueño y empiezo a ladrar de la emoción. Él con todo su cariño me lo pone para darme el paseo que suele darme cada vez que viene a visitarme. Una vez encadenada a su mano me ordena abrir la boca y me pone una mordaza que hace que babee abundantemente y ahí empieza un paseo por todo el apartamento del cual lleno de babas cada rincón por donde paso.
El paseo dura una media hora más o menos, pero antes de que finalice me saca al patio.
- Es hora de que hagas pipi vamos mi Muñeca-.
Llevaba deseando ese momento desde el comienzo del paseo porque tenia una gran necesidad de ir al ''baño'' pero logré aguantar hasta que El me diera su consentimiento.
Me quita la correa y me pide que le muestre las rodillas las cuales están rojas por el roce del suelo, me coje en brazos y me lleva a la cama, me ata con unos pañuelos de seda de pies y manos y con la crema que suele usar El me hidrata las rodillas mientras me dice lo bien que me he portado hoy.
En ese momento suena el móvil, está diez minutos hablando y cuando cuelga me dice que ha de irse pero que volverá como en un par de horas. Como premio a mi obediencia deja activado el juguete y se marcha dejándome atada en la cama para que cuando Él vuelva su perrita siga quieta esperándole y ansiando servirle.

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